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C A P Í T U L O

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NORMAS Y CONSEJOS

Dr. J. Vázquez Gallego / Dra. A. Vázquez Doce / Dra. M. J. Vázquez Doce / Dra. R. Solana Galdámez

Son variados los factores capaces de aumentar los beneficios de las distintas modalidades de masaje, de la misma forma que ignorarlos disminuye o hace inútil su aplicación, o incluso puede provocar serios problemas.

La eficacia de un masaje sobre el tejido muscular y en general sobre cualquier parte de la economía humana requiere ciertas condiciones fundamentales que resumimos:

1. Por parte del médico

Diagnóstico correcto.

Prescripción oportuna con la comunicación del diagnóstico establecido.

Indicación de las zonas de aplicación en cada caso.

Orientación de las técnicas que considere más eficaces.

Indicación si se aplica como técnica única o de apoyo. Así como los otros medios que se asocian.

2. Por parte del terapeuta

Preparación adecuada. Conocer la anatomía o como se dice vulgarmente: “saber lo que se trae entre manos”.

Experiencia de las modalidades básicas de masaje.

Manos entrenadas y preparadas adecuadamente.

Ciertas dotes psicológicas con el fin de obtener la colaboración y entrega del paciente En este último aspecto es importante: transmitir por medio de las manos, y de la palabra (conversación animada), una sensación de confianza y relajación.

Saber trabajar en equipo con los otros sanitarios.

3. Por parte del paciente

Tener confianza y fe en el tratamiento.

Comunicar los resultados, y lo que no le agrada.

Debe respirar lenta, profunda y rítmicamente mientras recibe la sesión de masaje.

Intentar un nivel consciente de relajación que se verá incrementado con las primeras maniobras de masaje (suaves, rítmicas y superficiales).

4. Por parte del medio ambiente

Será grato, cálido, acogedor y confortable.

Medios auxiliares cómodos y modernos.

Esmerada higiene y limpieza.

5. Una posición adecuada del paciente en máxima relajación y comodidad.

6. Finalmente, una medida opcional. Útil en diversas ocasiones, especialmente en el masaje muscular terapéutico, es la aplicación de calor suave por medio de diversos procedimientos: bolsas de arena o de agua caliente, hydrocollator, parafangos, diatermia de alta frecuencia (según preferencias). Se coloca sobre la zona a tartar por espacio de 10-15 minutos a fin de que la vasodilatación consiguiente mejore la circulación y la relajación de los músculos contractura dos.

ELEMENTOS BÁSICOS
Extrínsecos(del médico) Diagnóstico correcto Indicación precisa Fijar si es un tratamiento• Básico• Único O forma parte de un programa más completo Adición o no de apoyo farmacológico Otras medidas paralelas• Infiltraciones• Manipulaciones• Otros medios físicos Fijar revisiones, duración y pauta de tratamiento
Intrínsecos(opcionales del terapeuta) Preparación de las manos del terapeuta (quirogimnasia de calentamiento) Posición del paciente, poco cambiante y cómoda Posición del terapeuta, muy móvil Condiciones de la sala de masaje: camillas, ropas, etc. Sensibilidad al explorar:• Piel• Tejido celular subcutáneo• Músculos, fascias Conocimientos:• Anatómicos: músculos, planos musculares, articulaciones• Técnicos: tipo de movimientos, frecuencia, ritmo de la sesión, duración de la sesión, valoración de la eficacia, incidencias, aumento del dolor.

CUALIDADES DEL MASOTERAPEUTA

No todo el mundo puede ser masajista, del mismo modo que no todo el mundo tiene cualidades para la música o la pintura. Las cualidades artísticas son algo con lo que se nace. Y el masaje, en definitiva, es UN ARTE y como tal sólo podemos depurarlo.

El masajista debe tener unas cualidades psicológicas especiales. Debe saber “comunicar”, “percibir”. Además de tener una sólida preparación científica y técnica, debe poseer “intuición” y “creatividad”.

Sus manos deben cumplir una serie de requisitos y habilidades:

Elásticas, fuertes, ágiles, ligeras, blandas y no sudorosas.

Aptas para los movimientos, sin limitaciones en el miembro superior (juego hombro-muñeca-mano). Un terapeuta con problemas cervicobraquiálgicos u otra patología del miembro superior estará muy limitado para ser un completo masajista.

Los pulpejos de los dedos deben ser redondos, hábiles y sensibles a las variaciones tensionales de los tejidos que palpan, para apreciar de esta forma lo que tienen debajo.

En general las dos manos deben tener la sensibilidad suficiente para “sentir” al paciente (“manos que piensan”).

Las muñecas fuertes. Si presentan dolor por las largas sesiones, será necesario vendarlas, aunque de esta forma perderán parte de su flexibilidad y agilidad.

Las dos manos deben trabajar de manera rítmica, uniforme, combinada y coordinada. Unas veces de manera simétrica, otras asimétrica y otras alternante, pero siempre acoplándose a las prominencias y “altibajos” del cuerpo que se masajea.

En general la utilización de una sola mano no es aconsejable, salvo en técnicas especiales como automasaje, masaje reflejo podal o fricción transversa profunda de Cyriax.

Las manos del terapeuta deben permanecer siempre en contacto con el paciente. Para éste es conveniente no interrumpir el contacto físico a fin de evitarle la sensación de abandono o distracción. Incluso cuando es necesario aplicar nuevamente una crema, aceite, talco o cambiar de posición, una mano debe permanecer en contacto con el cuerpo del paciente. El sentido del tacto debe ser la vía de comunicación más eficaz entre paciente y terapeuta.

Las manos deben “sentir” a lo largo de una sesión de masaje cómo el paciente se va relajando a medida que se libera de la tensión y el estrés, y se alivia el dolor.

Las medidas higiénicas de aseo y lavado de manos serán tenidas en cuenta de manera escrupulosa.

Las uñas estarán cortas, bien limadas y limpias.

Los dedos estarán totalmente libres, no llevarán aros, anillos ni otros objetos de adorno.

Es fundamental que el masajista tenga buenos conocimientos de anatomía palpatoria. Debe aprender a palpar los distintos tejidos y zonas del cuerpo con destreza y habilidad. Al ejercitar la palpación también se mejora la sensibilidad y el tacto. La palpación se llevará a cabo a distintas profundidades, con distintas presiones más o menos intensas, según la profundidad y la consistencia de los tejidos a explorar. Es indispensable una correcta y completa palpación antes de la sesión de masaje. Debe realizarse con suavidad y precisión antes de utilizar cremas y lubrificantes.

En la mayoría de los casos al realizar las maniobras de palpación el masajista entrenado ya llega a conclusiones sobre el estado de la piel (seca, húmeda, grasienta, con antiguas cicatrices, poco desplazable), así como sobre la existencia en la piel de alguna lesión patológica a tener en cuenta: cicatrices adheridas o dolorosas, verrugas, melanomas, escamas, eccemas, nódulos. También la temperatura, la sensibilidad, el dolor, la existencia de edemas, puntos gatillo y zonas alteradas al palpar serán valiosos datos que se han de registrar. Todos ellos son alteraciones que se podrán percibir con una buena exploración palpatoria.

Al margen de los conocimientos anatómicos y el dominio de las técnicas que se van a aplicar, una buena ayuda la constituye conocer los puntos acupunturales y podales más importantes, ya que, al trabajarlos y hacer circular la energía, son un complemento importante para la buena evolución del paciente.

PREPARACIÓN DE LAS MANOS

“El masajista debe empezar su propia preparación antes de contactar con el paciente” (Margaret Hollis. Fisioterapeuta. Londres)

Independientemente de las cualidades innatas que debe poseer un masajista o terapeuta manual, es imprescindible que éste haya preparado adecuadamente sus manos antes de iniciar una sesión de masaje.

Para una preparación y una agilidad adecuadas, las manos del terapeuta deben ejercitarse de manera asidua, practicando sobre compañeros de trabajo, maniquíes, masas especiales, etc.

Otro aspecto importante es la QUIROGIMNASIA. Son recomendables una serie de ejercicios con ambas manos que sirven para:

Para fortalecer la flexión e hiperextensión de las articulaciones metacarpofalángicas y la apertura de la primera comisura interdigital (pulgar-índice).

Los flexores de los dedos son esenciales, así como el trabajo sincronizado del primer dedo con el resto de los dedos del bloque.

De esta forma unas manos fuertes, ágiles y sensibles están perfectamente dotadas para detectar los numerosos puntos y focos álgicos, músculos contracturados y zonas espásticas.

Las manos deben entrenarse y relajarse por espacio de uno o dos minutos antes de cada sesión, frotándolas y retorciéndolas entre sí (con el medio deslizante que se vaya a utilizar), con el fin de flexibilizar las articulaciones para que “entren en calor”, con lo cual el contacto con la piel del paciente será más agradable.

Las manos se mantendrán siempre calientes y relajadas para no provocar sobresaltos y contracturas en los pacientes.

Las manos deben “acariciar” suavemente la piel del paciente, provocando una sensación placentera, nunca desagradable, ni provocar aumento del dolor.

