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Las películas de Armando Robles Godoy

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El director peruano que mayor notoriedad ha obtenido es Armando Robles Godoy. Nacido en 1923, hijo del músico Daniel Alomía Robles, ejerce diversas ocupaciones antes de arribar a la realización, entre ellas el periodismo. Durante un año y medio (1962 y parte de 1963) tiene a su cargo la crítica de cine del diario La Prensa, y la enfoca desde una perspectiva formalista y con un tono polémico.

Efectúa algunos cortos inconclusos, antes de filmar su primer largometraje, producido por Inti Films: Ganarás el pan (1965), una tentativa de documental sobre el trabajo en el Perú, con un leve apoyo argumental, totalmente híbrido y fallido. Luego, realiza En la selva no hay estrellas (1966), producida por Antara Films, con técnicos argentinos y protagonizada por Ignacio Quiroz y Susan Pardah. El filme obtiene una distinción en el Festival de Moscú y es acogido de manera favorable en los medios periodísticos locales. A favor de la película se puede anotar su correcta factura técnica. Por lo demás, la historia de un aventurero desarraigado, narrada de manera fragmentada, según una estructura espacial y temporal anclada en las experiencias de Alain Resnais y otros autores europeos, no resulta en nada convincente y sí, más bien, primaria y mimética en su pretendida complejidad.

La muralla verde (1970), producida por Amaru Films, fotografiada por su hermano Mario Robles, con Julio Alemán y Sandra Riva, prosigue con mayor coherencia narrativa la línea del filme anterior. En este caso, se narra la historia de un hombre en lucha contra la administración pública y contra los contratiempos de la selva a la que se traslada como colonizador. Igual que En la selva no hay estrellas, el relato no es lineal, sino discontinuo, con lo cual se impone una retórica de la grandilocuencia y la vacuidad, pues el conjunto de las situaciones resulta de una clamorosa falsedad que se refleja en la planificación, la angulación, el estilo de actuación y la arbitrariedad del montaje.

Esos defectos se repiten en Espejismo (1973) y en los cortos posteriores que realiza. La coartada del “cine de autor” le sirve de muleta a Robles Godoy para justificar lo que no es más que una precaria versión de un cine que se quiere innovador y que resulta impostado y ajeno a las condiciones en que se desarrolla la actividad fílmica en el Perú. Concebidas en función del mercado internacional de autores cinematográficos, las películas de Robles Godoy ni han conseguido interesar al público local ni, mucho menos, han logrado la difusión que querían en el extranjero, lo que ha hecho que, hasta la fecha, ninguna de las empresas productoras (una por cada película) haya recuperado el total de la inversión, especialmente considerable en La muralla verde y Espejismo.

De todas formas, ante un panorama dominado por el vacío fílmico y los empeños deplorables que hemos consignado, las películas de Robles Godoy suponen la reivindicación de una dimensión personal y una exigencia de estilo sin precedentes en el país. En ellas, además, se han iniciado algunos de los nombres representativos del cine peruano de la actualidad: Nora de Izcue, Jorge Suárez, Fausto Espinoza y Mario Pozzi-Escot.

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