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Amanecer democrático

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En el año 1993, triunfó en las elecciones presidenciales el ingeniero Juan Carlos Wasmosy. Para entonces, Lino Oviedo había llegado a la máxima jerarquía militar, y sintiéndose fuerte, al poco tiempo exigió ser nombrado ministro de defensa, un cargo demasiado importante para alguien que no ocultaba su ilimitada vocación por el poder. Ello ocurrió el 22 de abril de 1996, y luego de una violenta discusión en el Palacio de Gobierno, el mandatario le comunicó su negativa, tras lo cual el militar se retiró ofuscado y al subir a su automóvil visiblemente nervioso se golpeó la frente con la puerta, luego se acuarteló en la Primera División de Caballería y desde allí amenazó con un golpe de estado, que naufragó ante la presión internacional (Wasmosy se había refugiado en la embajada de los EEUU) y las movilizaciones populares que poblaron la capital. La justicia paraguaya dictó el procesamiento y prisión de Oviedo por el delito de “sedición”.Esto le impidió presentarse como candidato a presidente, en el turno siguiente, a pesar de haber ganado la interna junto al ingeniero Raúl Cubas Grau. Por ello, estando bajo arresto, el coloradismo proclamó la fórmula Cubas Grau-Luis María Argaña.

Raúl Cubas Grau, ingeniero multimillonario, ganó las elecciones de 1998 con comodidad y de inmediato le otorgó al general rebelde un indulto que fue repudiado por toda la ciudadanía.

La amistad de Cubas con Oviedo se plasmó cuando ambos fueron compañeros de promoción del Colegio Militar. Cubas Grau, por problemas de salud no pudo continuar con la carrera, pero la relación quedó intacta. Hijo de un importante colaborador de Stroessner, Cubas había sido ministro de Planificación y Finanzas del presidente Juan Carlos Wasmosy, con el que se conocían desde las épocas del exclusivo Colegio San José y la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Asunción. Aficionado al automovilismo y corredor de rally, Cubas tuvo su oportunidad justo cuando Oviedo se sublevaba contra Wasmosy. Carecía de condiciones para el mando, era “sumiso” y tal vez demasiado “cándido” para aliarse con Oviedo, que sí era políticamente muy “peligroso”.

A pesar del “slogan” de campaña “Cubas al gobierno, Oviedo al poder”, ante la grave crisis institucional, muchos pidieron la inmediata renuncia del presidente y en la línea sucesoria estaba el vice, que era nada menos que el Dr. Luis María Argaña.

Y aquí entra en escena nuestro protagonista. Había nacido el 9 de octubre de 1932 en Asunción. Abogado, era considerado uno de los maestros del derecho. Se había desempeñado como presidente de la Corte Suprema, como canciller durante el gobierno de Rodriguez y fue uno de los políticos más respetados del Partido Colorado, tal vez el último caudillo de fuste que tuvo la nación guaraní.

Era un secreto a voces que la deteriorada imagen de Cubas Grau daría lugar más temprano que tarde a su renuncia, y a la asunción a la máxima magistratura de Argaña. Por ello, para muchos y en especial para Oviedo, este “obstáculo” debía ser removido. El proyecto presidencial de Oviedo exigía que Argaña debía dar un paso al costado ...O morir. Y esto último fue lo que ocurrió aquel 23 de marzo de 1999.

Historias cortas de magnicidios y de sangre

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