Читать книгу Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I - José Joaquín Ugarte Godoy - Страница 26
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SI LA VOLUNTAD ES POTENCIA MÁS EXCELENTE QUE EL ENTENDIMIENTO
SANTO TOMÁS (SUMA TEOLÓGICA, 1, Q.82, A.3)
“La superioridad de una cosa con relación a otra puede considerarse en dos aspectos: “absoluta” y “relativamente”. Una cosa es en absoluto tal por lo que es en sí misma, y relativamente tal por comparación a otra.- Pues bien, si el entendimiento y la voluntad se consideran en sí mismos, el entendimiento es más excelente, como se desprende de la mutua comparación de sus objetos. En efecto, el objeto de la inteligencia es más simple y absoluto que el de la voluntad, toda vez que el objeto del entendimiento es la razón misma de bien apetecible, y el de la voluntad, el bien apetecible, cuyo concepto se encuentra en el entendimiento. Ahora bien, cuando una cosa es más simple y abstracta, tanto más noble y elevada es en sí misma. Por lo tanto, el objeto del entendimiento es más excelente que el de la voluntad. Y como la naturaleza de una potencia depende de la ordenación a su objeto, síguese que la inteligencia de suyo y en absoluto es más excelente y noble que la voluntad”.
“En cambio, relativa y comparativamente, la voluntad es a veces más excelente que la inteligencia, a saber: cuando el objeto de la voluntad está en una realidad más noble que el objeto del entendimiento. De igual modo que podemos decir que el oído es más noble que la vista, en cuanto que la cosa sonora percibida es más perfecta que la realidad sujeto del color. Si bien este es más noble y más simple que el sonido. Como más arriba se dijo, la acción de entender consiste en que la formalidad o concepto de la cosa conocida se encuentre en el cognoscente; en cambio, el acto de la voluntad se perfecciona por el movimiento a la cosa tal como es en sí. Por eso dice el Filósofo en el VI de la Metafísica que “el bien y el mal”, que son el objeto de la voluntad, “están en las cosas; lo verdadero y lo falso”, que son el objeto del entendimiento, “están en la mente”. Por tanto, cuando la realidad en la que se encuentra el bien es más noble que el alma misma, en la que se encuentra el concepto de tal realidad, tenemos, por comparación a esta realidad, que la voluntad es más noble que el entendimiento. Sin embargo, cuando la realidad en que se encuentra el bien es inferior al alma, entonces, por comparación a tal realidad, el entendimiento es superior a la voluntad. Por esto es preferible amar a Dios que conocerle; y viceversa: mejor es conocer las cosas corporales que amarlas. No obstante, el entendimiento es en absoluto más noble que la voluntad”.