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La vesania familiar

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La extraña (Die Fremde)

Alemania, 2010

De Feo Aladag

Con Sibel Kekilli, Nizam Schiller, Derya Alabora

En La extraña, debut como autora total de la actriz austriacoturca de 38 años Feo Aladag, la delgadísima y desdichada esposa kurdogermana de 25 años Umay (la exsublime casada por conveniencia Sibel Kekilli del Contra la pared de Akin, 2004) toma cierta noche en Turquía a su hijito Cem (Nizam Schiller) y huye de su marido golpeador Kader (Settar Tariogen) tras presenciar la crueldad de éste incluso con el niño y sufrir ella misma recién abortada una violación conyugal, desembarcará en la morada familiar en Berlín, pero pronto deberá escapar también de allí, ahora con ayuda policial, cuando su autoritario padre emigrado (Derya Alabora) quiera obligarla a regresar con el esposo o a devolverle “el hijo secuestrado que le pertenece”, y refugiarse en un hogar feminista para mujeres vapuleadas, por lo que será declarada Extraña y deberá padecer el terco repudio de toda su familia brutal (muy afectada por el ineluctable rechazo comunitario a causa de la deshonra sufrida), sin posibilidad de reaceptación ni mendigando afecto en la boda de la hermana adolescente, ni tras el perdón del padre agonizante, rumbo a la trágica violencia. La vesania familiar se afana y afina al edificar un indestructible carácter positivo de mujer fuerte y enérgica, si bien frágil en apariencia, en férrea lucha impracticable por su autodeterminación e independencia, contra los virilistas valores ancestrales de la comunidad, esos que prevalecen aún sobre cualquier lazo afectivo, familiar o personal. La vesania familiar se sitúa y fija bajo los dictados genéricos de un gran melodrama realista y demostrativo, en espacios interiores y a planos generalmente cerrados, denunciador e indignado en frío, a la vez involucrado y distante, llevado hasta sus últimas consecuencias didácticas, al desmontar mentalidades, reacciones y resortes psicológicos motivacionales, observando y analizando, casi con placer, la inadmisible lógica individual y social, pero profunda y arraigada, imposible de extirpar o vencer, de cada uno de los incesantes golpes bajos que recibe la heroína a lo largo del eternometraje (124 minutos), como en folletón hindú u orolesco, lleno de incidentes desgraciados, aunque vueltos del revés y autoconscientes a rabiar. Y la vesania familiar no tiene pudor ni empacho en volcar la calculada esterilidad de su sensible furia contenida sobre las irrupciones ridículas de la infeliz para hacerse aceptar o en la inutilidad del galán cocinero alemán dispuesto a casarse Stipe (Florian Lukas) o la autonomía laboral femenina contra el absurdo del machismo kurdo, rumbo a ese errático apuñalamiento callejero del niño por un anacrónico pero muy vigente Hermano Mayor (Tamer Yigit) vengador irrefutable de honras, con sagrado y contundente cuchillo en la mano, porque “La mano que golpea es la misma que acaricia”.

El cine actual, confines temáticos

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