Читать книгу Tensión y significación - Jacques Fontanille - Страница 11

2.2 Definiciones sintagmáticas 2.2.1 Definiciones sintagmáticas extendidas

Оглавление

Al tratar de las definiciones paradigmáticas, hemos hecho mención de una “función”, sin mayores precisiones. Para tratar de la sintagmatización de las valencias, es indispensable oponer ahora la “función” a sí misma. A falta de precedente sugestivo, tomaremos como guía la distinción más simple posible, a saber, la tensión entre la conjunción, la relación “y…y”, y la disjunción, la relación “o…o”.

En el primer caso, el de la conjunción, las valencias varían en el mismo sentido, es decir, que menos reclama siempre menos; más reclama siempre más. Se trata entonces de una correlación conversa. En el segundo caso, el de la disjunción, las valencias varían en razón inversa la una de la otra; la textualización culmina en los tipos de enunciados siguientes: más reclama menos, menos reclama más. En ese caso, la correlación es inversa. Ambas correlaciones pueden representarse así:


NB. La forma de arco es potencialmente explotable, pero apenas sería pertinente para nuestro propósito: si hubiera que definir un “lugar geométrico” de cada correlación, sería más bien de tipo estadístico, y ocuparía zonas de densidad variables, teniendo como eje de simetría el trazado de los arcos.

La coexistencia de esos dos regímenes funcionales deslinda un espacio de acogida plausible para los dos grandes principios puestos a la luz por la antropología, a saber, el principio de exclusión, que tiene como operador la disjunción, y el principio de participación, cuyo operador es la conjunción. Después de convocar la presuposición recíproca, ¿conviene colocar esos dos regímenes funcionales en el mismo rango? De hecho, da la impresión de que los microuniversos discursivos conjugan esos dos principios, y se contentan con mantener una suerte de modus vivendi. Este asunto exige una breve explicación: en sí misma, la valencia pertenece aún a la sustancia; solo accede a la forma si se convierte en un reto para los dos grandes principios de la exclusión y de la participación. Como ilustración sumaria, examinemos la relación que existe entre ciertas prácticas y la pertenencia sexual de los que las ejercen: el bricolage está reservado a los hombres, de tal suerte que si lo practica una mujer, produce como efecto “virilizarla”. El caso de la cocina es diferente: es una práctica predominantemente femenina, pero se abre también a los hombres, hasta tal punto que la “gran cocina” pasa por ser un asunto de hombres. No obstante, las mujeres que han superado la prueba son admitidas en dicha práctica a título de excepción. Examinando las cosas un poco más de cerca, es fácil darse cuenta de que la “peyoración” y el “mejoramiento” sirven de términos medios entre los dos principios señalados y el juego propio de las valencias. El recurso a la “peyoración” y al “mejoramiento” permite excluir a los participantes y hacer participar a los excluidos, respectivamente. De ese modo, la cocina ordinaria muestra una tendencia a abrirse y a permitir, por mejoramiento, la inclusión de nuevos participantes masculinos (a muchos hombres les gusta cocinar en casa los fines de semana). De modo inverso, en el caso de la “gran cocina”, que excluye en principio a las mujeres, tal exclusión empieza a resquebrajarse por el desempeño exitoso de algunas mujeres que han incursionado en esa práctica. Basta con introducir las categorías vida/muerte, naturaleza/cultura, centrales en antropología, para entrever la motivación del mito en la aproximación de Lévi-Strauss, que consiste en moderar los excesos, correlacionados sin duda, de la participación y de la exclusión. Volveremos sobre este asunto en el estudio consagrado a los valores.

En segundo lugar, esos dos principios ofrecen dos imágenes opuestas de la noción de límite: en cuanto al principio de participación, que funciona por correlación conversa, cada gradiente puede modificar, al parecer indefinidamente, el límite del otro, generando, así, siempre más de más y siempre menos de menos; en cuanto al principio de exclusión, que opera por correlación inversa, el límite ya no está situado en los confines, sino en el equilibrio de las valencias concurrentes. Los ejemplos del “perro” y del “gato” son particularmente ilustrativos a ese respecto, en la medida en que las fronteras de las categorías son las afectadas. En la definición del “perro”, considerada aisladamente, la cantidad de servicios rendidos es proporcional a la carga afectiva invertida, de suerte que esa correlación conversa no puede proporcionar una indicación determinante sobre los límites de la categoría, salvo en el caso de valencias nulas: un “perro” que no sirve para nada, un perro salvaje por ejemplo, ¿puede ser amado, puede incluso ser considerado como “perro”? ¿No se acerca más al lobo? Pero desde el momento en que se consideran en conjunto las valencias correlacionadas de las definiciones respectivas del “perro” y del “gato”, el límite es claro: un “perro” que no sirve para nada y que es excesivamente familiar (un “perro faldero”, por ejemplo), comienza a parecerse al “gato”. La diferencia entre categorías con frontera difusa y categorías con frontera nítida podría acortarse gracias a la distinción entre correlación conversa (régimen participativo) y correlación inversa (régimen exclusivo).

Tensión y significación

Подняться наверх