Las manos deben lavarse después de cada sesión de masaje y antes de tratar a un nuevo paciente. Está indicado efectuar el lavado con un jabón de glicerina que evita el deterioro y las agresiones dérmicas de las distintas pomadas, cremas, linimentos y aceites. También se puede usar una crema de manos hidratante. Deben cuidarse también las cutículas.

Antiguamente, para preservar las manos, se utilizaron guantes de franela o crin (Dr. Fraguas, médico valenciano, por el año 1906), cepillos con tubitos de caucho, bandas frotadoras, finas varitas de abedul, etc. Hoy son simple anécdota y piezas de museo.

LA SESIÓN DE MASAJE

CONSIDERACIONES TÉCNICAS

La sesión de masaje comenzará después de la exploración y maniobras de palpación, balances o tests oportunos, que deben quedar registrados adecuadamente en una de las numerosas fichas estándar que cada terapeuta debe confeccionar y custodiar.

Para facilitar la eficacia tendremos en cuenta una serie de elementos técnicos que son necesarios a lo largo de una sesión de masaje:

EL RITMO

Debe ser, por lo general, lento al principio de la sesión, rápido, enérgico y mantenido durante la mitad de la sesión, al final de la misma se vuelve a la lentitud, precisión y amplitud de maniobras, siempre de forma uniforme. Los movimientos rítmicos y suaves van a generar sensaciones de relajación que se difunden por todo el cuerpo.

LA INTENSIDAD

Como norma habitual se recomienda no efectuar brusquedades ni maniobras violentas al principio de la sesión. Pasar de ligera (suave) a pesada. Nunca será una técnica dolorosa. El provocar dolor o aumento de la contractura puede suponer la pérdida de todo el trabajo hecho anteriormente.

Un buen masaje debe producir una sensación agradable y relajante, si bien hemos de contar con el especial carácter, sensibilidad y momentos psicológicos de cada paciente, recordando que el umbral doloroso no es igual en todos.

Después de las manipulaciones generales iniciales y a medida que se trabaja una zona más específica, ésta se relaja superficialmente, de forma que permitirá al terapeuta trabajar los tejidos más profundos.

De esta manera al observar el paciente la sensación de relajación, adquirirá confianza y será más fácil trabajar zonas profundas, liberando tensiones, adherencias y favoreciendo la vasodilatación y el metabolismo local.

Esto permite que después de las manipulaciones lentas y superficiales (sedantes y relajantes) se pase a las más rápidas y profundas, aumentando la intensidad y rapidez, para la liberación de tensiones profundas.

Finalmente en las últimas maniobras -locales- seirá disminuyendo la intensidad y el ritmo hasta que ambos alcancen la suavidad de las maniobras iniciales, que son fundamentalmente deslizantes.

LA PRESIÓN

Se pasará gradualmente de superficial a media y profunda, sin provocar dolor ni sensación desagradable. La comunicación y expresiones del paciente como dolor, sensación agradable, gestos de retirada, etc., indicarán el grado de tolerancia y eficacia.

La presión depende también de la patología que se esté tratando, de la técnica aplicada y de la parte del cuerpo sobre la que se esté trabajando. Pero serán suficientemente enérgicas si se desea llegar a zonas profundas.

EL TIEMPO DE LA SESIÓN

No existe un baremo fijo. Depende de la extensión de la zona a tratar, de la sensibilidad del paciente y de la patología que se trata e incluso de la creatividad, eficacia y disciplina del terapeuta. Como norma general, para que una sesión de masaje clásico o quiromasaje sea eficaz, requiere ser aplicado durante veinte a treinta minutos. A lo largo de este tiempo se establecen pequeñas pausas para:

Cambiar de posición al paciente.

Relajar las manos del terapeuta.

Nuevas aplicaciones del medio deslizante adecuado.

Cambiar de zona topográfica de masaje y/o de maniobras.

Desplazarse en torno a la camilla-paciente.

Algún masaje en especial también precisa unos tiempos más concretos. Así, por ejemplo, un masaje general o relajante (tipo californiano) exige más tiempo, entre 40 y 60 minutos y aplicar distintas maniobras según la zona a tratar. Una fricción transversa profunda de Cyriax, o un masaje de Vogler, que son fatigantes para el terapeuta y dolorosos para el paciente, suelen durar inicialmente menos tiempo, entre 5 y 15 minutos.

Generalmente una sesión diaria de masaje es suficiente, aunque podría repetirse según el criterio facultativo. En caso de que el masaje se utilice como parte de un programa de rehabilitación, la sesión suele ser previa al tratamiento cinesiterápico. No obstante, al final de la sesión de rehabilitación es beneficioso otro masaje ligero, con efecto sedante o de “descarga”.

Tanto el paciente con el terapeuta deben adoptar una posición cómoda. El primero estará preferentemente acostado sobre la camilla o colchoneta. Si el paciente se siente cómodo, la sesión será más eficaz porque el paciente se entregará más, evitando posiciones molestas, incómodas, que resten eficacia a la técnica.

Para facilitar posiciones más cómodas de relajación, podemos ayudarnos de diversas cuñas, cojines, almohadas, reposacabezas e incluso camillas articuladas. De esta forma también se asegura el mejor acceso del terapeuta a la zona o región que se vaya a tratar.

MEDIDAS DE APOYO: CREMAS, POMADAS, GELES, ETC.

Con el objetivo de facilitar el deslizamiento de las manos sobre el cuerpo del paciente, se puede utilizar una serie muy variada de productos según la modalidad de masaje, las técnicas y preferencias del masajista y el paciente.

Los más utilizados son los aceites de oliva (mancha la ropa), de coco, girasol, almendra, cártamo, jojoba, etc., que pueden ser puros o aromáticos. El de piel de albaricoque, aunque caro, resulta excelente para pieles delicadas como la de los niños.

Cada tipo de aceite posee unas características específicas de densidad, absorción y viscosidad. Como deslizantes también se puede utilizar: talco, almidón, vaselina, lociones y diversos productos farmacológicos en forma de pomadas y cremas de base oleosa, sprays, geles, etc.

Todos ellos son válidos como deslizantes de la mano sobre la piel, que es lo que fundamentalmente se persigue en la mayoría de los casos. En cambio, en su mayoría, son dudosas sus cualidades analgésicas y antinflamatorias inmediatas, ya que su penetración tiene más sentido teórico que práctico.

Cualquier medio deslizante deberá aplicarse a una temperatura adecuada, tibia, que haga las manos más agradables a los contactos del masajista y lubrifique eficazmente la piel.

Una importante medida a tener en cuenta será no utilizar cremas, pomadas o medios grasos deslizantes si después de la sesión de masaje se va a someter al paciente a una sesión de electroterapia de baja frecuencia, ya que estas materias son aislantes y restan eficacia al interponerse entre el electrodo y la piel del enfermo.

En medicina del deporte se puede utilizar además los linimentos de penetrante olor que, además de una teórica vasodilatación superficial (rubefacientes), provocaban ciertos efectos balsámicos y psicológicos por su fuerte olor a mentol, eucalipto, etc. (“olor a vestuario”). Estos productos se vienen utilizando desde hace muchos años (fig. 8.1).

En forma tópica se puede emplear también la capsaicina (alcaloide natural presente en la guindilla, cayena o el pimiento picante), realizando un suave masaje local tras la sesión principal. Su uso es preferentemente para el alivio del dolor.

Hoy son numerosas las casas comerciales que fabrican diversos productos que gozan de la aceptación de muchos deportistas, entrenadores y masajistas del deporte por las ventajas que –supuestamente– producen en los diversos momentos del masaje, ya que existen cremas para antes, después de la competición, para el descanso, el dolor, las contracturas, piernas cargadas, cansadas, con agujetas, etc.

Son de especial interés en climas fríos y cuando se necesite un calentamiento superficial. Si se los aplica durante un lapso prolongado de tiempo, penetran profundamente en la piel originando una gran vasodilatación superficial que puede restar o robar sangre arterial al músculo, lo cual no deja de ser un factor negativo para el calentamiento y posterior rendimiento muscular.


Figura 8.1. Linimento Sloan

Anteriormente mencionábamos los aceites aromáticos, tan en boga a partir de los años 1920, introducidos por el químico francés Gattefosse. Se obtienen de diversas plantas naturales con mezclas de sustancias químicas, las cuales suelen poseer alguna propiedad terapéutica. Las esencias (de pétalos de rosa, lavanda, azahar, jazmín, sándalo, incienso, eucalipto, salvia, etc.) se adquieren concentradas (son muy caras) y suelen diluirse en un aceite esencial suave y poco denso (de almendra, de soja, pepita de uva, melocotón o germen de trigo).

Existen terapeutas e incluso pacientes que dan suma importancia y énfasis al empleo de aceites aromáticos. Nosotros defendemos que el verdadero efecto terapéutico se encuentra en un buen masaje y que estos vehículos nos ofrecen un buen, suave y aromático medio deslizante. En todo caso dejamos una puerta abierta a una técnica natural denominada aromaterapia, que está avanzando a grandes pasos y que tiene muchos adeptos y defensores, pero que no es motivo de este capítulo.

