Читать книгу Fernando VI y la España discreta - José Luis Gómez Urdáñez - Страница 10
El rey eclipsado por sus ministros
ОглавлениеEmpleando a veces las mismas palabras y expresiones de Ferrer del Río, Modesto Lafuente (1806-1866) llevaba las líneas maestras del primer panegirista carolino al tomo XIX de su Historia General de España publicado en 1857, solo un año después del texto de Ferrer. La obra de historia general más conocida del XIX demostraba que su autor había pasado por encima al historiar el periodo fernandino. Le interesó más Carlos III, ya convertido en guía de progresistas, por lo que el liberal Lafuente le tributaba el tópico homenaje haciendo de los reinados anteriores una mera antesala: «feliz y provechosa preparación», «cimientos y bases», que «allanaron grandemente el camino para el más ilustrado y más próspero reinado de Carlos III».
Pero Lafuente reforzaba y ampliaba las ideas de Ferrer en un aspecto de gran interés para el futuro: los ministros de Fernando VI, Carvajal y Ensenada, eran presentados como hombres de opuestos caracteres, brillantes ambos aunque enfrentados en sus concepciones y prácticas políticas. La idea ha llegado así a nuestros días, sin embargo, los dos historiadores españoles atribuían a Fernando VI y Bárbara de Braganza la habilidad de «balancear el poder y el favor de los ministros» y el «propósito» de «sostener al uno contra el otro».
Poco tardó en abrirse paso la idea contraria: a medida que se iba conociendo la labor de los ministros se eclipsaba aún más la imagen del rey en materia política, por lo que a fines del XIX eran del dominio público su abulia ante el trabajo de leer papeles y los esfuerzos que debían hacer el confesor, la reina, Farinelli y Ensenada para evitar que los asuntos se paralizaran a causa de las manías regias. W. Coxe ya lo había esbozado: Fernando VI «creía haber cumplido con sus deberes de soberano tan luego como había confiado a sus ministros el peso de la administración».
A sostener esta idea contribuyó la excelente biografía de Ensenada que Antonio Rodríguez Villa publicó en 1878, el libro más útil y documentado sobre el periodo. Con profusión de documentos, el archivero abonaba la idea de que los ministros pudieron actuar con más decisión precisamente por el desinterés de Fernando VI, mientras la reina y al padre Rávago quedaban como intermediarios terapéuticos. Rodríguez Villa introducía el binomio rey abúlico-ministro eficaz y encaminaba los estudios históricos hacia el análisis de las realizaciones del reinado y el conocimiento de sus verdaderos responsables, concluyendo por ello que «el reinado de Fernando VI es el más extraordinario, pacífico y singular de nuestra historia».
En 1924, Miguel Mozas Mesa completaría la apología de los ministros fernandinos con su obrita editada en Jaén sobre la figura de don José de Carvajal, el mismo año en que M. Ferrandis publicaba un Equilibrio europeo de don José de Carvajal. En las dos, el ministro aparecía como el gran nauta de la política de equilibrio. A diferencia de Ensenada, cuya fama se agigantó en la Restauración, don José de Carvajal no había merecido una biografía —todavía hoy falta la que amplíe los apuntes de Mozas y Ferrandis—, por lo que fue conocido sobre todo por su labor como jefe de la diplomacia. Su contribución a la política interior siguió siendo casi desconocida, aunque Miguel Mozas destacaba ya la labor del ministro culto como protector de la Real Academia y de la fernandina de Bellas Artes.