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Prólogo

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Por Diana Fosha, PhD

Como desarrolladora de la AEDP (psicoterapia dinámica acelerada experiencial, por sus siglas en inglés), un modelo terapéutico transformacional orientado a la sanación, leí el manuscrito de No siempre es depresión de Hilary Jacobs Hendel con una mezcla de entusiasmo y agitación.

Por un lado, entusiasmo: tenía ante mí la posibilidad de que mi trabajo diera un salto cuántico en su capacidad de ayudar a las personas a cambiar. No sólo, como ha sido hasta ahora, modificando la manera de trabajar de los terapeutas y, por lo tanto, teniendo un impacto en los clientes tratados, sino que ahora también, aquí, con este libro, llegando directamente a las personas y compartiendo con ellas algunos «secretos del oficio». Al hacer más accesibles las ideas de la AEDP, este libro tiene el potencial de beneficiar a muchas más personas, tanto las que están en terapia (con diferentes tipos de terapeutas) como las que no están siguiendo ninguna. La perspectiva era estimulante.

Al mismo tiempo, sentí agitación. Tenía el trabajo de toda mi vida hasta el momento contenido en un libro de autoayuda. ¿Haría justicia a la AEDP? ¿O la esencia de la AEDP quedaría diluida en cierta manera? ¿Las complejas ideas de la AEDP quedarían convertidas en sabiduría superficial de la que viene en las galletas de la suerte, banalizando años de trabajo dedicados al desarrollo de una terapia transformacional orientada a la sanación y rigurosa? Y si éstos no fueran motivos suficientes para mi ansiedad, Hilary era una colega con la que me sentía conectada. ¿Me encontraría en la incómoda posición de no gustarme lo que ella había escrito? ¿O bien, con el conocimiento de la gente acerca de la AEDP ahora fuera de mi control, debería vivir con un relato sobre ésta que no me parecería correcto o adecuado?

Sin embargo, algo me daba seguridad. No sólo sabía que Hilary Jacobs Hendel era una persona con fundamento y una fantástica profesional clínica, sino que también me dejaron realmente maravillada dos artículos que escribió en The New York Times sobre la práctica de la AEDP: unos artículos cortos y simples que dejaban patente su envidiable don de capturar la esencia escribiendo de manera simple y accesible.

Al empezar a leer el manuscrito, se me empezó a calmar la respiración. Mi cuerpo se relajó y mi mente se activó. Lo que estaba leyendo era acertado y preciso. Suspiré con alivio. Todo iba a salir bien.

A medida que fui leyendo, capítulo tras capítulo, historia tras historia, me sentía emocionada. La AEDP tenía una vida autónoma, separada de mí. Ya había tenido esa sensación con las contribuciones de mis colegas (miembros del profesorado del Instituto AEDP) que han ampliado el alcance de la AEDP a través de su trabajo. Sin embargo, aquí tenía a un miembro de la siguiente generación, una persona formada por mis colegas, que había hecho del trabajo su propio trabajo y ahora lo estaba transmitiendo no sólo a sus clientes, sino, a través de este libro, al público en general. Sentí un nudo en la garganta y una sensación estimulante en el pecho. La transmisión intergeneracional ya había empezado.

Como habréis observado, he marcado algunas palabras en cursiva en los párrafos anteriores. En todos los casos, se trata de palabras que describen sentimientos emocionales o sensaciones corporales asociadas con emociones. La emoción y las sensaciones corporales a menudo nos revelan a nosotros mismos. Contienen sabiduría biológica y comunican qué es importante para nosotros y para aquellos que nos rodean. En las siguientes páginas, a medida que vayas familiarizándote con el libro de Hilary Jacobs Hendel, aprenderás a atesorar la riqueza de las emociones y lo poderosas que pueden ser como guías, mostrándonos lo que debemos hacer para sanar antiguas heridas y sentirnos más efectivos y más felices en nuestra vida. Hilary hace un trabajo maravilloso con sus enseñanzas sobre las emociones y las defensas tras las que se esconden. En sus casos, documenta el precio que pagamos cuando no estamos en contacto con nuestras emociones adaptativas, y los beneficios y ventajas que nos ofrecen las emociones bien procesadas. Estas palabras en cursiva eran puntos de entrada cruciales hacia diferentes aspectos de mi experiencia, todos relevantes para la tarea que tengo entre manos.

En AEDP tenemos una máxima: hacer lo implícito explícito y hacer lo explícito experiencial. En este prólogo, haré lo implícito explícito y explicaré los principios básicos de la AEDP que pone en práctica el trabajo clínico de Hilary. Espero que lo que contaré sobre la AEDP sea suficiente para que puedas entender los principios subyacentes a lo que estás a punto de experimentar. Así pues, vamos a hacer lo implícito explícito con respecto a algunos principios fundamentales de la AEDP.

No siempre es depresión

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