Por último, las dudas existentes sobre la eficacia real de los productos farmacológicos (cremas, sprays, espumas), que son los denominados AINES tópicos (antinflamatorios no esteroideos, analgésicos y antirreumáticos). Entre estos productos destacan los piroxicanes, ketoprofen, piketoprofen, indometacina, diclofenac, etofenamato, fepradinol, etc.

El complejo mecanismo que se requiere para una buena absorción percutánea, penetración, difusión o concentración en el foco lesional (con un vehículo excipiente inocuo y farmacológicamente compatible con el principio activo) aún no está totalmente esclarecido.

Tampoco se conoce bien el proceso de la penetración: ¿Van al foco doloroso? ¿Se difunden por todo el organismo pasando a vía general? El Dr. Jaume Albareda habla de que “los aceleradores de la absorción percutánea funcionan de una forma mal conocida”. También dice “… su mayor defecto puede radicar en el hecho de su poca especificidad para los principios activos”. De hecho, parece ser que la mayoría de estos productos (muchos todavía en fase experimental) se unirían a los fosfolípidos a nivel de las membranas celulares de los tejidos subcutáneos, donde ejercen su actividad analgésica y antinflamatoria.

En fin, las dudas siguen ahí. De hecho estos preparados farmacológicos (AINES) en su forma tópica suelen poseer cualidades válidas: son buenos deslizantes, refrescantes, no manchan ni engrasan, algunos tienen efectos térmicos y vasodilatadores, y son buenos hidratantes.

Las contraindicaciones son escasas o nulas, ya que no suelen irritar la piel ni ocasionar problemas de intolerancia, fotosensibilidad, prurito, etc.

Consejos

El medio más sencillo, eficaz, cómodo y económico es un buen aceite vegetal, con la única condición de que no tenga un olor desagradable.

No utilizar ningún producto deslizante para masaje acupuntural y técnicas del tipo Vogler y Cyriax (fricción profunda). Tampoco se debe usar en manipulaciones.

No son aconsejables los polvos (talco, etc.) por diversas razones como:

No son tan buenos deslizantes como los aceites.

Poseen el inconveniente de obstruir los poros de la piel.

Con el sudor del paciente suelen formar una masa desagradable y difícil de retirar.

Usarlos sólo en los casos específicos en que no sea soportable el aceite o no se tenga a mano.

Después de la sesión realizar la limpieza de la sustancia deslizante que no se haya absorbido.

LA SALA DE MASAJE

Debe ser una estancia confortable, ordenada, limpia y sin ruidos. Como complemento será necesario que posea una temperatura agradable a fin de facilitar la relajación y eliminación de tensiones. Se aconseja entre 24 y 30 ºC aproximadamente. El ambiente no será muy seco. Lo ideal es un 50% de humedad.

Una lámpara de rayos infrarrojos, cercanos a la camilla de masaje, puede ser un elemento auxiliar valioso en las ocasiones en que se desee aplicar en forma de termoterapia superficial para calentar la zona a tratar. Secundariamente caldeará el medio ambiente de la sala. No obstante, lo que se impone en un buen centro de rehabilitación o instalación fisioterápica es el aire acondicionado.

Las paredes podrán tener colgado algún motivo agradable y su color será preferiblemente el verde claro, que como todos sabemos es un color relajante. Se huirá de los colores chillones y motivos excitantes. También hay una tendencia a los colores denominados “calientes” (rojo, naranja) por la sensación de temperatura que provocan. Se podrá cubrir las paredes con un papel o tela de tacto agradable.

Unido a lo anterior, una melodía suave y relajante creará el ambiente ideal para aumentar la receptividad y combatir la tensión. Hoy está perfectamente establecida la influencia de los sonidos sobre la mente. Determinado tipo de música es un excelente antídoto ante las dificultades y tensiones de la vida, ya que ayuda a armonizar la mente y facilita la relajación.

Los entusiastas de la musicoterapia confirman que la música facilita que la mente llegue a generar ideas bajo ciertos sonidos o melodías. Una melodía estridente es capaz de generar ideas o actos violentos. Un sonido o melodía suave genera en la mente ideas armónicas y una sensación de calma, e induce a la relajación. Incluso una personalidad muy angustiada puede ceder ante unos sonidos melódicos y suaves. Hoy existen numerosas composiciones de música relajante, especialmente grabadas para las sesiones de masaje y técnicas físicas, espirituales y mentales de yoga. Pero una ligera música ambiental, preferentemente instrumental, suele ser suficiente para crear el ambiente propicio y constituye otro elemento importante para facilitar una sensación de calma, tranquilidad física y adecuada relajación.

Al principio comentábamos que la sala, gimnasio o box de masaje debe ser una estancia limpia y ordenada. También tendremos en cuenta el olor, que ha de ser agradable, con sensación de frescor (ozono, por ejemplo), dejando para otras salas de masaje los ambientadores y aromatizadores exóticos que evoquen otro tipo de técnicas orientales.

La iluminación de la sala de masaje debe ser adecuada, no muy intensa, que no moleste la vista del paciente y el terapeuta, pero no hay que adoptar tal pobreza de luz que produzca sensación de angustia. Lo ideal es una iluminación natural por amplios ventanales. Si es artificial, la más adecuada será la fluorescente porque su color se aproxima más a la natural.

El recogimiento y la intimidad del paciente deben ser siempre respetados y tenidos en cuenta. Hay que evitar los “mirones” y las visitas desagradables e inoportunas, pues podrían provocar tensiones, romperían el ritmo de la sesión y crearían un clima de recelo.

LA CAMILLA DE MASAJE

Ha de tener unas dimensiones adecuadas para permitir la acomodación del paciente y los movimientos armónicos y precisos del terapeuta.

El plano sobre el que se asiente el enfermo tendrá unas dimensiones de 70 x 180 centímetros.

Debe ser acolchada y ligeramente mullida para asegurar la relajación y evitar el apoyo molesto de las prominencias óseas sobre un plano duro. El almohadillado puede ser de gomaespuma recubierto por un tejido de skay agradable al tacto.

Sobre la camilla se colocará siempre una sabanilla blanca y limpia, la cual se cambiará para cada paciente.


Figura 8.2. La sala de masaje, limpia, confortable y sin ruidos

La altura de la camilla variará dependiendo de la altura del terapeuta. Éste no debe estar excesivamente flexionado para evitar los dolores lumbares por mala postura. No ha de ser muy alta (siempre en relación con la estatura del terapeuta) para poder abarcar todo el campo y el cuerpo del paciente. De este modo el terapeuta se podrá ayudar del peso de su propio cuerpo además de sus manos para maniobras como las presiones. La altura estimada ideal es aquella en la que la camilla queda al nivel de las caderas del terapeuta.

Al lado de la camilla debemos disponer una amplia variedad de cuñas, cojines, rulos, etc., que facilite los apoyos y las posiciones de relajación más adecuadas de los pacientes.

El terapeuta debe situarse siempre a los lados de la camilla y en ocasiones (masaje cervical) a la cabeza o a los pies (drenaje linfático, sacudidas, vibraciones).

La camilla estará suficientemente separada de las paredes de la estancia a fin de facilitar una buena movilidad del terapeuta.

En ciertos tipos de masaje, por ejemplo el shiatsu, el paciente no se coloca en camilla sino en el suelo o la colchoneta. En esta modalidad el terapeuta trabaja de rodillas sobre el paciente. Goza de mayor libertad de movimientos y utiliza de una manera más eficaz su propio peso para favorecer la acción de las manos y los hombros, aliviando el cansancio.

Insistir en la postura del masajista a lo largo de las sesiones de masaje es importante con el fin de prevenir dolores de espalda, problemas circulatorios de miembros inferiores y ahorrar esfuerzos físicos.

A prevenir dolores, favorecer la fluidez de movimientos y la eficacia del masaje contribuye también la posición de las extremidades inferiores, de los pies y el movimiento de estos. Los pies deben permanecer separados para garantizar la posición correcta de piernas, rodillas, espalda y hombros. La denominada “posición del arquero”, es la más conveniente, dinámica y favorecedora de la movilidad en torno a la camilla del paciente, a la vez que facilita los desplazamientos y ayuda a utilizar eficazmente el peso corporal y los hombros para realizar presiones sobre el cuerpo del paciente sobre el cual debe trabajar abarcándolo ampliamente. El permanecer un pie por delante del otro con un lado en ligera flexión de cadera, rodilla y tobillo y el otro en extensión de cadera, rodilla y flexión dorsal de tobillo permite al terapeuta inclinarse sobre la camilla y el paciente, preservar la región lumbar y ejercer unas presiones más eficaces, ahorrando energías. La movilidad de ambos pies es otro de los puntos básicos para realizar pequeños y eficaces desplazamientos en torno a la camilla. Todo lo referente a la postura, tanto del masajista como del paciente, se trata más extensamente más adelante, en el apartado sobre posturología (al final de este capítulo).

EL SENTIDO DEL MASAJE

Es necesario que las maniobras se realicen de una manera ordenada, simétrica y con una técnica precisa. En toda sesión de masaje clásico (sueco) las manos deberán seguir una dirección adecuada de acuerdo con las líneas que se reseñan en la figura 8.3. Observaremos que en la mayoría de los casos van dirigidas de la periferia al corazón.

