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LA LÁGRIMA EN LA LLUVIA

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Los tres fugitivos corren por las calles desiertas. Lo hacen cubiertos por los inhibidores que les hacen invisibles ante los millares de ojos de K-Corp. Llegan hasta el puente de Brooklyn, bajo cuya estructura les espera una nave convenientemente camuflada.

—¡Mierda, mierda, mierda!

Risco no parece agradecido por haber escapado del asalto gracias a la proyección que han hecho del apartamento de Roy, en un edificio vacío, a varias manzanas de distancia de donde se encontraban realmente.

—El mismísimo Ax es el encargado de perseguirnos. ¡Estamos perdidos, joder!

Alice comprende la preocupación de su compañero y no lo contradice, pero intenta fijar prioridades ante la actual situación.

—Risco, sabíamos que corríamos un riesgo importante al volver aquí después de tanto tiempo, pero ha valido la pena, tenemos lo que buscábamos. ¡Tenemos a Roy! Y no te preocupes por Ax, llegado el momento, es una lucha que solo nos concernirá a él y a mí.

Por su parte, Roy no parece compartir ese entusiasmo, por el contrario, parece totalmente superado por los acontecimientos.

—Esto es un error, lo sé, es un error. No, un sueño, es un sueño, me lo he inventado, eso es. Todo esto solo ocurre en mi cabeza, no está pasando, y ahora mismo estoy dormido en la burbuja, y algún tipo de virus se ha colado en el sistema y me está produciendo pesadi… —Un bofetón de Alice lo envía aparatosamente al suelo.

—¡Claro que estás soñando, Roy, llevas años haciéndolo! ¡Además, sé que sientes eso mismo y sé que te corroe por dentro! ¡Y estamos sacrificándolo todo para que tú y todos los demás ciudadanos despierten! ¡Así que, maldito egoísta, levántate, tenemos un largo y peligroso camino por delante!

Empiezan a caer las primeras gotas de una tormenta de verano. Roy mira desde el suelo a su enfadada agresora, ve cómo la lluvia resbala por su rostro, que ahora mismo esgrime una dureza que intimida. Y es en ese instante cuando la reconoce por primera vez

—¡Tú! Ha sido todo tan rápido que no he caído hasta ahora. Eras del alto mando. Claro… ¡Alice! Tu rostro empezó a emitirse por las holopantallas tras el importante papel que jugaste en la batalla de Alejandría. No te había reconocido sin tu pintura de guerra. Lo contaron todo sobre ti. Entonces, el tipo que intentaba apresarnos era tu…

Risco lo interrumpe apresurado.

—Mejor déjalo ahí Roy, si no quieres perder el código de un brazo, una pierna o algo peor. Te aseguro que sería incapaz de detenerla.

Roy sigue mirando a Alice desde un suelo ya empapado por el temporal. Ella lo observa fijamente con una dureza que asusta. Su figura, contrastada por el fuerte e intermitente flash de los relámpagos, le parece ahora aún más imponente que antes. Cree notar que algo ha cambiado tras su inoportuno comentario, que algo se ha roto en el interior de la chica. En ese instante es consciente de que debe mantenerse en silencio y guardar respeto. Por un momento, aunque sabe que no es posible, piensa que las cuantiosas gotas de lluvia que resbalan por esa mejilla bien podrían confundirse con lágrimas.

Te regalo el fin del mundo

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