Читать книгу Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I - José Joaquín Ugarte Godoy - Страница 32

Оглавление

CAPÍTULO PRIMERO

LA ANALOGÍA DEL CONCEPTO DE ENTE

a) Univocidad y analogía

250.- Un concepto es unívoco o universal cuando todos los seres que lo realizan lo realizan de un modo idéntico; y es analógico cuando los seres que lo realizan lo realizan de un modo parcialmente idéntico y parcialmente distinto. No hay conceptos equívocos, es decir, que comprendan a seres que nada tengan en común, pero sí términos o palabras equívocos, que teniendo dos o más acepciones, se usan para designar cosas completamente distintas, como ocurre con el substantivo “mono”, que significa “mameluco” y significa también “simio”, o el substantivo “gata”, que se refiere a la hembra del animal doméstico llamado gato, y también a un artefacto usado para levantar objetos de gran peso, como ser los automóviles.

La analogía viene a ser la semejanza. Dice al respecto el profesor García López:

“En sentido usual, “analogía” en castellano equivale a “semejanza”. Pero la semejanza entraña no solamente conveniencia entre las cosas que se dicen semejantes, sino también disparidad o diferencia. Si no existiera ninguna discrepancia entre ellas no se las llamaría semejantes, sino iguales o idénticas; son semejantes, porque, además de tener algo en común, tienen también algo en que difieren. Y esto es propio de la analogía; las cosas análogas coinciden en parte y en parte discrepan.”1

La analogía es un cierto término medio entre la univocidad y la equivocidad: entre la identidad completa y la total diferencia.

251.- Ejemplo de concepto unívoco o universal, que todos los seres que lo realizan lo realizan de una manera idéntica, es el de mamífero, es decir, el animal que se alimenta de leche en su primera edad: tanto el hombre como el caballo o la vaca lo realizan idénticamente; si se diferencian entre sí no es por ser mamíferos, sino por otras notas o características reales que cada cual posee.

Aunque, si bien se mira, la igualdad se da gracias a la abstracción, en el concepto, en el caso propuesto, pero admite diferencias reales, porque no es igual la forma como se alimentan de leche en su primera edad el hombre, el caballo y la vaca. Esto se debe a que se comparan individuos de especies distintas. Con todo, el concepto no recoge esas diferencias propias de cada especie.2

En un sentido más estricto es unívoco o universal un concepto cuando lo realizan de modo idéntico los individuos de una misma especie; por ejemplo, el concepto de hombre, común a todos los individuos de la especie humana: si bien es cierto que hay entre ellos diferencias reales, ellas se deben a los accidentes peculiares de cada individuo, derivados de la limitación de la forma por la materia prima: pero la forma humana la realizan todos los hombres.

b) La analogía del concepto de ente

252.- ¿El concepto de ente, será unívoco o analógico? Si consideramos al ser como substantivo, como sujeto del acto de ser o existir, al ente, como cuando se dice que un hombre es un ente, o que un hombre es un ser, nos encontraremos con que la entidad —el ser ente o ser— no puede ser algo común a todos los seres que lo realizan, idéntico en todos ellos, porque entonces quedarían sin explicar las diferencias que existen entre los diversos entes o seres y que les permiten ser cada uno un ser distinto de los demás. En efecto, si el carácter de ente, la entidad, fuera algo igual en todos los entes, realizado en forma idéntica por todos, no quedaría sino admitir que las diferencias que hay entre los diversos seres se deben a notas o características distintas de la entidad —igual en todos— y sobreañadidas a ella, pero esas notas o características diferenciadoras, al ser distintas de la entidad y sobreañadidas o agregadas a ella, no serían entes, no tendrían entidad y, por tanto, no existirían, no serían nada, ya que todo lo que existe es un ente o parte o elemento de un ente. Por tanto, esas notas o características, al no ser nada, nada diferenciarían, y los entes serían todos iguales, no habría diferencias de géneros ni especies y, más aún, serían todos uno solo, lo que es evidentemente falso.

253.- Si consideramos el ser no como nombre, sino como verbo, como el acto de existir, tampoco podemos encontrarnos con un concepto unívoco, porque las notas diferenciadoras de los entes serían algo ajeno a dicho acto y no existirían.

Luego el concepto de ente es analógico, y los seres lo realizan de un modo en parte idéntico y en parte distinto.