Estas líneas, denominadas líneas clásicas del masaje, son paralelas a las grandes masas musculares de cada región, que respetan a la vez los grandes vasos y los trayectos nerviosos periféricos.

Se comienza por las zonas más periféricas de las extremidades (pies y manos) para avanzar hacia el centro del cuerpo. Hay escuelas que prefieren comenzar el masaje en el abdomen y región lumbo-sacra para después avanzar en sentido centrífugo. Son escasas las técnicas aplicadas en tal sentido, tratándose de masaje clásico, ya que al aplicar tal dirección las válvulas de los conductos linfáticos y venas superficiales podrán resultar dañadas. Por ello nos decantamos por la primera opción, que facilita el flujo de retorno del sistema linfático y venoso. Esto hace que el proceso de recuperación sea más efectivo.


Figura 8.3. Dirección que deben seguir las manos en una sesión de masaje clásico

La dirección del masaje del tronco estará determinada por la causa a tratar, la mayor efectividad de las manos y técnicas a emplear. Aunque aquí no es tan importante tener en cuenta la dirección de la corriente venosa y linfática, como norma general es aconsejable combinar maniobras longitudinales y transversales para que el masaje no sea exclusivamente en una dirección.

Estas líneas sólo se tendrán en cuenta para las maniobras iniciales de masaje, pasando posteriormente a áreas más precisas donde puede ser necesario seguir otras direcciones según las distintas maniobras o técnicas de masaje que se esté aplicando.

LOS PUNTOS DE APLICACIÓN DEL MASAJE

Son múltiples. De ellos hemos de destacar las aplicaciones más habituales del masaje con fines terapéuticos:

1. Sobre la piel (superficial).

2. Sobre el tejido celular subcutáneo (masaje del tejido conjuntivo).

3. Sobre los músculos

a) Sobre grandes masas musculares. Actúa elastificándolas.

b) Sobre inserciones tendinosas, ligamentos y fascias. Actúa aumentando la circulación y el volumen de la masa muscular.

4. Sobre articulaciones

a) Superficiales.

b) Profundas (de difícil acceso).

Siempre que no exista inflamación activa (artritis), se debe aplicar el masaje acompañado de breves estiramientos suaves hasta llegar al punto de resistencia, procurando siempre no provocar dolor con las maniobras y movilización (flexibilización).

5. Sobre el hueso (masaje profundo)

a) Actúa indirectamente al hallarse habitualmente el hueso rodeado de tejido muscular.

b) Sobre las prominencias óseas, se actúa preferentemente sobre las inserciones tendinosas que terminan en ellas.

6. Sobre diversas vísceras (en los masajes reflejos y reflexoterapia).

7. Sobre el sistema nervioso periférico (terminaciones y nervios periféricos) e indirectamente sobre el sistema nervioso central (masajes reflejos), estimulando los primeros y por vía refleja sobre el SNC, que genera la producción de sustancias mediatrices (encefalinas y endorfinas), las cuales favorecen la eliminación del dolor y del espasmo.

8. Sobre la circulación sanguínea arterial y venosa, acelerando su llegada al músculo (arterial) y activando su regreso al corazón (venosa).

9. Sobre la circulación linfática: activando su circulación y mejorando su misión de drenaje. (Recuérdese que las maniobras del drenaje linfático son sustancialmente distintas, ya que la linfa circula unas seis veces más lenta que la sangre venosa.)

10. Sobre puntos acupunturales o de shiatsu e indirectamente sobre órganos internos (acelera el peristaltismo intestinal y mejora el funcionamiento del aparato digestivo).

11. Sobre el tejido adiposo: disminuye los depósitos grasos al acelerar la lipólisis, al efectuar maniobras enérgicas.

12. Sobre el metabolismo: lo acelera incrementando la cantidad de orina al aumentar el filtrado del riñón por movilización de los líquidos tisulares.

13. Sobre la psique del paciente: propiciando analgesia, sedación y relajación.

LO QUE NO SE DEBE HACER

Los errores más frecuentes del terapeuta a lo largo de la sesión de masaje que se pueden observar son:

Tener prisa o impaciencia por parte del paciente y terapeuta. Hay que olvidarse del reloj y del horario antes de comenzar las maniobras.

El terapeuta no puede permanecer estático, sentado o muy cómodo.

No puede inhibirse en la aplicación de las manos.

No debe amasar inicialmente los músculos, ignorando las técnicas elementales previas del masaje.

No se debe adoptar posiciones incómodas ni para el paciente ni para el terapeuta.

El terapeuta no debe tener las manos frías, uñas largas, contacto desagradable.

No debe realizar maniobras violentas que provoquen dolor o lo aumenten.


Figura 8.4. No tener prisa


Figura 8.5. No inhibirse al dar masaje

Insistir en maniobras de masaje si el dolor se hace más intenso o aumenta la contractura muscular.

La ropa impide la aplicación correcta del masaje y el correcto control del paciente. Debe reducirse la vestimenta al máximo posible.


Figura 8.6. No realizar maniobras violentas


Figura 8.7. No realizar maniobras violentas

No deben realizarse cambios bruscos del ritmo de masaje o de técnicas.

No dar masaje cuando el paciente se encuentre realizando otras labores.

No perder contacto con la superficie corporal del paciente.

No tener ventanas abiertas, ambientes fríos ni húmedos.

ZONAS PELIGROSAS… ¡PRECAUCIÓN!

Las estructuras delicadas, con más riesgo, y en las que el masajista debe guardar la máxima precaución para evitar complicaciones y problemas desagradables son:

1) Nervios. Al pinzarlos, estrujarlos o machacarlos se puede provocar neuropatías agudas, por lo que es de la mayor importancia conocer sus trayectos periféricos.

2) Vasos sanguíneos. El pinzado o estrujamiento, especialmente sobre las arterias, puede provocar isquemias que de todas formas suelen ser pasajeras. En las venas, que son más delicadas, pueden producirse incluso roturas con las consiguientes hemorragias.

3) Ciertos órganos internos. Deben respetarse los órganos cercanos a la superficie y aquellos cuya localización especial los haga susceptibles de ser comprimidos o pellizcados en las maniobras agresivas (riñón, útero, etc.).

4) Acumulaciones de ganglios linfáticos. Ciertas maniobras cuando los ganglios linfáticos están inflamados pueden provocar serias complicaciones.

Son especialmente peligrosas sobre estas zonas las maniobras agresivas de pinzamientos, estrujamientos y las percusiones ejecutadas sobre estructuras duras como los huesos.

EL MASAJE…. ¿DEBE PROVOCAR DOLOR?

Existen fundamentalmente tres tipos de sensaciones álgicas al tratar el tema “dolor y masaje”:

Dolor agradable (dolor curativo lo han denominado).

Dolor soportable.

Dolor insoportable (presión excesiva).

Si a este respecto hacemos una valoración subjetiva del masaje, la opinión más generalizada es que éste debe provocar una sensación física agradable pero nunca aumento del dolor y de la contractura muscular.

LOCALIZACIÓN TOPOGRÁFICA DE LAS ZONAS PELIGROSAS
CABEZA Zona orbitaria y ojos Salida de los ramos del facial Articulación temporomaxilar (cercana y ramos del facial)
CUELLO Y CARAANTERIOR DEL TRONCO Triángulo anterior del cuello Arteria carótida Vena yugular Tráquea Cartílago tiroides Glándula tiroides Plexo braquial en cuello y axila Apéndice xifoides Costillas flotantes Ovarios. Útero Al realizar masaje abdominal Hígado Bazo Colon
ZONA POSTERIOR DEL CUELLO Y ESPALDA Riñones (percusiones, golpeteo)
MIEMBROS SUPERIORES Braquial (cuello, brazo) Axila (ganglios linfáticos y nervios) Venas basílica y cefálica
MIEMBROS INFERIORES Triángulo de Scarpa Nervio ciático Hueco poplíteo Safena interna Nervio peroneo (cerca de la cabeza del peroné)





Figura 8.8a-d. Zonas peligrosas**: a. cabeza; b. espalda; c. extremidad superior; d. cara anterior del tronco.



Figura 8.8e-f. (Continuación) Zonas peligrosas**: e. extremidad inferior, vista anterior y posterior del muslo; f. extremidad inferior, vista lateral de la pierna

Al menos en las primeras sesiones debe ser analgésico hasta lograr la relajación, sedación y confianza del paciente, salvo en ciertas personalidades ciclotímicas y en pacientes con bajo umbral de sensación dolorosa, es decir, con hipersensibilidad algógena (ansiedad, depresión, histerismo, hipocondría, obsesión, estrés), los cuales manifiestan dolor a cualquier maniobra, pero que curiosamente suelen ser los que más y mejor toleran las técnicas más violentas de masaje.

No obstante, será conveniente advertir al terapeuta de los casos en que se desencadena dolor o aumento del dolor en condiciones basales no dolorosas, o dolor insistente y repetitivo. En estas circunstancias algo puede ir mal y será preciso reconsiderar el caso o diagnóstico incorrecto o técnicas fisioterápicas aplicadas. Para ello es necesario que el terapeuta observe meticulosamente al paciente y los efectos del tratamiento a fin de valorar la necesidad de un cambio.

