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UN SEGUNDO DE RESPIRO EN EL VACÍO INFINITO

—¿Comandante Alice? Veo que todo salió bien, aunque estuvo cerca de no ser así.

El azulado holograma de una mujer con uniforme de piloto ocupa resplandeciente el centro de mando de la nave.

—Gracias Tris, aunque íbamos cubiertos, ya ves que el riesgo era máximo. Fue vital que vigilarais cada movimiento en varios kilómetros a la redonda y nos avisarais con antelación del asalto al piso señuelo. Eso nos dio unos segundos vitales para evitar la triangulación de nuestra posición y poder huir.

—Afortunadamente —responde Tris— dada la hora, con los ciudadanos en sus burbujas fue más fácil notar alteraciones motrices.

—Capitana —continua Alice— ya sabe ahora lo que debe hacer. Tome una ruta divergente y oculte a su equipo donde hemos acordado. Nosotros haremos escala allí si nada se tuerce. Nos espera un largo camino para llegar hasta el Consejo rebelde.

—¿Encontró entonces lo que buscaba, comandante?

Alice mira a Risco, sentado en el asiento del copiloto, y se incorpora lentamente, como para asegurarse que su respuesta no va a ser escuchada más allá de la cabina de la nave. Olvidando el protocolo, responde.

—Tris, cuanto menos sepas mejor. Escóndete con los tuyos, ya habéis arriesgado suficiente. Confía en mí.

—Lo entiendo Alice, tened mucho cuidado, por favor. Corto y cierro.

El holograma se desvanece. Ya sin su resplandor, en la cabina reina ahora la tenue luz del negro espacio estrellado. Risco y Alice permanecen largos segundos observando en silencio y armonía la inmensidad que les rodea. Él es el que rompe el silencio.

—Ejem, odio interrumpir, pero deberíamos comunicar a Roy los próximos pasos a seguir, ¿no crees? Por lo que hemos podido hablar en las últimas horas desde nuestra partida, parece que ha asumido su papel en esta historia. Juraría que incluso le he visto sonreír, como si en el fondo agradeciera que hayamos puesto su vida patas arriba.

Alice parece despertar de un remanso de paz y gira hacia Risco su cabeza sin separarla del respaldo. No está enfadada por la interrupción, al contrario, asiente serena.

—Mi querido amigo, tienes toda la razón, lo siento. ¡Puf! Se despereza con todas sus fuerzas en un acto reflejo y se semincorpora en su asiento—. Por un momento desapareció de mi mente toda la presión que conlleva nuestra misión. Me he dejado llevar por este precioso panorama que tenemos delante. Nunca me canso de él, la verdad. Si tenemos éxito y conseguimos nuestro propósito, a veces pienso que es lo único que echaré de menos.

Alice continúa hablando mientras se recuesta de nuevo sobre el asiento del copiloto.

—Con respecto a nuestro valioso pasajero sí, también he notado lo mismo que tú. Hemos conversado un momento desde nuestra partida, mientras lo desvinculaba de Madre y, aunque algo asustado todavía, creo que la soledad que ha sentido hasta ahora en su vida hace que se aferre a nosotros como si fuéramos lo único que tiene. Y es bueno que sea así, más que nada porque, si lo piensas bien, es cierto.

Risco mira de nuevo a través del cristal de la cabina la negra inmensidad punteada de blanco. Ahora es él quien esboza una sonrisa serena. Su apreciada compañera dejó en Nueva Tierra las formas violentas que exigen ciertas situaciones y se ha ganado a Roy siendo la afable Alice de siempre. Todo será más fácil así, y da las gracias mentalmente ante el paisaje que contempla.

—¡Bueno, basta ya! —dice ella resuelta mientras se levanta enérgica del asiento del piloto y se dirige a la entrada de la cabina—. Te hago caso y aviso a nuestro pasajero para una reunión en la sala principal, aunque creo que debería aprovechar esta balsa de aceite que es nuestro estado de ánimo ahora mismo para disculparme con él, que no lo he hecho todavía. Hace solo unas horas el pobre vivía inmerso en su rutina y a mí solo se me ocurrió sacarlo de ella a base de carreras y golpes. Por muy bien que se sienta ahora con nosotros, merece unas palabras por mi parte.

