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1. Introducción

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A diferencia de la lógica o de las matemáticas, la economía, como la física, la biología o la sociología, constituye una ciencia empírica; es decir, una disciplina que debe dar cuenta de una realidad externa, cuya estructura y evolución pretende explicar y frente a la que debe contrastar la validez de sus hipótesis. En este caso el objeto de análisis lo constituye el sistema de relaciones sociales implicadas en los procesos de producción, distribución y consumo de los bienes y servicios que la sociedad demanda. Como consecuencia, la economía está obligada a mantener un continuo diálogo entre construcción teórica y análisis empírico, entre capacidad interpretativa y observación de la realidad. Lo que sugiere la necesidad de contar con un sistema ordenado y fiable de información para el seguimiento de la actividad económica. Tal es lo que se proponen los sistemas de contabilidad nacional, de los que se derivan buena parte de las macromagnitudes más relevantes –y de mayor uso– en el diagnóstico y análisis de una economía.

Los primeros ensayos de medición económica se remontan varios siglos atrás, teniendo una finalidad dominantemente fiscal: se trataba de hacer inventario de los activos económicos de un país para derivar las posibilidades de financiación de la Corona. Más adelante, diversos autores trataron de ofrecer una visión integrada del flujo económico a través de una representación contable: es el caso de la Aritmética Política (1670) del mercantilista inglés William Petty o de la Tableau Économique (1758) del fisiócrata francés François Quesnay. No obstante, el punto de partida de los sistemas actuales de contabilidad nacional se produjo en la segunda mitad del siglo XX. En su configuración influyó no solo el progresivo perfeccionamiento de los sistemas estadísticos nacionales, sino también la creciente ascendencia de la nueva visión que sobre la economía aporta el pensamiento keynesiano. La contribución de Keynes es doble: en primer lugar, al crear el marco teórico propio de la macroeconomía, generó las categorías analíticas básicas –demanda agregada, consumo, inversión…– sobre las que, después, se erigirá la contabilidad nacional; en segundo lugar, al argumentar la necesidad de una más activa implicación de las autoridades económicas en la regulación del ciclo económico, justificó la necesidad de que estas dispusieran de una información precisa y continuada sobre la vida económica. Sobre estas bases, y bajo la dirección del premio Nobel de Economía Simón Kuznets, se elaboró la metodología básica para la determinación del PIB y para la posterior definición de las Cuentas Nacionales.

La necesidad de disponer de procedimientos comunes de registro a escala internacional motivó que Naciones Unidas se implicase en la elaboración de una metodología internacionalmente homologada para medir la actividad económica. Esa metodología se adapta después, con precisiones menores, a las condiciones de los diversos países o regiones. Pues bien, en España, por ejemplo, se aplica la versión elaborada por la Unión Europea, el llamado Sistema Europeo de Cuentas o SEC-2010, que es la metodología a la que se referirá esta Lección. Una Lección que comienza con la representación del ciclo de la actividad económica como punto de partida para conocer las diversas vías a través de las que se puede estimar la renta de un país, al tiempo que se define el concepto del valor añadido, base sobre la que se configura el Producto Interior Bruto (PIB) como principal macromagnitud económica. El epígrafe tercero está dedicado a discutir el significado del PIB y sus limitaciones para medir el nivel de desarrollo de un país, presentándose también los diversos métodos de estimación de esa macromagnitud. El epígrafe termina con el estudio de otros agregados económicos, derivados del PIB, de igual relevancia para el diagnóstico de una economía. Conviene advertir, sin embargo, que no se pretende hacer una exposición detallada del sistema de cuentas nacionales: para ello existen otras publicaciones especializadas que se citan en la orientación bibliográfica del capítulo. Lo que se pretende es introducir al lector al significado de las macromagnitudes y al sentido de las operaciones básicas para el manejo de la información económica: un requisito para alcanzar la adecuada comprensión del resto de los capítulos del libro.

Una parte importante de los problemas que plantea el manejo de la información económica es que las variables evolucionan con el tiempo, reflejan las consecuencias del cambio en el nivel de los precios y se expresan, en ocasiones, en monedas diferentes: el modo de afrontar estos problemas es tratado en el epígrafe cuarto, que expone un instrumental analítico sencillo para las comparaciones de las magnitudes económicas en el tiempo y en el espacio. Para diagnosticar la situación de una economía en ocasiones no basta con tener información de sus magnitudes agregadas, también importa conocer cómo esas magnitudes se distribuyen en la sociedad: este es el tema al que se refiere el epígrafe quinto. Por último, se estudiará el intento más exitoso de definición de un indicador alternativo al PIB para determinar el nivel de progreso de un país: el índice de desarrollo humano (IDH), propuesto por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). La Lección termina con un epígrafe de recapitulación, donde se hace recuento de las principales ideas expuestas a lo largo del capítulo.

Lecciones sobre economía mundial

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