En resumen, en general el masaje es una terapia que debe provocar sedación, analgesia o estimulación, en algunos casos sensación de dolor-agradable, salvo en las condiciones excepcionales ya comentadas.

Estas “sensaciones dolorosas” las clasificamos en tres grupos:

a) Las que paradójicamente buscan la analgesia mediante provocación de dolor.

b) Técnicas necesariamente más o menos dolorosas: Cyriax, Vogler-Kraus (periostio), Waterwald (pinza rodante). Estas técnicas se utilizan en miogelosis, mialgias de sobrecarga, celulalgias, etc.

c) Masaje psicológico del deportista. En este tipo de masaje, la provocación de cierta sensación dolorosa o desagradable de forma intencionada le suele provocar al deportista la analgesia deseada.

En los casos de maniobras habituales –acariciamiento, presiones, percusión, amasamiento, digitopresiones, vibraciones, maniobras de drenaje linfático, etc.–, el masaje no debe generar nunca exacerbación dolorosa como resultado final a su aplicación, si bien la respuesta individual suele ser variable.

NORMAS SIMPLIFICADAS PARA UN MASAJE ÓPTIMO

Para que una sesión de masaje sea eficaz es necesario recordar unas normas básicas que se resumen en lo que llamamos “regla del 3 x 3”:

1. Tres medidas, previa exploración-palpación:

Preparar previamente la zona con calor o frío.

Ambiente relajado (estancia, camilla, etc.).

Manos hábiles, sensibles y calientes.

2. Actuar a tres niveles de profundidad progresivamente:

Piel (superficial) en zona amplia.

Tejido celular subcutáneo (medio), más concreto.

Músculo (profundo), sobre puntos precisos.

3. Por un tiempo de:

Tres minutos por cada zona o área a tratar.

De superficie a profundidad.

Si el terapeuta o el paciente tienen prisa, no dar masaje. Se pierde un tiempo precioso y lo que es peor, ambos quedan mal y se desprestigia esta valiosa técnica terapéutica.

Tener en cuenta estas sencillas normas será suficiente para que una sesión de masaje sea capaz de transmitir sedación, relajación, confianza y optimismo al paciente. Y estos puntos ya son un buen indicio de eficacia terapéutica.

Independientemente debemos establecer que en cualquier parte del cuerpo que vayamos a tratar con masajes han de estandarizarse las secuencias siguientes y más o menos en este orden:

1. Acariciamiento superficial (toma de contacto).

2. Frotaciones largas, de superficiales a profundas.

3. Presiones o fricción.

4. Amasamiento.

5. En ocasiones, nuevas presiones.

6. Nuevo acariciamiento de profundo a medio y finalmente superficial. Igual en ritmo, intensidad y cadencia que cuando se inició la sesión.

Si disponemos de más tiempo y se trata de una lesión muscular más o menos grave, las secuencias serán:

1. Acariciamiento superficial.

2. Acariciamiento profundo.

3. Amasamiento.

4. Fricción profunda (o deslizamiento según el tipo de lesión).

5. Nuevo acariciamiento profundo.

6. Estrujamiento.

7. Acariciamiento superficial (final relajante).

LOS CONSEJOS DE LOS EXPERTOS

QUIROGIMNASIA O GIMNASIA MANUAL

CLAUDIO MAZÈRES MONGE

Quiromasajista

OSCAR MAZÈRES FERRER

Quiromasajista

En general todas las personas obtienen a lo largo de su vida una cierta habilidad manual, que en algunos casos llega al virtuosismo debido principalmente al desarrollo de las actividades de la vida cotidiana y también, por supuesto, a la herencia genética, de la cual obtenemos unos genes que nos encaminan con mayor predisposición hacia ciertas actividades.

LO QUE SE REQUIERE PARA QUE UN MASAJE SEA EFICAZ
Diagnóstico correcto Indicación precisa Preparación científica
Un par de manosÁgilesDiestrasNo agresivasEntrenadas DelicadasNo fríasSensiblesCon conocimientos técnicos y anatómicos
Mantener constantes y uniformesRitmoEnergíaFluidezManiobras
Posición idóneaPaciente: estático, relajadoTerapeuta: móvil, con libertad de movimientos
LocalLimpieza escrupulosaAmbientaciónIntimidadCamilla adecuadaCuñas, rulos, sabanillas…
LubrificantesCremas, pomadas, aceites, geles Eficacia discutible y polémica Tan sólo son buenos deslizantes Dan “olor”Penetran escasamenteSin acción analgésica inmediataSi producen gran vasodilatación, “roban” sangre al músculo

Aun así creemos conveniente resaltar que la técnica desarrollada en el quiromasaje hace muy necesaria la preparación de las manos, realizando una serie de movimientos pensados y dedicados exclusivamente a la obtención y mejora de las manipulaciones que van a conformar cualquier tratamiento basado en el quiromasaje.

Estos movimientos van a ser utilizados por la mayoría de los profesionales en la preparación de sus manos momentos antes de iniciar un masaje a un paciente.

La mayor parte de la quirogimnasia entraña una dificultad añadida para el inexperto debido a que los movimientos se deben realizar con la máxima amplitud posible, produciendo en la mayoría de los casos un dolorimiento en las siguientes 24 horas.

Es aconsejable la práctica de estos movimientos, especialmente por los masajistas inexpertos que aún no han conseguido adquirir una buena práctica para ejercer las manipulaciones.

Los diversos movimientos que a continuación se exponen forman un pequeño compendio de maniobras útiles para el logro de una buena técnica de las manipulaciones del quiromasaje:

1. Movimiento de giro lateral de los dedos de forma que hacia el lado derecho el dedo pulgar quede montado sobre el lado lateral del dedo índice y en el movimiento hacia la izquierda el dedo pulgar quede escondido en la palma de la mano (fig. 8.9).

2. Circunducción dedo a dedo (fig. 8.10).

3. Rotación dedo a dedo (fig. 8.11).

4. Hiperextensión: dedo a dedo, forzando al máximo el movimiento (fig. 8.12).

5. Hiperextensión de toda la mano desde las eminencias tenar-hipotenar hasta las yemas de los dedos (fig. 8.13).

6. Presión de ambas manos, separando las palmas y efectuando una cierta fuerza de dedos (fig. 8.14).

7. Entrecruzar los dedos y realizar un estiramiento de ambas manos haciendo una rotación interna (fig. 8.15).

8. Volviendo a la posición anterior, entrecruzar los dedos y pasar los pulgares hacia arriba y debajo de ambas manos (fig. 8.16).


Figura 8.9. Giro lateral


Figura 8.10. Circunducción


Figura 8.11. Rotación


Figura 8.12. Hiperextensión del dedo


Figura 8.13. Hiperextensión de toda la mano


Figura 8.14. Presión de ambas manos

9. Otra variedad del ejercicio del pulgar consiste en abrir la mano y dejar los dedos flexionados. En esta posición, pasar la yema del dedo pulgar por las uñas de los demás dedos, comenzando por el dedo meñique y acabando en el dedo índice. Flexionar el dedo pulgar y volver a empezar el movimiento en la uña del dedo meñique (fig. 8.17).

10. Circunducciones de muñeca (fig. 8.18).

11. Todas las manipulaciones que intervienen en el masaje requieren una total concentración y una no menos sincronización de ambas manos. Para ello, este ejercicio consiste en golpear la palma de una mano con el puño de la otra mano, alternado con rapidez ambas manos. Con ello se irá adquiriendo una gran sincronización física y mental (fig. 8.19).


Figura 8.15. Entrecruzar dedos con rotación interna


Figura 8.16. Entrecruzar dedos con pulgares hacia arriba y abajo


Figura 8.17. Dedos flexionados

12. Pasamos a los ejercicios de muñeca. Estos movimientos van a ser muy útiles para realizar las llamadas “manipulaciones de percusión”, ca-chetes, palmadas, etc. El ejercicio consiste en efectuar con el puño cerrado unos movimientos de circunducción de ambas muñecas, siempre alternadas, hacia la derecha y hacia la izquierda (fig. 8.20).



Figura 8.18a-b. Circunducciones de muñeca

13. Siguiendo con los ejercicios de muñeca y abriendo los puños, iremos efectuando con cierta rapidez flexión y extensión-aducción y abducción de las manos (fig. 8.21).

14. Finalizamos la sesión quirogimnasia con una frotación de ambas manos con cierta energía. De esta manera tendremos las manos y las articulaciones de los dedos preparadas para realizar a plena satisfacción todas las maniobras que requieren un buen QUIROMASAJE (fig. 8.22).


Figura 8.19. Golpear la palma de la mano con el puño de la otra


Figura 8.20. Movimientos de circunducción con el puño cerrado


Figura 8.21. Flexión, extensión-aducción y abducción de las manos


Figura 8.22. Frotación de ambas manos

CONDICIONES PARA QUE UN MASAJE SEA EFICAZ

DRA. Mª JESÚS VÁZQUEZ DOCE

Médico

POR PARTE DEL PACIENTE

Debe estar relajado para que el tratamiento sea eficaz.

