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EL GRAN APAGÓN DE LA REALIDAD

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El doctor Nolan comprobó por última vez el sellado de puertas y ventanas. Las luces de neón, que respondieron tímidas a la oscuridad iluminando de forma tenue la estancia, fueron ya el único y último enlace con la realidad palpable. «Una triste despedida para toda una vida de investigación y sacrificio» pensó. Fuera, en las calles, los gritos y la muerte martilleaban casi inaudibles los muros blindados del edificio. A pesar de su edad, él había gozado de privilegio. Su capital importancia en la gestación de Nueva Génesis le había asegurado una plaza en el viaje que estaba por venir. En un proyecto que prometía una vida inédita en un universo expansivo con un tiempo indeterminado por delante, no cabía introducir ancianos entre sus filas. Las pruebas, además, habían demostrado la incapacidad de adaptación de las personas de avanzada edad a la RVP, la Realidad Virtual Permanente. Aunque la capacidad de procesamiento de Madre aseguraba, gracias a las potentes CPU individuales que suponía cada cerebro humano conectado, que la representación digital sería prácticamente idéntica a la palpable, en los experimentos previos a la desconexión general muchos sujetos habían entrado en coma a los pocos días. Era el sutil pero determinante problema de vivir en un mundo donde los rostros eran una copia sintética solo casi exacta a la real. Tampoco iniciarían el viaje los niños. Hacía ya una década que no se daban nacimientos. El ser humano quedó estéril bajo el desmedido bombardeo solar y, aunque no hubiera sido así, quién querría traer inocentes criaturas a este mundo en ruinas condenado a muerte.

No existían dudas sobre la capacidad de adaptación del resto de la población. Hacía décadas que se vivía con naturalidad en el entorno digital. La red era el lugar en el que quedar con los amigos para charlar, comer, ver películas o escuchar música, todo ello sin salir del salón de casa, vistiendo las blancas paredes con entornos de realidad aumentada que simulaban bares, restaurantes, salas de cine y de conciertos. En el exterior, los transeúntes veían el mundo a través de lentes de contacto RA y de pantallas que miraban sin descanso. Gran idea aquella de aplicar a los celulares externos e inSkin la tecnología anticolisión de los coches autónomos.

Estaba claro que, una vez inservible nuestro planeta, se vendería el Éxodo hacia Nueva Génesis como un salto evolutivo además de como una necesidad para la supervivencia. El Homo digitalis al encuentro de su nuevo hogar en una tierra prometida virtual diseñada a medida. No había discusión posible desde una maquinaria transmedia que se dedicó a bombardear durante años las nuevas consignas sin descanso. El proceso de cambio se aceptó con claridad… hasta que se supo que no había otra vía para mantener la vida en la Tierra, que los ancianos quedarían fuera, que los países más subdesarrollados serían excluidos, que los habitantes de esa realidad virtual deberían ceder más de la mitad de su existencia diaria para mantener en funcionamiento el nuevo universo, el nuevo orden. Para entonces ya no había vuelta atrás.

Todos estos pensamientos desbordaban con fuerza la cabeza de un doctor Nolan ya embutido en su traje de animación virtual. La cápsula para la desconexión frente a él, el pequeño frasco con biobots en su mano… Y la mirada perdida en el doloroso pasado inmediato.

El eco de una explosión lo hizo por fin reaccionar. Fuera, el caos seguía rugiendo. Nolan miró a su alrededor por última vez. El hogar que ya no era hogar se había tornado insoportable desde que, de formas muy diferentes, perdió a su mujer y a su hija. En una casa vacía de amor y llena de soledad irrespirable, la fragmentada foto familiar le empujaba en su tristeza a seguir adelante con el viaje. «Todavía existe una leve ilusión de recuperar esperanzas y lazos perdidos» se dijo a sí mismo mientras se llevaba a la boca el frasco e ingería el líquido hiTech. Seguidamente, se introdujo en la cápsula y dejó que esta automáticamente desplegara sus sensores. Pequeños filamentos se introdujeron por todos los orificios de su cuerpo. Nolan cerró los ojos, y dejó su mente dispuesta para atravesar el actual escenario rumbo a la que sería una nueva e incierta vida. La suya. La de todos los elegidos.

Te regalo el fin del mundo

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