Читать книгу Curso de Filosofía del Derecho. Tomo I - José Joaquín Ugarte Godoy - Страница 28
ОглавлениеLECTURAS
Lectura Iª
A CADA UNO LE PARECE EL FIN QUE SE LE PROPONE SEGÚN SON SUS DISPOSICIONES
ARISTÓTELES
“… ¿es preciso reconocer entonces que, de una manera absoluta, el bien es lo que se quiere de conformidad con la verdad y que para cada individuo es el bien que sigue su idea? Así, pues, para el hombre recto y honesto esto será el bien verdadero, y para el malo, lo que ocurra. Lo mismo ocurre en los cuerpos: la gente que está bien de salud estima saludables los alimentos que verdaderamente lo son, mien-tras que los enfermos juzgan muy de otra manera. Igual se podría razonar sobre la apreciación de lo dulce, lo amargo, lo caliente, lo pesado y sobre cada una de esas sensaciones y de todas las demás. Pues el hombre sensato juzga exactamente los casos particulares, y en toda circunstancia la verdad aparece a sus ojos en todo su esplendor. En efecto, el agrado, la belleza, el placer, dependen de las disposiciones de cada uno. Y lo que quizá constituye la mayor originalidad del hombre de buen sentir, es que distingue, en todas las circunstancias, el verdadero bien, como si él mismo fuera el canon y la medida de él”. (Ética a Nicómano, L. III, c. 4, ed. cit., de Aguilar, pág. 1.200).
Lectura IIª
DOS ACEPCIONES DE LA SABIDURÍA
SANTO TOMÁS
“Puesto que al sabio pertenece juzgar, la sabiduría se toma en dos acepciones, correspondientes a las dos maneras de juzgar.- Una es la manera de juzgar cuando alguien juzga movido por inclinación o instinto, y así, el que tiene el hábito de la virtud juzga correctamente de cómo ha de practicarse la virtud, debido a que está inclinado a ella; y por eso se dice en el libro X de los Éticos que el virtuoso es regla y medida de los actos humanos. La otra es por modo de conocimiento, y así el perito en ciencia moral puede juzgar de los actos virtuosos aunque no posea la virtud”. (Suma Teológica, 1, q.1, a.6, ad 3)6.
Lectura IIIª
EL JUICIO RECTO DEPENDE DE LA VIRTUD MORAL
SANTO TOMÁS
“El nombre de juicio, que según su originaria acepción, significa la recta determinación de las cosas justas, se amplió a significar la recta determinación en cualesquiera cosas, tanto en el orden especulativo como en el práctico. En todas, sin embargo, para que haya un juicio recto, se requieren dos condiciones, de las cuales una es la virtud que profiere el juicio, y en este sentido el juicio es acto de la razón, pues decir o definir algo es propio de la razón. La otra es la disposición del que juzga, y que le hace idóneo para juzgar rectamente; y así, en lo perteneciente a la justicia, el juicio procede de la justicia, como en lo perteneciente a la fortaleza procede de esta. Así, pues, el juicio es acto de justicia, en tanto esta inclina a juzgar rectamente, y de prudencia, en cuanto esta virtud pronuncia el juicio. Por ello, también el buen sentido moral, perteneciente a la prudencia, es llamado “virtud de buen juicio”, según lo expuesto”. (Suma Teológica, 2-2, q.60, a.1, ad 1).
Lectura IVª
EL VIRTUOSO JUZGA RECTAMENTE EN TODAS LAS COSAS QUE PERTENECEN A LA OPERACIÓN HUMANA
SANTO TOMÁS
“Y dice que el virtuoso juzga rectamente en todas las cosas que pertenecen a la operación humana. En todos los casos, le parece bueno aquello que verdaderamente es bueno. Y esto es, porque a cada hábito le parecen naturalmente deleitables aquellas cosas que le son propias, es decir, aquellas que le convienen. Al hábito virtuoso le convienen aquellas cosas que son verdaderamente buenas. Porque el hábito virtuoso se define por ser según la recta razón. Por tanto aquellas cosas que están de acuerdo con la razón, aquellas cosas que son simplemente buenas, le parecen buenas. Y en esto, el que se ejercita en la virtud difiere mucho de los otros, porque en todos los casos de operación ve qué es lo verdaderamente bueno: se muestra él mismo como regla y medida de las operaciones. Porque, al juzgar acerca de ellas, algo es bueno o malo según lo que a él le parece”. (Comentario a la Ética a Nicómaco, L. III, lect. X (494).
Lectura Vª
IGUAL QUE EL HOMBRE QUE TIENE EL GUSTO ESTRAGADO NO TIENE RECTO JUICIO DE LOS SABORES, EL CORROMPIDO NO TIENE UN RECTO JUICIO ACERCA DEL BIEN
SANTO TOMÁS
“Hay que considerar que, igualmente que el hombre que tiene el gusto estragado no tiene un recto juicio de los sabores sino que a veces abomina las cosas suaves y apetece las cosas abominables (quien tiene un gusto sano tiene un recto juicio de los sabores), el afecto corrompido —como conformado a las cosas mundanas— no tiene un recto juicio acerca del bien. Por tanto se dijo: No queráis conformaros a este mundo, sino reformaros en la novedad de vuestro sentido, para que probéis, esto es, experimentéis… De este modo experimentan la voluntad de Dios los que no se conforman a este mundo, sino que se reforman en una novedad de sentido; pero aquellos que permanecen en la vejez, conformados al mundo, juzgan que la voluntad de Dios no es buena sino pesada e inútil”.
(COMENTARIO A LA EPÍSTOLA A LOS ROMANOS, LECT. 1).
6 Esta y las siguientes lecturas de Santo Tomás están entresacadas de la selección de textos del Doctor Angélico que trae la obra de Pero-Sanz Elorz, más arriba citada.