Debe ser perceptivo, por lo que tiene que tener fe en el tratamiento.

Debe ser sincero con el terapeuta y comunicarle sus miedos, sus dolores, sus dudas.

Debe contarnos cuál es realmente su estado de salud.

Debe tener tiempo. No es bueno llegar “echando la lengua fuera”, ni salir deprisa y corriendo. Así el resultado que obtenemos es mucho peor.

Debe ser un paciente “paciente”, es decir, debe tener paciencia, porque ningún problema por pequeño que sea se soluciona de un día para otro. Los beneficios del masaje, de cualquier tipo de masaje, se notan con el paso del tiempo, ya que los efectos son acumulativos.

No debe comer antes de la sesión de masaje.

Debe abrigarse bien, ya que el masaje eleva la temperatura corporal y es fácil enfriarse después.

No debe callar lo que no le guste en relación con el masaje, el masajista y el lugar del tratamiento.

Es conveniente que beba bastante agua después de la sesión de tratamiento.

POR PARTE DEL TERAPEUTA

A la hora de hablar de las condiciones para un buen masaje, hemos de tener en cuenta que el masaje está cambiando de ser un servicio a la salud a ser un servicio accesible al público en general.

Piensa que cada paciente es un individuo que puede elegir a cualquier masajista, pero que te ha elegido a ti por lo que tienes que ofrecer. Por tanto, debes enfocar tus esfuerzos en mantener esa imagen, ya que es ella la que anuncia lo que eres.

Aprende de tus pacientes, sé perceptivo, porque, si algo no les gusta, aunque no te lo digan a ti, se lo dirán a otras personas. Además hemos de tener en cuenta que hay muchas personas con determinadas barreras psicológicas para el masaje, ansiedad ante la desnudez, ante el propio cuerpo, miedo al contacto físico con un desconocido, sensación de derroche por gastar dinero en el bienestar propio, etc. Por todo ello, el masajista debe tener también algo de psicólogo.

Otro punto a tener en cuenta es que el resultado del masaje no depende sólo del trabajo de nuestras manos. Es muy importante conseguir que el paciente se sienta cómodo, seguro, relajado, confiado, por lo que no debemos hacerle daño, ni “rebozarlo” en aceites. No debemos acceder a determinadas zonas sin su permiso previo, no debemos extendernos demasiado en el tiempo, no debemos contarle nuestra vida.

Lo que sí debemos hacer

Buscar la comodidad del paciente.

Escucharlo si quiere hablar, pero no forzarlo ni aturdirlo.

Explicar lo que le vamos a hacer, para qué y qué es lo que va a sentir.

Observarlo, sobre todo si no es un paciente muy comunicativo. Esta observación nos dará más información que él mismo.

Personalizar los masajes. Si siempre hacemos las mismas secuencias, será rutinario, aburrido y de muy baja potencia terapéutica. Además, no debería haber dos masajes iguales porque no hay dos personas iguales.

Recordar que la persona que recibe el masaje es alguien especial que ha puesto su confianza en nosotros. El resultado de lo que hacemos está en relación directa con el paciente, es totalmente dependiente de sus reacciones.

Estar totalmente relajados durante el masaje. No debemos transmitir nunca al paciente nuestra propia tensión.

Tenemos que haber sido pacientes alguna vez, porque, de lo contrario, nunca sabremos lo que sienten ellos si nosotros no lo hemos sentido. Me gustaría hacer hincapié en este punto que me parece fundamental. La única manera de saber lo que pasa por la cabeza de la persona que tenemos tendida en nuestra camilla de tratamiento, cuáles son sus miedos y sus sensaciones, es haberlo sentido nosotros antes. Sólo así podremos ayudarles de verdad.

Hacernos a la idea previamente de lo que queremos conseguir con nuestro masaje.

Ser muy intuitivos, es decir, “escuchar a nuestros sentidos”, sobre todo el tacto, que debe estar muy desarrollado para poder “leer” en el cuerpo del paciente cuál es la parte que nos necesita más.

Tener unos conocimientos exhaustivos de anatomía y fisiología para saber qué es lo que estamos tocando, qué es lo que falla, cómo debería estar, etc. Éste es otro de los puntos que me parecen básicos. El masajista debe conocer a la perfección lo que va a tocar, lo que llamaríamos anatomía palpatoria. Es la única forma de que nuestro trabajo sea eficaz. Además de esto hay que estar siempre abierto al aprendizaje y a la mejora. Nunca se sabe suficiente ni se es suficientemente bueno, aunque seas “el mejor”.

Nuestro lugar de trabajo tiene que estar limpio, aireado y a una temperatura agradable. El resultado de nuestro trabajo depende mucho de la imagen que el paciente tenga de nosotros, por eso es muy importante que nosotros, nuestro vestuario y nuestro lugar de trabajo hablen de limpieza y seguridad.

Olvídate de anillos, pulseras, reloj (fig. 8.23). Las manos deben estar totalmente despejadas, limpias y no demasiado frías para que el paciente no “salte” cuando lo toquemos.

Si llevas el pelo largo, deberás recogerlo.

Si quieres trabajar con música, ésta debe ser suave, relajante y a un volumen moderado.

Tener a mano todo aquello que creas que puedes necesitar durante la sesión de masaje porque nunca debemos dejar de tocar al paciente. Esto es también un punto importante. Hagamos lo que hagamos -ya se ha mencionado- una de nuestras manos debe estar siempre en contacto con el cuerpo del paciente para que éste no quede en situación de “desamparo”.

Las partes de cuerpo que no se va a tratar deberán estar tapadas con el fin de preservar la intimidad del cliente y evitar que se enfríe. Cuando se destape una zona se entrará inmediatamente en contacto con ella.

Se debe seguir siempre una secuencia prefijada y no realizar la sesión de forma anárquica. Ejemplo: si se está tratando una mano o un pie, se debe avanzar con las maniobras hacia el codohombro, o rodilla-cadera. A continuación se pasará a ejecutar las mismas maniobras en el lado contrario.

En un masaje general seguir un orden programado es fundamental.

Cuando se aplique un medio deslizante, aceite, gel, etc., se realizará de forma suave, homogénea y superficial a base de rozamientos deslizados. Una vez repartido el medio de forma homogénea, ya se puede iniciar las maniobras prefijadas de la sesión.

No olvides que existen unos medios fisioterápicos sencillos como son el calor local, baños o duchas calientes, crioterapia, etc., que mejoran los efectos terapéuticos deseados.

Pero también nosotros tenemos que cuidarnos. El terapeuta está muy predispuesto a sufrir lesiones en las muñecas, la espalda, los hombros, el cuello, problemas depresivos o similares por implicarse demasiado en las dolencias de los pacientes.


Figura 8.23. Lo que no se debe hacer

Los problemas físicos se pueden prevenir

Haz de tu mecánica corporal lo primero (posturología). No te dobles, mantén la columna recta y flexiona las piernas.

Usa los mínimos músculos necesarios para cada movimiento.

Usa tu propio peso y no la fuerza de las manos para realizar la presión. Si sólo usas la fuerza de las manos y/o los brazos, te cansarás muy pronto.

¡Respira! Un error tremendamente frecuente es contener la respiración cuando se aplican técnicas específicas o profundas, lo que es totalmente contraproducente.

No te pases con la presión que ejerzas. Trabajar en profundidad no es lo mismo que trabajar con dureza o agresividad, ni hacer daño.

Haz ejercicios que mejoren tu bienestar. Te ayudarán a mantenerte en buena condición física y a eliminar los efectos del estrés.

Haz también ejercicios específicos para las muñecas y estira éstas antes y después de trabajar. También sería ideal que pudieses darte baños de parafina.

Mantén las manos bien cuidadas, con las uñas cortas y redondeadas para evitar hacer daño a los pacientes.

Ten una dieta equilibrada y bebe mucha agua.

Tómate tus vacaciones y tus descansos porque también los necesitas.

Mantén una buena higiene. El mero hecho de lavarte las manos entre cada masaje es muy bueno para ti y dará una buena imagen y confianza al paciente.

Evalúa diariamente los resultados del tratamiento. Esta valoración te va a dar una idea de la eficacia del tratamiento, de la necesidad de variar la pauta establecida o bien de continuar el programa fijado hasta llegar a un resultado final satisfactorio.

POSTUROLOGÍA EN EL QUIROMASAJE

DRA. R. SOLANA GALDÁMEZ

Medicina del deporte

BASILIO PÉREZ RIVERO

Quiromasajista

Es el estudio de la posición más adecuada, correcta y beneficiosa que deben adoptar tanto el quiromasajista como el cliente en el momento de la aplicación de un masaje.

Por medio de la posturología tratamos de conseguir unos objetivos fundamentales que son:

Facilitar la comodidad y la relajación del cliente.

Facilitar la eficacia y la calidad de las maniobras del quiromasaje.

Facilitar la movilidad del quiromasajista en torno a su cliente.

Y evitar la aparición precoz de fatiga o dolores de columna en el quiromasajista.

La postura a adoptar dependerá del tipo de masaje que se vaya a aplicar y de los objetivos del masaje; así, será distinta la de un masaje estimulante a la de uno relajante, o la de un masaje cervical a la de uno podal.