254.- Cuando decimos que el concepto de ente lo realizan todos los seres de un modo parcialmente idéntico y parcialmente distinto, no cabe interpretar que hay algo común aislable o separable y algo añadido a ello que sería lo diverso en cada ser, porque, entonces, el concepto de ente no estaría dotado de la unidad propia de todo concepto y recogería dos realidades distintas, de las cuales solo la común a todos los entes sería la entidad. Debe concluirse, en consecuencia, para evitar esta contradicción, que el que la entidad la realicen los seres de un modo parcialmente idéntico y parcialmente distinto, es un hecho que no supone partes en la entidad, pues esta es indivisible: la distinción entre la parte idéntica y la parte distinta solo existe en nuestra mente, es una mera distinción de razón.3

255.- Los conceptos genéricos, es decir, los que recogen la esencia de un género, por ejemplo, animal, son universales, y no analógicos, ya que las especies añaden al género común las notas o características diferenciadoras, ajenas al concepto mismo del género y sobreañadidas a él: lo que un caballo o un perro agregan a la animalidad que genéricamente los define a ambos y los aúna, son rasgos y caracteres que no constituyen animales o animalidad; porte, alzada, figura, etc.; en cambio los rasgos diferenciales de cada ser o ente son, a su vez, de algún modo, entes o seres, pues de lo contrario no existirían.

256.- En vista del carácter necesariamente universal de los conceptos genéricos, se suele expresar la doctrina de la analogía del concepto de ente diciendo que el ente no es un género.

Aristóteles dice a este respecto:

“… no es posible que sean un género de los entes ni el Uno ni el Ente4;

es necesario, en efecto, que existan las diferencias de cada género, y que cada una sea una, y es imposible que se prediquen de las diferencias propias ni las especies del género ni el género sin sus especies, de suerte que, si es género el Uno o el Ente, ninguna diferencia será ni ente ni uno…”5

En otro texto Aristóteles se refiere a la pluralidad de sentidos en que puede predicarse el ente, sin que se caiga en la equivocidad:

“ … el Ente se dice en varios sentidos —explica el Filósofo—, aunque en orden a una sola cosa y a cierta naturaleza única, y no equívocamente, sino como se dice también todo lo sano en orden a la sanidad: esto, porque la conserva; aquello, porque la produce; lo otro, porque es signo de sanidad, y lo de más allá, porque es capaz de recibirla; y lo medicinal se dice en orden a la medicina (pues esto se dice medicinal porque tiene el arte de la medicina; lo otro, por estar bien dispuesto por naturaleza para ella, y lo de más allá, por ser obra de la medicina); y de manera semejante a esta hallaremos que se dicen también otras cosas. Así también el Ente se dice de varios modos; pero todo ente se dice en orden a un solo principio. Unos, en efecto, se dicen entes porque son substancias; otros, porque son afecciones de la substancia; otros, porque son caminos hacia la substancia, o corrupciones, o privaciones o cualidades de la substancia, o porque producen o generan la substancia o las cosas dichas en orden a la substancia. Por eso también decimos que el no ente es no ente”.6

c) Las clases de analogía y la analogía del concepto de ente

257.- La analogía admite varias clases que expondremos someramente, para determinar cuál o cuáles convienen al concepto de ser:

En primer lugar está la analogía de proporcionalidad, que es aquella en que los analogados —seres que realizan el concepto analógico— lo realizan con independencia los unos respecto de los otros y guardando todos entre sí una cierta proporción.

El existir se realiza y predica con esta analogía, pues el existir de cualquier ser es a su respectivo sujeto como el de otro ser es a este, y así podemos decir, por ejemplo, que el existir del hombre es al hombre como el existir de la hormiga es a la hormiga, y como el existir de Dios es a Dios. A la manera como se formulan las proporciones matemáticas, se podría significar la expresada analogía en los siguientes términos:


El concepto analógico no tiene unidad si se consideran sus distintas versiones con prescindencia de los sujetos que las realizan; sin embargo, si se establece la relación a dichos sujetos, se ve la unidad en la proporción.

