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LOS PADRES FUNDADORES DE EUSKADI

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Cabe hacer un paralelismo entre las vidas del socialista Indalecio Prieto y del nacionalista José Antonio Aguirre1a pesar de ser de distinta generación: el primero, nacido en 1883, era 21 años mayor que el segundo, y a pesar de su muy diverso origen social y geográfico: Prieto perteneció a una familia asturiana empobrecida por la muerte de su padre, que emigró de Oviedo a Bilbao en 1891, mientras que Aguirre nació en 1904 en el seno de una familia acomodada (su padre fue abogado), propietaria de la empresa Chocolates Bilbaínos.

Sus trayectorias vitales convergieron en Bilbao, la ciudad de nacimiento de Aguirre y en la cual vivió Prieto desde los siete años, sintiéndose bilbaíno de adopción. Sus carreras profesionales estuvieron vinculadas a la villa del Nervión: en el caso de Aguirre, además de ser futbolista del Athletic, en ella radicó su empresa familiar y ejerció la abogacía; por su parte, Prieto fue periodista, director y luego propietario del diario bilbaíno El Liberal. Políticamente, la relación de Prieto con Bilbao fue mucho más intensa que la de Aguirre, pues este fue alcalde de Guecho y diputado por Navarra y por Vizcaya-provincia en la Segunda República, mientras que Prieto fue diputado provincial de Vizcaya por Bilbao (1911-1915), concejal y teniente de alcalde del Ayuntamiento bilbaíno (1916-1918), diputado a Cortes por el distrito de Bilbao en la Monarquía de la Restauración (1918-1923) y por la circunscripción de Vizcaya-capital durante toda la República (1931-1936). En cambio, en la Guerra Civil, Prieto fue ministro en los Gobiernos de Largo Caballero y de Negrín, ubicados en Madrid, Valencia y Barcelona, mientras que Aguirre fue el lehendakari del primer Gobierno vasco, cuya sede estuvo en Bilbao durante nueve meses, desde octubre de 1936 hasta junio de 1937.

A partir de la derrota republicana en la Guerra Civil, ambos políticos se vieron forzados a vivir largo tiempo en el destierro, donde fallecieron en los países en los que más tiempo residieron: Aguirre, en Francia en marzo de 1960, y Prieto, en México en febrero de 1962. Tras su alejamiento político durante los años de la Segunda Guerra Mundial, volvieron a aproximarse en la posguerra mundial con el objetivo de derrocar la Dictadura de Franco y restablecer la democracia en España y la autonomía en Euskadi; pero no lograron dicho objetivo, ni pudieron regresar al País Vasco, al sobrevivirles el dictador y su régimen. Por encima de sus divergencias ideológicas, acabaron siendo amigos, como demostró el emotivo artículo necrológico que Prieto dedicó a Aguirre, a raíz de su muerte en París, titulado «José Antonio y su optimismo» y publicado en El Socialista de Toulouse el 14 de abril de 1960: en él afirmaba: «la fuerza mágica de José Antonio Aguirre era su inquebrantable optimismo», y concluía con estas palabras: «Todos acaban de sufrir una pérdida irreparable»2. Lo mismo sucedió dos años más tarde, cuando se produjo el fallecimiento de Prieto, quien fue elogiado por la prensa del nacionalismo vasco en el exilio: «Ambos representaron un papel importante en la política vasca de los últimos treinta años, algunas veces coincidente, bastantes veces contrario. Al fin, la guerra, el exilio y la muerte los unió definitivamente en la Historia»3.

A lo largo de la Restauración y la República, Indalecio Prieto había sido la bête noire del nacionalismo4, al que derrotó en seis de las siete elecciones generales en las que se presentó a diputado por Bilbao y para el que significó la encarnación del españolismo en Euskadi5. Ahora bien, el españolismo de Prieto fue compatible con su vasquismo, que le llevaba a elogiar los Fueros, interpretándolos en clave liberal, y a defender la autonomía para el País Vasco siempre que respetase las libertades individuales y la República democrática, objetivo de su coalición republicano-socialista, constante de su vida política. Así lo demostró al ser el principal artífice del Estatuto vasco de 1936 y, como tal, el padre fundador de la Euskadi autónoma en la Guerra Civil, junto con José Antonio Aguirre. Vamos a examinar su relación política durante el quinquenio republicano, en el transcurso del cual ambos líderes pasaron de ser enemigos en 1931 a ser aliados en la Guerra Civil: la autonomía vasca dentro de la democracia española fue el programa común que les unió en 1936.

Vidas cruzadas: Prieto y Aguirre

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