Este trabajo está dividido en dos partes muy diferenciadas; la primera trata la posturología en relación con el cliente o el paciente, es decir, cómo colocar al cliente para que el masaje sea eficaz. Y la segunda parte trata las posturas que debe adoptar el quiromasajista a la hora de aplicar el masaje. Además lo complementamos con un pequeño estudio del dolor de espalda en los quiromasajistas y la manera de evitarlo.

POSTURAS PARA EL CLIENTE

Es evidente que el cliente acude al quiromasajista para obtener unos beneficios por medio del masaje. Para ello no se le puede administrar de cualquier forma ni en cualquier postura, sino que le será aplicado de manera que se cumplan una serie de objetivos, como son:

Lograr una posición fácil de mantener.

Máxima relajación y comodidad.

Garantizar una respiración correcta y relajada.

Fácil acceso a las zonas masajeadas.

El paciente debe colocarse de manera que su musculatura quede relajada, ligeramente acortada, aproximando el origen a la inserción del músculo. Para ello usaremos rodillos, cuñas, cojines, apoyacabezas especiales, etc. con el fin de conseguir la postura adecuada. Siempre que sea posible se utilizarán camillas articuladas o sillas especiales de masaje. En otras ocasiones, cuando se aplique un masaje total o un masaje casero, es conveniente aplicarlo en el suelo.

POSTURAS PARA EL MASAJISTA

El quiromasajista, al realizar su trabajo, ha de cuidar su propio cuerpo y tener presente que debe estar en plenas condiciones físicas tanto al comienzo como al final de la jornada. Para ello se le recomienda que preste especial atención a la postura que adopta en su trabajo. Con la postura correcta perseguimos obtener los siguientes objetivos:

Gozar de la máxima movilidad, fluidez y acceso a las zonas que se debe masajear.

Postura cómoda de trabajo.

Preservar el propio cuerpo, en especial la columna, para evitar dolores y posturas viciosas.

Saber utilizar el peso del propio cuerpo para redoblar la fuerza de las manos y de los brazos en las maniobras que así lo requieran.

La postura que adoptará el quiromasajista dependerá de la zona a tratar y del tipo de masaje que deba aplicar en cada cliente. De todas formas es imprescindible que su postura sea móvil, nunca estática, que se mueva a ambos lados de la camilla y también por la cabecera y los pies de ésta. La altura de la camilla será tal que el paciente quede al nivel de las caderas del quiromasajista.

El quiromasajista se colocará con una pierna adelantada con respecto a la otra, con las rodillas en ligera flexión y con un muslo apoyado en la camilla, si ello fuera posible. Es muy importante que el masajista se apoye en la camilla, ya que así su cuerpo tendrá tres puntos de apoyo (uno en cada pie y otro el que esté en contacto con la camilla), con lo cual una parte del peso de su cuerpo no se transmite a los miembros inferiores, con la consiguiente descarga que ello supone.

La postura correcta de los pies es importante para facilitar los desplazamientos en torno a la camilla de masaje y al mismo tiempo, en cualquier posición que se adopte, para facilitar la eficacia de las manipulaciones y para prevenir los frecuentes dolores de espalda del terapeuta. El ritmo de los pies en relación y coordinación con el tronco y el movimiento de los brazos debe buscar fundamentalmente tres objetivos: movilidad, potencia corporal y prevención de lesiones profesionales del masajista.

También se aconseja la utilización de pequeños bancos donde poder apoyar uno de los pies, de manera alternativa, para evitar las hiperextensiones lumbares, que a la larga ocasionan frecuentes lumbalgias.

EL DOLOR DE ESPALDA DEL QUIROMASAJISTA

Una de cada tres personas sufre dolor de espalda a lo largo de su vida. La mayoría de las bajas laborales son debidas a dolor de espalda y el 45-50% de las consultas de ambulatorios y hospitales se producen por dolor de espalda. Aproximadamente el 65-70% de las jubilaciones anticipadas por enfermedad se deben a problemas de la espalda. Este dolor es muy frecuente entre el personal sanitario y el quiromasajista, como cualquier otro trabajador, está expuesto a sufrir dolor en la columna vertebral, sobre todo en la columna dorsal y la lumbar. Uno de cada cinco quiromasajistas lo sufre. Pero se puede luchar contra su aparición mediante una serie de normas posturales, ejercicios, deportes y también realizando lo que actualmente se conoce como “escuela de la espalda” (back school).

Las causas de este dolor son fundamentalmente:

Los movimientos repetitivos en posiciones forzadas.

Los movimientos unilaterales, con sobrecarga de un lado.

El trabajo monótono en la misma posición.

La falta de aprendizaje de posturas correctas.

No mover el cuerpo adecuadamente.

La falta de ritmo pélvico.

La falta de ejercicio físico correcto y programado.

La atrofia de la musculatura paravertebral.

La falta de descanso y de relajación.

La falta de sueño.

Dormir en posturas incorrectas.

El sobrepeso.

Los problemas emocionales.

Sacudidas y vibraciones repetitivas.

Normas recomendadas al quiromasajista para evitar el dolor de espalda

Siguiendo unas normas muy sencillas el quiromasajista podrá evitar la aparición de dolores de espalda:

Realizar un descanso entre cliente y cliente.

Realizar algunos ejercicios sencillos en los descansos, fundamentalmente estiramientos de la columna cervical y la lumbar y de los miembros inferiores.

Adoptar posiciones adecuadas y nunca forzadas.

Dedicar al cuidado de la espalda al menos 30 minutos diarios.

Aprender a relajarse.

Aprovechar el peso del cuerpo en el trabajo.

Relajar la columna lumbar colocando la espalda apoyada en una pared, de manera que la columna lumbar contacte con la pared.

Practicar de manera regular algún deporte. Los más recomendados son: natación, jogging, gimnasia de colchoneta, fisioculturismo y aeróbic. También hay deportes que no son recomendables para los quiromasajistas: deportes unilaterales (tenis, squash, ping-pong, frontón), ciclismo, equitación, lanzamientos y piragüismo.

En general para la preparación física y el mantenimiento de la forma, se recomienda al quiromasajista:

Natación 2-3 días por semana.

Jogging 2 días por semana.

Ejercicios táctiles en diversas y variadas texturas y estructuras.

Ejercicios de columna antigravitatorios y de cervicales diarios.

Estiramientos, especialmente de la musculatura de los miembros superiores, de la posterior de las piernas y del cuello.

Ejercicios de abdominales.

Musculación de los miembros superiores.

Ejercicios de relajación.

CONCLUSIONES

Recordar que se debe seguir unas normas básicas de posturología:

Protección del quiromasajista:

Columna vertebral.

Miembros superiores.

Relajación y confort del cliente:

Postura cómoda y relajada.

Ambiente agradable.

Fácil acceso a las zonas de tratamiento.

No descuidar normas y consejos:

Camilla.

Estancia.

Ayudas.

En los siguientes dibujos se intenta plasmar algunas de las posturas que deben ser adoptadas tanto por el cliente como por el quiromasajista para que el masaje sea eficaz y para que el masajista no sufra durante su aplicación. La primera parte hace referencia a la postura del cliente y la segunda, a la del quiromasajista. La variedad de las posturas puede ser infinita dependiendo del tipo de masaje y de las dos personas implicadas. Como mostrar todas sería imposible, en este trabajo solo se ofrecen algunas de las más frecuentes.

POSICIÓN, CONFORT Y RELAJACIÓN DEL CLIENTE

Para recibir quiromasaje cervical, nuestro cliente se puede colocar en tres posturas distintas (fig. 8.24):

A) Ésta es la posición ideal, que se consigue con la utilización de una silla especial y permite la relajación de la musculatura de toda la columna.

B) Sentado en una silla normal, de respaldo no muy alto, manteniendo la espalda recta y apoyada en el respaldo, podremos realizar perfectamente movilizaciones y estiramientos cervicales, pero no es una posición adecuada para maniobras de masaje.

C) Si el cliente se sienta en la misma silla, pero al revés, apoyando los brazos en el respaldo, se consigue mayor relajación de la musculatura cervical y lumbar. Esta postura podría servir para un rápido masaje cervical en caso de no poder adoptar otra posición.


Figura 8.24. Posiciones del cliente para recibir masaje cervical

Para recibir un masaje cervical y dorsal alto, el cliente se puede sentar en una banqueta, apoyar los antebrazos en una mesa y colocar la frente sobre mantas, cojines, almohadas o cualquier otra cosa blanda. El quiromasajista trabajará desde atrás (fig. 8.25).

Otra posición para el masaje cervical y dorsal alto es en decúbito prono, con los brazos elevados y las manos a la altura de la frente o debajo de ella. También se pueden mantener los brazos colgando a ambos lados de la camilla. El cliente debe apoyar la frente sobre la camilla, bien en el hueco que para ello suelen tener, o en un apoyo especial, una toalla o en sus propias manos. No debe girar el cuello para ninguno de los lados, ya que ello aumentaría la tensión a nivel de la musculatura cervical (fig. 8.26).


