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El belicismo insustentable
ОглавлениеLa ciudad de las tormentas (Green Zone)
Estados Unidos-Reino Unido-Francia-España, 2010
De Paul Greengrass
Con Matt Damon, Amy Ryan, Greg Kinnear
En La ciudad de las tormentas, sexto largometraje del hipersólido inglés de 55 años especialista en docudramas políticos Paul Greengrass (Vuelo 93, 2006; Bourne: el ultimátum, 2007), con guion de Brian Helgeland basado en el libro Vida imperial en la ciudad esmeralda: dentro de la zona verde de Bagdad del corresponsal iraquí del Washington Post Rajiv Chandrasekaran, el comandante del ejército estadunidense Roy Miller (Matt Damon) busca, busca y nada encuentra, allana y desafía el fuego de francotiradores, irrumpe e inspecciona, poniendo en riesgo su vida y la de su pelotón, al buscar con extremo cuidado por los alrededores de Bagdad las armas de destrucción masiva cuya noticia de su presunta existencia sirvió para desencadenar la invasión a Irak, pero todo es en vano, pues en los lugares claramente señalados por sus superiores sólo encuentra antiguas fábricas de inodoros sepultadas en caca de palomas o inofensivos almacenes subterráneos, por lo que se atreve a denunciar el hecho en una estratégica reunión militar, sin mayor efecto en el jefe de la CIA y representante-enlace del Pentágono Clark Poundstone (Greg Kinnear), demasiado preocupado por entronizar al presidente pelele Ahmed Zubaidi (Raad Rawy), si bien hallando cierto eco en el escéptico dinosaurio de la misma CIA Marty Brown (Brendan Gleeson) y en la enteca periodista del Wall Street Journal Lawrie Dayne (Amy Ryan), cuyos reportajes con fuentes sesgadas fueron decisivos para la declaración de la guerra, clavándole la duda al decepcionado soldadito de que las dichosas armas nunca existieron, cosa que comprobará al conseguir interrogar, a duras penas y con ayuda del humildemente orgulloso patriota lisiado local Freddy (Khalid Abdalla), al perseguidísimo general exdelator en espera de reconstruir su ejército ya disuelto Al Rawi (Yigal Naor), pronto brutalmente acribillado por fuerzas especiales con orden de no tomarlo prisionero para mejor silenciarlo. El belicismo insustentable sustituye las ya imposibles hazañas épicas del pasado por un puñado de propositivamente vacías acciones acezantes, frustrantes / fallidas y fulminantes, con calculadísima edición de Christopher Rouse y predominio subliminal, sin otro sentido que primero demostrar las supuestas fallas de inteligencia militar y enseguida poner en rotunda evidencia la perversidad de la triunfalista mentira presidencial que hace arrostrar peligrosos conatos de motín por el tráfico atascado en la calle, cruentos asesinatos para recuperar una libreta que enlista las casas de seguridad del oportunista general exinformante, un descenso a los infiernos de una cárcel-centro de torturas a ciegas contra los cautivos controlados por mastines o desechos en mazmorras, rastreos fuera de mandato y un inminente caos étnico incontrolable cuyas primicias ya se observan. El belicismo insustentable se agita inteligentemente y trepida en visiones panorámicas a veces irónicas (esa protofársica intrusión en un hotel de lujo para oficiales en recreo, el sorpresivo jalón-arranque de su prótesis posbélica al cojeante Freddy) para probar, comprobar y reprobar muy poco, o casi nada, sólo aquello que todo mundo sospechaba o ya sabía, que la fuente de las fuentes (un tal Magallanes) fue inventada en Jordania puesto que siempre había sido inexistente. Y el belicismo insustentable acaba estigmatizando seria, didáctica, contundente, activista, antiedificante y megalómanamente no sólo a los responsables de los engaños combativos, sino a su propia demostración tácita (pero nunca inútil: puntualizadora) y al patético héroe irritado irritante (puntual), tan aquejado de credulidad, obediencia, malestar y desencanto como todos los que se confrontan con él o simplemente lo rodean, ni buenos ni malos, pero de suyo melodramáticos e impotentes hasta la médula (“No te corresponde a ti decidir lo que va a suceder aquí”), quizá más bien ajenos a todo (“No daremos marcha atrás, ganamos”).