258.- La analogía de proporcionalidad puede ser propia y metafórica; propia es la que se da cuando los analogados realizan todos realmente el concepto, como en el caso propuesto más arriba, y metafórica, la que tiene lugar cuando uno de los analogados realiza el concepto de manera real, y el otro u otros solo por cierta apariencia, como cuando se dice el oro de sus cabellos, por ejemplo.

259.- Junto a la analogía de proporcionalidad —que, como hemos visto, puede ser propia y metafórica—, está la llamada analogía de atribución.

La analogía de atribución es aquella que se da cuando de los seres que realizan el concepto analógico, o analogados, uno lo realiza en forma principal, y otro en forma secundaria, en dependencia del primero.7

La atribución es intrínseca, cuando tanto el analogado principal como los analogados secundarios realizan realmente el concepto.

Un ejemplo de esta analogía de atribución intrínseca es el siguiente: el ser de la substancia es la substancia como el ser del accidente es al accidente.

La analogía es de atribución, porque un analogado, el accidente, realiza el concepto analógico, ser, en dependencia del otro analogado, la substancia, ya que el accidente es o tiene ser a causa de la substancia. Y esta analogía es de atribución intrínseca, porque tanto la substancia como el accidente realizan realmente el concepto de ser. El analogado en dependencia del cual el otro realiza el concepto, se llama principal, y el analogado dependiente se llama secundario.8

260.- Otro caso de analogía de atribución intrínseca es el que se tiene considerando el ser como substantivo más que como acto de existir, en relación con Dios y con las criaturas, que son seres en dependencia de él; analogía que se expresa en la siguiente fórmula: el ser de Dios es a Dios como el ser de la criatura es a la criatura. Recordemos que, considerando el ser como acto de existir, la analogía con que se da en Dios y en las criaturas es la de proporcionalidad; empero considerando el ser como nombre —como cuando se dice que tal cosa es un ser— la analogía es la de atribución intrínseca.9

261.- La analogía es de atribución extrínseca cuando solo el analogado principal realiza en sí mismo el concepto, y los otros no lo realizan en sí mismos, sino por cierta relación con el analogado principal. Por ejemplo, cuando se dice que un hombre es sano, que un alimento es sano y que un remedio es sano, la salud —o sanidad— solo la realiza intrínsecamente el hombre: el alimento y el remedio la realizan extrínsecamente —por algo externo a ellos—, pues solo se dicen sanos porque causan la salud en el hombre, no porque en sí mismos la tengan.

d) Proyecciones a otras ciencias de la doctrina de la analogía

262.- La analogía, que es propia de los conceptos metafísicos, en sus variantes fundamentales, que son las de proporcionalidad propia y de atribución intrínseca, se proyecta también a otras ciencias. Pues así como el ente está en todas las realidades, está la filosofía primera o metafísica implícita en todas las ciencias, que continuamente usan conceptos metafísicos, como el de causa, fin, bien, persona, accidente, etc. Por ello la analogía se encuentra también en las otras ciencias, y por cierto en el derecho; y veremos después que muchos problemas de conceptualización que plantea la ciencia jurídica se pueden solucionar con la doctrina de la analogía, en forma que los modernos juristas no suelen sospechar.

e) La doctrina sobre la univocidad del concepto de ente

263.- La doctrina acerca de la analogía del concepto de ente no es por todos compartida. Muchos piensan que se trata de un concepto unívoco.

Entre los grandes sostenedores de la univocidad del concepto de ente se encuentra Escoto, para quien la analogía se reduce simplemente a la equivocidad. Escoto enseña que el concepto de ente es unívoco para todos los seres, y trata de encontrar la noción respectiva y precisarla. Se ha creído que la doctrina escotista tiene un motivo apologético, es decir, de defensa de la fe, pues Escoto pensaba que sería imposible demostrar la existencia de Dios a partir de las criaturas, si el concepto de ser no fuera idéntico en Aquel y en estas.10

Para Escoto la noción de ente —común a todos los entes— se obtiene prescindiendo de todas las características o elementos formales que diferencian a los entes; luego se deja a un lado la misma existencia; cuando se llega a este punto, se tiene el concepto del no ser, o sea, de la nada; y negando el concepto de la nada, se tiene algo que es no nada, y que sería el ente.

