Читать книгу Te regalo el fin del mundo - José María Villalobos - Страница 14

EL APARTAMENTO

Оглавление

Roy cierra de forma brusca la puerta de su apartamento sin entender nada de lo que está ocurriendo. El chico y la chica que le han acompañado apresuradamente hasta allí se mueven frenéticos y colocan extraños dispositivos en habitaciones y ventanas. Ella se pone a escanear palmo a palmo el salón principal. Pasa por alto el dormitorio, repleto de paneles que simulan relajantes entornos naturales, y el inútil cuarto de baño, en el que lo único que puedes hacer es contemplar en el espejo el rostro eternamente joven de tu avatar. A los pocos segundos, el salón de tamaño medio y abarrotado de chismes del siglo pasado, desde un tocadiscos a una máquina original de Pong, queda registrado en el dispositivo.

—¿Qué…? ¿Qué haces?

—Una copia. No necesitas saber más.

La chica realiza una serie de operaciones y cierra seguidamente el menú de opciones de su brazo. Su voluminoso compañero vuelve de revisar el resto de habitaciones.

—Parece que todo está bien, Alice. Venga, chequéalo de una vez para ver si es la persona que estamos buscando y acabemos con esto.

—Si es él no será el final sino el comienzo, Risco.

El chico fornido la mira descreído y, tras dudar un momento, asiente no demasiado convencido rascándose con fuerza la cabeza en un acto mecánico de nerviosismo.

—Intenta tranquilizarte. Toma el duplicado del salón y envíalo a Tris para que lo active. —Risco obedece y se muestra claramente la jerarquía que existe entre los dos.

Siguen vistiendo los gorros ceñidos de nadador bajo las capuchas de sus largos abrigos, como si quisieran ocultar en lo posible cualquier reconocimiento de su identidad. Roy sabe que esa indumentaria es inútil ante los miles de datos que recopilan los ojos de K-Corp colocados casi en cada calle por la que han pasado corriendo. La chica, tras el minucioso escrutinio, parece sentirse segura y se quita el gorro. Un chisporroteo recorre su lisa pero alborotada melena, que se desparrama generosa por su espalda. Pequeños puntos de luz caen brillando sobre su bello rostro durante un par de segundos antes de desvanecerse. Roy se da cuenta. Se trata de algún tipo de inhibidor de campo. Está claro que nadie los ha visto, que son invisibles en un mundo dominado por el Gran Hermano. Su confusión se transforma entonces en miedo. Esos dos desconocidos podrían esparcir su código allí mismo sin que nadie pudiera impedirlo.

Alice descubre su vestimenta al desabrochar el abrigo para coger un escáner corporal. Roy se percata del diseño del uniforme, de sus motivos y colores.

—¡Sois soldados digitales! ¿Pero qué? ¡Yo no he hecho nada! Además, ¿no huíais de la armada? ¡Sois renegados, furtivos del SEO, traidores, eso es!

Ella parece no escuchar. Concentrada, recorre lentamente con el escáner el cuerpo de Roy. Su atenta mirada anhela la luz verde que justifique el riesgo que están corriendo. Mientras, Risco no deja de moverse nervioso de un lado a otro del salón a la vez que mantiene su mirada clavada en la escena.

¡Bep!

El escáner suelta una señal que ilumina en tonos verdosos el hasta ese momento serio semblante de Alice. La chica se gira y sonríe con los ojos bien abiertos a su compañero, que ha parado en seco su frenético bucle.

—Es él, Risco, lloraría ahora mismo si pudiera.

Te regalo el fin del mundo

Подняться наверх