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TESTIGOS
ОглавлениеCreo, ciertamente, ciudadanos, que a todos los que litigan [17] su parte en una herencia, cuando demuestran que ellos son —como es nuestro caso— los primeros por parentesco y afecto con el difunto, les resulta superfluo presentar los demás argumentos; pero ya que nuestros adversarios, aun sin tener ninguna de estas razones, se atreven a reclamar lo que no les corresponde y preparan falsas alegaciones, quiero [18] hablar brevemente también acerca de estas últimas. Se basan en el testamento, alegando que Cleónimo había mandado a buscar al magistrado no porque quisiera anularlo, sino porque quería rectificarlo y hacer firme la donación en su favor. Vosotros, sin embargo, mirad, respecto a este testamento hecho en un momento de cólera, si es lógico que Cleónimo quisiera anularlo, después de haber tenido una relación familiar con nosotros, o estudiar la forma de privanos [19] aún más firmemente de sus bienes. Porque los demás se arrepienten de las injusticias que cometen con sus parientes en un momento de irritación. Éstos, en cambio, declaran que Cleónimo, al mismo tiempo que nos manifestaba una gran familiaridad, deseaba ratificar el testamento que realizó cuando estaba enojado. De modo que, aunque nosotros lo reconociéramos y vosotros mismos lo creyérais, pensad que [20] le están acusando de la mayor demencia. Porque, ¿qué locura podría haber mayor que ésta: cuando estaba enemistado con Dinias, nos perjudicaba a nosotros y disponía semejante testamento, por el que no le castigaba a él, sino que agraviaba a sus parientes más próximos; en cambio, cuando tenía trato con nosotros y nos estimaba por encima de todos, sus sobrinos fuimos los únicos, según afirman estos individuos, a los que quiso dejar sin participación en sus bienes? ¿Quién en su sano juicio, ciudadanos, habría tomado semejante [21] decisión respecto a su fortuna? De modo que con estos argumentos os han facilitado el fallo sobre su caso. Pues si mandó a buscar al magistrado con la intención —como nosotros afirmamos— de anular el testamento, nuestros adversarios no tienen ningún argumento; pero si resultó estar tan loco como para seguir menospreciándonos a nosotros, que éramos los primeros en parentesco y los que más intimidad teníamos con él, haríais sin duda justicia invalidando tal testamento 17 .
Además, pensad que, aunque andan diciendo que Cleónimo [22] había llamado al magistrado para hacerles firme la donación, no se atrevieron a hacerle pasar, como les había sido ordenado, sino que despacharon a un arconte que llegó hasta la puerta. Y de las dos alternativas que sopesaban, asegurarse más la fortuna o enemistarse con él por desobedecer, prefirieron la enemistad a esta cesión. Y en verdad, [23] ¿podría haber otra cosa más inverosímil que quienes estaban a punto de obtener tan gran beneficio de la situación evitaran el cumplimiento del deber —como si fueran a salir perjudicados—, y que Cleónimo se preocupara por sus intereses hasta el punto de irritarse con Posidipo por su negligencia y volver a pedir a Diocles lo mismo para el día siguiente?
Si, en efecto, ciudadanos, como mis oponentes afirman, [24] les dejó su fortuna en el testamento de acuerdo con su actual redacción, me parece justo preguntarse también con qué correcciones creía que podría hacerlo más válido; pues para [25] los demás éste es, ciudadanos, el límite de la donación 18 . Y además, aun en el caso de que quisiera añadir alguna cláusula en su beneficio, ¿por qué no lo consignó en otro documento, dado que no había podido recuperar de los magistrados el escrito? Porque no podía, ciudadanos, anular más documento que el que estaba en poder del magistrado, pero sí le era posible escribir en otro si quería, y no dejamos esta [26] posibilidad de réplica 19 . Pues bien, si admitimos que deseaba modificar el testamento, es evidente entonces para todos vosotros que no lo consideraba correcto. También en este punto estáis viendo la desvergüenza de nuestros oponentes, que estiman válido un testamento que ni siquiera su propio redactor creía correcto e intentan convenceros de que votéis [27] contra las leyes, la justicia y la intención del difunto. Además, el más atrevido de todos sus argumentos es cuando osan decir que Cleónimo no quería que nosotros recibiéramos nada de su fortuna. Sin embargo, ciudadanos, ¿qué otras personas habría preferido que la tuvieran sino aquellos parientes a quienes, también en vida, más había ayudado con sus bienes? Pero lo más asombroso de todo sería que [28] Cefisandro, que es pariente de nuestros adversarios, considerara justo que cada uno de nosotros tuviera una parte de la fortuna 20 y en cambio Cleónimo, que era nuestro familiar más próximo y que, habiéndonos acogido en su propia casa, nos cuidaba y se ocupaba de nuestros asuntos como de los suyos, fuera el único que quisiera dejamos excluidos de su herencia. ¿Quién de vosotros podría creer que nuestros adversarios [29] son más favorables y moderados hacia nosotros que nuestros parientes? ¿Aquél, para quien constituía un deber hacemos bien y una vergüenza abandonamos, no nos dejó nada de lo suyo, y en cambio éstos, que no tienen ninguna obligación ni les reporta ningún deshonor, nos hacen partícipes de lo que, según afirman, no nos corresponde? Esto, ciudadanos, es poco verosímil.
Además, si hubiera mantenido con ambas partes en el [30] momento de su muerte la misma relación que cuando hizo este testamento, sería lógico que alguno de vosotros creyera las palabras de nuestros contrincantes. Pero en realidad descubriréis todo lo contrario: en el pasado se enemistó con Dinias, nuestro tutor, y a nosotros nos trató del mismo modo, mientras que con todos nuestros oponentes tuvo una disposición favorable; ahora, en cambio, se había enemistado con algunos de ellos y era con nosotros con quienes tenía una relación más familiar. No hay necesidad de explicar la [31] causa de su enfrentamiento con nuestros adversarios 21 ; pero os daré indicios importantes, de los cuales también podré proporcionar testigos. Primeramente, un día que hacía sacrificios a Dioniso y había invitado a todos sus familiares y a muchos otros ciudadanos, no ofreció a Ferenico un sitio a su lado. Luego, poco antes de morir, cuando iba a Panormo 22 con Simón 23 y se encontró con él, no osó dirigirle la [32] palabra. Y además, cuando Simón le preguntó por esta desavenencia, le contó los detalles de la enemistad y amenazó además con que alguna vez le revelaría cuál era su disposición hacia Ferenico. En prueba de que digo la verdad, llámame a los testigos.