El ente puede ser determinado por dos modos fundamentales: el de lo infinito y el de lo finito: el primero es el de Dios, el segundo, el de las criaturas. Dios y las criaturas solo coinciden o convienen en no ser la nada: en ser algo, pero sus realidades respectivas, según la concepción escotista, no tienen nada en común, pues, precisamente, para llegar al concepto de ente, se ha hecho abstracción total de tales realidades. Por eso se observa, con razón, que hay mucha más comunidad entre los entes según la doctrina aristotélico tomista de la analogía que según la doctrina de la univocidad, que por hacer el ser idéntico en todos los entes, termina haciendo a estos completamente distintos entre sí.11

BIBLIOGRAFÍA ELEMENTAL

García López, Jesús, La analogía en general,

La analogía del ente; en Estudios de Metafísica Tomista.

González Álvarez, Ángel, Tratado de Metafísica. Ontología, C.IV; Art. II.

La analogía del ente. Millán Puelles, Antonio, Léxico Filosófico, artículo “Analogía del ente”.

1 Jesús García López, Estudios de Metafísica Tomista, cit., La Analogía en General, pág. 34.

2 Se suele llamar analogía de desigualdad a la forma como realizan un concepto según la abstracción idéntico los individuos de distintas especies o de distintos géneros.

3 “… es claro que no cabe que primero los entes sean y luego sean diferentes. En cada uno de ellos, ser es ser-distinto de los otros, aunque todos coinciden en que son. Mas también esta coincidencia es radical, pues tampoco cabe que los entes sean primordialmente diferentes y, después de ello, sean. Ni su respectivo ser-distintos se sobreañade a su ser, ni tampoco su ser se sobreañade a su respectivo ser-distintos. Son y son diferentes de una manera conjunta, indivisible, radicalmente unitaria” (Millán Puelles, Léxico Filosófico, Ediciones Rialp S.A., Madrid, 1984, artículo “Analogía del Ente”, pág. 24).

4 El Ser y lo Uno se identifican, como luego veremos, porque todo ser, en cuanto tal, es uno; de no ser uno o estar dotado de unidad, habría dos entes y no uno; por ello el Ser y el Uno se equiparan.

5 Metafísica, III.3, 998, b. (Versión de Valentín García Yebra, Gredos, Madrid, 1979). El argumento es que las diferencias entre los entes existen; ahora bien, si el ente o ser fuera un género, no podría predicarse de las diferencias, porque el concepto del género nunca se aplica a las diferencias de los diversos géneros inferiores y especies: de lo contrario las diferencias serían parte del género y no serían diferencias. Luego si de las diferencias se ha de predicar el ser —y así es porque existen—, el ser no puede ser género: su concepto no es un concepto genérico o universal.

6 Metafísica, 1003 b, versión cit.

7 “… se da en aquella siempre un primer analogado o primer sujeto de atribución, por comparación al cual se aplica el nombre análogo a los restantes analogados” (Jesús García López, op. cit., La analogía en general, pág. 48).

8 En la terminología clásica el analogado principal es el princeps analogatum o “príncipe de los analogados”.

9 García López, op. cit., La analogía del ente, pág. 80.

10 “Dios no es cognoscible naturalmente si el ente no es unívoco, el creado y el increado” (Ordinatio, 1, 3, I, 3,: III, nº 139, págs. 86-87, citado por Fraile. Historia de la Filosofía, cit. t. II., pág. 1.084. “Toda investigación acerca de Dios supone que el intelecto tenga un mismo concepto, unívoco, el cual lo toma de las criaturas” (Ordinatio, 1, 3, I., 1-2, nº 39, pág. 26, citado por Fraile, loc. cit.)

11 “Así pues, el ser es unívoco a Dios y a las criaturas. Aunque esta univocidad queda reducida a los límites de una noción puramente negativa. Dios y las criaturas convienen en que son algo, es decir, en que son no - nada. Este es el único punto de semejanza entre las criaturas y Dios. Son cosas o seres completamente distintos en la realidad, aunque convienen en el concepto —negativo— de ser. “Dios y la criatura no son distintas primeramente en los conceptos, sino que primeramente son distintos en la realidad, pues no convienen en realidad alguna” (Ordinatio I. 8,311). Es decir, que entre Dios y las criaturas existe equivocidad de realidad y solamente univocidad de conceptos, lo cual es mucho más que la analogía que pone Santo Tomás”. (Fraile, op. y t. cit., pág. 1.085).

Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I

Подняться наверх