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9. Valoración posterior de los «Himnos»

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Si se comparan con las infinitas menciones de la Ilíada y la Odisea y, aunque en menor grado, de Hesíodo en los autores antiguos con los apenas una veintena 56 de pasajes en que se mencionan los himnos, podemos concluir una enorme diferencia de valoración entre unas composiciones y otras en la antigüedad. La misma diferencia se percibe en los manuscritos que conservamos para cada una de las obras: más de doscientos para la Ilíada , más de setenta para la Odisea , sólo unos treinta para los Himnos. Pero aún hay más: frente al acervo continuamente acrecentado de papiros con obras de Homero y HESÍODO, de los Himnos sólo conservamos dos con referencias a versos del Himno II, y por último, faltan por completo alusiones a estos poemas en los escolios de Homero, tan pródigos en citas del Ciclo. Por tanto, es evidente que los himnos no se consideraban homéricos en época alejandrina y no se incluían en el corpus de este autor; el público los leía poco y dejaron pronto de leerse. Este abandono de los estudiosos antiguos explica en gran medida la cantidad de corrupciones sufridas por el texto, así como la falta casi completa de atribuciones a un autor de los himnos. Tras unos mil años de silencio, vuelven a aparecer en los manuscritos del siglo XIV d. C. 57 , como veremos.

No mucha mejor suerte han corrido en los estudios posteriores. Tras el interés despertado hacia ellos en el siglo XIX , ha habido cierta apatía hacia el tema de los himnos en la investigación moderna. Ello puede constatarse con una mera comparación, en los repertorios bibliográficos, entre los estudios sobre Homero y Hesíodo y los dedicados a los Himnos , apenas más allá de tres o cuatro títulos por año. Desde el esfuerzo de recopilación de lo entonces sabido sobre el tema en el comentario de Allen-Sikes en 1904, vuelto a emprender en 1936 con la colaboración de Halliday, y las meritorias ediciones de Humbert en el mismo año, de Evelyn-White en 1914 y de A. Weiher en 1951, hay un largo paréntesis de cuasi-silencio hasta la aparición de dos obras capitales: la edición comentada del himno a Deméter de Richardson en 1974, y la de la totalidad de los himnos debida a Càssola en 1975, que sitúan los problemas de investigación en el punto en que se encuentran actualmente, resuelven muchos de ellos y constituyen un punto de partida atractivo para penetrar en la resolución de otros.

Himnos homéricos. La

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