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2.2.2 Definiciones sintagmáticas restringidas
ОглавлениеLos dos regímenes de valencia que acabamos de examinar, el “principio de exclusión” y el “principio de participación”, se realizan localmente en la cadena, convocando los valores dos a dos, y cada uno presenta sus propias particularidades sintagmáticas. El régimen de exclusión tiene por operador la selección (tri), y culmina, si el proceso llega a su término, con la confrontación contensiva de lo exclusivo y de lo excluido, y en las culturas y en las semióticas que están gobernadas por ese régimen termina en la confrontación de lo “puro” y de lo “impuro”. El régimen de participación tiene como operador la mezcla, y culmina con la confrontación detensiva entre lo igual y lo desigual: en el caso de la igualdad, las magnitudes semánticas son intercambiables, mientras que en el caso de la desigualdad, las magnitudes se oponen como lo “superior” a lo “inferior”.
La rearticulación de las valencias en valores, en el espacio semionarrativo, supone que las dependencias/independencias sean convertidas en diferencias (contrariedad, contradicción, complementariedad) a partir de las rupturas observadas en la red de las dependencias, de suerte que los umbrales o límites proyectados sobre las valencias se conviertan en las fronteras de una categoría estabilizada y discretizable. De igual modo, el sujeto sensible, convertido en sujeto semionarrativo, ve que su universo se divide axiológicamente gracias a la polarización en euforia/disforia, mientras que, en el espacio tensivo, la foria no polarizada caracterizaba las reacciones de su cuerpo propio por las tensiones en las que se encontraba inmerso. De esa manera surge el valor en sentido semiótico: el valor como diferencia que organiza cognitivamente el mundo que se tiene en la mira y el valor como apuesta axiológica que polariza la mira misma.
Cada uno de esos campos semióticos posee su índice tensivo, su coherencia propia: el programa de base es discontinuo en una semiótica de la selección (tri) y tiende a restringir la circulación de los bienes. Es, en cambio, continuo en una semiótica de la mezcla (mélange) y favorece el “comercio” de los valores. En las semióticas de selección, la circulación de los valores es débil, a veces nula, y de todas maneras “ralentizada” por la solución de continuidad planteada entre lo exclusivo y lo excluido. En las semióticas de mezcla, el tempo de la circulación es más rápido en una cultura en la que la valencia es difusa que en aquella en la que la valencia tiende a concentrarse en un número restringido de magnitudes.
Sabemos que, en el dominio económico, el valor de cambio de los bienes, como el de la moneda, depende de la rapidez (inflación) o de la lentitud (deflación) con la que los bienes son intercambiados. De igual modo, Lévi-Strauss ha mostrado con toda claridad que, en las sociedades primitivas, los intercambios matrimoniales estaban sometidos a una exigencia que se presentaba globalmente como una “ralentización”, o como un “alejamiento”, pudiéndose considerar el segundo como una variante de la primera3.
Intuitivamente, tenemos el sentimiento de estar igualmente en presencia de estructuras elementales características en el ámbito de lo “político”: a la igualdad corresponderá una sociedad de derecho, a la desigualdad, una sociedad de privilegio; por el lado de la exclusión y de la selección, tendríamos una sociedad de la exclusividad, con sus intocables. Pero dependerá de los análisis concretos confirmar o no esta sugerencia de generalización.