Figura 8.25. Posición del cliente para recibir un masaje cervical y dorsal alto


Figura 8.26. Variante de posición para recibir un masaje cervical y dorsal alto

En ocasiones, para realizar un masaje en una zona corporal que queremos mantener especialmente relajada, colocaremos almohadas, cuñas o rulos para obtener la postura deseada. En este caso, para relajar la parte posterior del deltoides, al paciente que se encuentra en decúbito supino y con el hombro en abducción de 90º le colocamos un cojín debajo del brazo (fig. 8.27).

Para aplicar el masaje a nivel dorsal bajo y lumbosacro el paciente se coloca en decúbito prono, con los brazos a lo largo del cuerpo o colgando de la camilla. Puede permanecer con la cabeza girada e incluso con una pequeña almohada debajo de ella (fig. 8.28).

Los pacientes que no se pueden colocar en decúbito prono recibirán el masaje de espalda en decúbito lateral. Como esta postura es muy inestable, debemos estabilizarla manteniendo las caderas y rodillas en ligera flexión, colocando un cojín entre los muslos y otro debajo de la cabeza (fig. 8.29).


Figura 8.27


Figura 8.28. Posición del cliente para recibir un masaje a nivel dorsal bajo y lumbosacro

Para recibir un masaje abdominal o torácico, el paciente se colocará en decúbito supino, con las rodillas y caderas ligeramente flexionadas para relajar los músculos abdominales. Para mantener esta posición, se le coloca una cuña bajo las rodillas y para mayor comodidad se le sitúan almohadas bajo la cabeza (fig. 8.30).

Cuando se va a realizar el masaje sobre un hombro dolorido el cliente se sentará en una banqueta, con el antebrazo apoyado sobre varios cojines previamente colocados en la camilla, de manera que el hombro quede en abducción, con los músculos relajados. En caso de que el cliente tenga una gran rigidez de la articulación del hombro, el brazo permanecerá pegado al cuerpo y el antebrazo apoyado sobre sus propios muslos (fig. 8.31).


Figura 8.29. Posición del paciente que no puede colocarse en decúbito prono


Figura 8.30. Posición del paciente para recibir un masaje abdominal o torácico

Para tratar los miembros inferiores, el cliente puede permanecer medio sentado en la camilla. Para conseguir la relajación muscular, debe permanecer con la espalda apoyada, bien sea elevando la parte superior de la camilla o mediante la utilización de distintos apoyos y cuñas (fig. 8.32).


Figura 8.31. Masaje sobre un hombro dolorido


Figura 8.32. Masaje de los miembros inferiores

Para obtener una mejor relajación de la pierna, podemos colocar un rulo a nivel del hueco poplíteo, provocando una ligera flexión de la rodilla (fig. 8.33).

Para masajear los gemelos, el cliente puede permanecer sentado en el borde de la camilla, con una pierna colgando de la misma y la otra apoyada sobre el muslo del quiromasajista (fig. 8.34).

En ocasiones tenemos que recurrir a grandes cuñas, que colocaremos en la zona abdominal, para reducir la lordosis lumbar y colocar la espalda recta, en posición de descarga, y así poder efectuar un masaje en toda la espalda (fig. 8.35).


Figura 8.33. Relajación de la pierna


Figura 8.35. Posición para reducir la lordosis lumbar


Figura 8.34. Masaje de los gemelos

POSICIONES DEL QUIROMASAJISTA

Cuando trabajemos en camilla, ésta se ha de colocar a la altura de las caderas del masajista. Las piernas deben adoptar una ligera flexión de rodillas y procuraremos tener una pierna adelantada a fin de aumentar nuestra base de sustentación. Mantendremos la espalda recta para evitar un exceso de tensión en la zona lumbar. La región cervical debe permanecer relajada. También es muy importante que nuestro cuerpo descanse en la camilla para tener un tercer punto de apoyo, de manera que parte de nuestro peso corporal no se transmita a las extremidades inferiores (fig. 8.36).

Para realizar una maniobra en que haya que ejercer mucha presión, por ejemplo una presión deslizada, aumentaremos la separación de las piernas y mantendremos la espalda recta, en “buena posición”, con lo cual podremos ejercer más fuerza sin que la zona lumbar se resienta (fig. 8.37).

Para trabajar el tórax o el abdomen, con el paciente acostado en decúbito supino en la camilla, nos colocaremos a uno de los lados, manteniendo la espalda recta, los trapecios y la musculatura cervical relajada, y trabajaremos con los brazos en ligera flexión de codos (fig. 8.38).

El masaje cervical también puede ser realizado desde la cabecera de la camilla, pero respetando siempre las normas de seguridad: piernas separadas, rodillas en ligera flexión, espalda recta, musculatura cervical relajada y brazos ligeramente flexionados (fig. 8.39).

En algunas ocasiones, cuando el cliente sea muy musculoso o bien cuando por sus dimensiones nos resulte incómodo trabajar desde el suelo, podemos subir sobre la camilla y colocarnos a horcajadas sobre el paciente. Si queremos realizar alguna maniobra que requiera mucha fuerza, no nos sentaremos en sus nalgas (fig. 8.40), pero para otras maniobras de quiromasaje lo normal es sentarse sobre los glúteos del cliente, procurando no ejercer excesiva presión sobre ellos.


Figura 8.36. Posición de la camilla


Figura 8.37. Posición del masajista en una maniobra que requiere ejercer nuestra presión


Figura 8.38. Posición del masajista para trabajar el tórax o el abdomen


Figura 8.39. Posición del terapeuta para el masaje cervical

Las banquetas de distintas alturas son imprescindibles en toda cabina de quiromasaje, pues tal como se ve en la figura su utilidad es muy variada.

Una banqueta alta nos puede servir para aplicar un masaje de espalda en casos especiales (cuando estemos cansados).

En otras ocasiones una banqueta baja nos sirve para apoyar los pies al estar sentados sobre la camilla, para apoyar el miembro superior cuando le aplicamos el quiromasaje.


Figura 8.40. Posición del terapeuta cuando no le es posible trabajar desde el suelo

Una banqueta baja es muy útil para ir apoyando de manera alternativa los pies, ya que en esta posición disminuye la lordosis lumbar y hay menor tendencia a padecer lumbalgias.

También nos sirve para estar sentados al aplicar un masaje en los pies (fig. 8.41).

Al aplicar un masaje relajante facial nos colocaremos a la cabecera de la camilla, sentados en un taburete regulable en altura. La espalda se mantiene recta, los músculos cervicales relajados y los antebrazos ligeramente apoyados en el borde de la camilla a fin de relajar la tensión que se produce en ellos (fig. 8.42).


Figura 8.41. Uso de banquetas

Para hacer movilizaciones o ejercicios de potenciación de la musculatura cervical, el cliente se puede sentar en una banqueta y el quiromasajista se coloca a su espalda, sentado sobre una camilla (fig. 8.43).

Para realizar un quiromasaje a nivel del deltoides, el cliente puede estar sentado en una banqueta y nosotros en otra. El brazo del cliente descansará sobre nuestro hombro de manera que sea fácil el acceso a la zona a tratar. Durante toda la sesión debemos mantener la espalda recta, los hombros relajados y los brazos en ligera flexión (fig. 8.44).


Figura 8.42. Posición del terapeuta para un masaje relajante facial


Figura 8.43. Movilizaciones y ejercicios de potenciación de la musculatura cervical

Podemos trabajar también en el suelo.

En este caso se trata de aplicar el quiromasaje en el miembro inferior, concretamente en los gemelos. Para ello podemos colocarnos de rodillas, sentados sobre uno o sobre los dos pies, y colocados de frente o de lado a la pierna que se va a masajear (fig. 8.45).

O bien con las dos rodillas apoyadas en el suelo y sentados sobre los dos talones. En cualquiera de los dos casos es imprescindible mantener la espalda erguida (fig. 8.46).


Figura 8.44. Quiromasaje a nivel del deltoides


Figura 8.45. Quiromasaje en el miembro inferior trabajando en el suelo

Para realizar la reflexoterapia podal, el cliente permanece acostado en decúbito supino y con los pies sobresaliendo de la camilla. El reflexoterapeuta se coloca a los pies de la camilla, sentado en una banqueta regulable en altura, de manera que los pies del cliente queden aproximadamente a la altura de su pecho (fig. 8.47).

En otras ocasiones tenemos que aplicar masajes en personas encamadas y para ello buscaremos siempre la posición más favorable para la zona a tratar, teniendo en cuenta que la posición más adecuada para el masajista será siempre la de sentado en la cama o de rodillas (a no ser que la cama sea muy alta, en cuyo caso podrá trabajar como en camilla) (fig. 8.48).

Por último, si hay que aplicar un masaje con el cliente de pie, situación que se puede dar durante la aplicación del masaje de calentamiento en ciertos deportes, procuraremos no flexionar la espalda y trabajar con la flexión de las rodillas y la movilidad de nuestros brazos (fig. 8.49).


Figura 8.46. Quiromasaje en la columna cervical trabajando en el suelo


Figura 8.47. Posición del terapeuta para la reflexología podal


Figura 8.48. Masajes en personas en cama


Figura 8.49. Masaje con el cliente en posición de pie

Manual profesional del masaje

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