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El punto de vista político de la dirección general no tuvo desarrollo conceptual ni práctico

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Andrews y el grupo de la BP introdujeron un concepto novedoso en el campo de los negocios: el punto de vista político (the policy point of view). A primera vista, esta categoría mostraba una realidad de la dirección de empresas y radicaba en el hecho de que era, esencialmente, una actividad política. Andrews desarrolló este concepto político a partir de la relación de la condición generalista de un director general, en oposición al enfoque funcional o especialista de los colaboradores inmediatos del CEO (Christensen et al., 1987).

Era de esperar que el punto de vista político abarcara tópicos en la dirección y en asuntos tan determinantes como el poder y el mando, la obediencia y la colaboración y el conflicto o las alianzas entre personas para el logro de objetivos. Después, a lo largo de su obra, Andrews no volvió a mencionar la dimensión política de la dirección de empresas.71

En castellano, la palabra Policy72 se refiere a políticas o a una política; sin embargo, en el idioma inglés tiene más bien el significado de “prudencia” o “sabiduría” en la dirección de los asuntos.73 Surge entonces la duda: ¿está relacionado con la idea subyacente de Policy el punto de vista político al que hace referencia Andrews? Desde un punto de vista personal, la respuesta es positiva, por el énfasis que le dio Andrews al desarrollo del juicio directivo (judgement). Lo verdaderamente relevante de este análisis es que Policy nos lleva a otra categoría política de gran importancia: el concepto de prudencia.74

En este orden de ideas, la omisión principal de Andrews fue respecto al concepto de gobierno detrás de la dirección de empresas y, por consiguiente, la prudencia como la virtud o atributo fundamental del gobierno según Aristóteles.75 Por el contrario, alcanzó a conjeturar algunas ideas alrededor de Policy que lo llevaron a ver el criterio y juicio76 como categorías centrales de la acción directiva.

En este mismo sentido, cabe destacar que Andrews tuvo una poca producción intelectual, pese a su larga trayectoria académica, de más de cuarenta años en HBS, como profesor de tiempo completo. Si comparamos el libro Business Policy: Text And Cases con su principal obra, The Concept of Corporate Strategy (1980), descubrimos que la estructura y los contenidos son prácticamente iguales. Después de estas dos obras, Andrews publicó unos artículos en HBR y Mckinsey Quaterly.77 Con esto, terminó su producción.

Lo que llama la atención es que Andrews no profundizó en sus ideas o ajustó sus teorías, como suele suceder con muchos autores; de igual modo, en varios conceptos fue repetitivo e insistente. Dicha incógnita queda presente en este estudio, sin que se tengan elementos de juicio para que se pueda despejar y encontrar una explicación. Lo anterior no impide señalar que Kenneth R. Andrews fue un gran pensador del campo de la dirección general y la estrategia, y, sobre sus bases conceptuales, se construyó el resto del edificio de la dirección y la estrategia empresarial.

Como conclusión, se puede señalar que Andrews acertó al establecer, en su visión de la dirección, “el punto de vista político” (the policy point of view) como la premisa inicial en la formación y el desarrollo de directores generales. Andrews logró introducir la categoría judgement que alentó a pensar en la dirección como una actividad práctica y no científica, que se regía por contingencias, incertidumbres y circunstancias. En ese orden de ideas, era como un conocimiento más prudencial que técnico. De ahí que el judgement se convirtiera en el atributo fundamental para desarrollar en la alta dirección y poder encarar una realidad basada en estas complejidades.

Este punto de vista de Andrews, valioso pero incipiente, perdió fuerza y relevancia en la HBS desde finales de los años ochenta. Estos conceptos que encarnaba el grupo de profesores de BP fueron vistos como subjetivos y carentes de rigor científico y teórico en un momento coyuntural en el que la comunidad de negocios pedía cifras, datos y esquemas útiles para enfrentar los problemas de competitividad empresarial de los Estados Unidos (Gómez Osorio, 2015). Para dicha de algunos e infortunio de otros, surgió un joven profesor que dio una respuesta eficaz a estas nuevas demandas: Michael E. Porter. Andrews y el ideario conceptual del grupo de Business Policy cayó, en gran parte, en el olvido.

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