Читать книгу Las "serventias" en Galicia - José Luís Ramos Blanco - Страница 20

3.2.2. Los problemas derivados de la apertura y cerramiento del “agra”

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En el cierre exterior común que circundaba el “agra” siempre había una o varias entradas –denominadas, según las zonas, “cancelas” “portelas”, “portairos”, “poriclos”, “escadiñas”, “pasadoiros” “portelos”, “portillos”, “escairos”, “porteleiras”, “carrís”, “carriles” o “carrilleiras”57–, cuyo número era más o menos elevado en función, fundamentalmente, de la dimensión del “agra”58. Dichos accesos instalados en el muro de cierre general del “agra” presentarían, además, unas características concretas según si su destino era el paso de personas o también de carros y ganados.

En relación a las primeras, cabría destacar los llamados “portairos”, “poriclos”, “portillos” “escadiñas”, “pasadoiros” o “escairos”, consistentes en una especie de escalera construida con piedras salientes del cuerpo de la pared o muro de piedra que circundaba el “agra” sin interrumpirlo59. Dichos peldaños podían estar instalados, según los casos, en ambos lados del muro, sólo en uno de ellos (cuando del otro lado del muro el terreno estaba situado en un plano más elevado), o consistir en una simple escalera de madera de roble o castaño que se apoyaba en el muro de cierre común del “agra”60.

Las entradas también se franqueaban, a veces, con una “cancela” o portal de madera, con simples palos atravesados, con una zanja o colocando una piedra (“chantón”) en el medio del camino que obligaba a las personas a rodearlo e impedía el paso a los carros y al ganado de mayor tamaño61.

De estar destinadas las entradas al paso de personas y también de los carros y ganados, cabría destacar los denominados “carriles”. Éstos consistían en una simple brecha abierta en el muro o pared de piedra, en cuyo lugar se construía una pared provisional con piedras puestas de tal modo que dicho muro pudiera deshacerse y hacerse de nuevo con relativa facilidad. Al pasar el ganado y/o el carro, la persona que lo acompañaba tenía la obligación de reponer el muro y dejarlo en el mismo estado en el que se encontraba. Las “agras” también se cerraban, en ocasiones, con barras de madera transversales bajo las que se acumulaban montones de zarzas (“silvas”), con losas de pizarra (“chantos”), bloques de tierra acumulados (“terróns”) o una “cancela” o portal de madera62.

El lugar de acceso se consideraba inamovible, salvo acuerdo en contrario de todos los usuarios de las fincas del “agra”. Cualquier intento de modificación era criticado y sancionado con dureza si se hacía sin el consentimiento de los demás usuarios. También la apertura de una nueva entrada constituía una operación difícil, y a la que se recurría únicamente en supuestos muy excepcionales, en la medida en que podía poner en peligro la organización y el correcto funcionamiento interno del “agra”63.

Todas estas reglas de cierre y apertura de las entradas del “agra” se regían, con carácter general, por acuerdos de naturaleza consuetudinaria que eran acatados y cumplidos por todos los usuarios de las fincas situadas en su interior64.

Las

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