—¿Alice? —La voz de Risco la detiene justo antes de abandonar el compartimento—. Llevamos demasiado tiempo esperando una oportunidad como esta como para fallar ahora. Lo conseguiremos, ¿verdad?

—¿Lo dudas, grandullón? —Alice responde con ternura al temor que le transmite su amigo, y sale de la cabina mostrándole la cara más optimista que su avatar puede fingir.

COMIENZA LA CAZA

—Nuestro esquivo contrincante ha cometido un grave error volviendo a Nueva Tierra. Le dije que era cuestión de tener paciencia.

Klauss está recostado en el sillón de su despacho, con las manos juntas a la altura de los labios.

—Es evidente que durante todos estos años Alice conocía el riesgo que suponía volver aquí, aunque no creo que fuera consciente de que, en cuanto pusiera pie en una gran urbe, sería inevitable que la localizáramos con cierta celeridad. Que utilizara inhibidores solo nos retrasó un poco. Ahora que ha huido en una pequeña nave, tan pequeña que resultará complicado su rastreo, tengo varias preguntas: ¿qué hacía aquí? ¿Qué vinieron a buscar y por qué?

Ax, que se encuentra de pie frente a la mesa de despacho de Klauss con las manos a la espalda, comienza a transmitirle los datos de que dispone.

—Los últimos años se ha mantenido segura a base de hacernos daño en puntos impredecibles del universo. Es evidente que lo que la ha traído de nuevo hasta aquí vale más que su vida y la de su compañero. Si no, no habrían arriesgado tantísimo. Desde el piso señuelo solo tardamos unos minutos en llegar al apartamento donde estaban reunidos con un avatar. Todo indica que el inquilino huyó con ellos.

Klauss recibe las respuestas de Ax con un brillo en los ojos.

—Si ha puesto en peligro su vida por un avatar quiero saber qué lo hace tan importante. ¿Datos?

Ax levanta su antebrazo y, tecleando sobre su menú personal, despliega un holograma que lanza con un gesto a la mesa del despacho. La figura de Roy aparece encima de ella girando lentamente. A su alrededor se generan decenas de líneas de información junto a incontables signos de interrogación.

—Su nombre es Roy. Ni código de llegada ni pasado registrado antes del Gran Apagón. Es imposible rastrear en el mundo real una cápsula para la desconexión entre mil millones de ellas, pero aunque fuera factible, no podríamos cortocircuitarla desde aquí porque no hay datos en memoria. Si supone un peligro real para nosotros, y todo nos dice que así es, acabar con él pasaría ineludiblemente por aplicarle la muerte permanente en este plano. Es más que probable que ni él sepa que es como un fantasma para nosotros. De hecho, dudo mucho que sea consciente de que posiblemente sea una amenaza para el sistema. Hemos repasado toda su actividad en los últimos ocho años virtuales y era un ciudadano modelo, sin pasado militar, un vulgar avatar civil. Nada reseñable, sin penas de prisión, ni una simple amonestación, nada. Diría que es incluso un ser mediocre.

Perfecto para pasar absolutamente desapercibido —apunta Klauss—. Por otro lado, ahora que lo comenta, y es una información que pocos conocen, que no tengamos desde aquí acceso a las cápsulas de desconexión en el plano real fue la única exigencia que impuso Nolan antes del Gran Apagón. Temía que utilizáramos esa capacidad para crear un régimen del terror que mantuviera a la población sumisa y a nuestro servicio. Y no se equivocaba —Klauss ríe maliciosamente—. Aunque bueno, como bien sabe, desde la batalla de Alejandría ese pequeño escollo dejó de tener importancia.

Ax se lleva pensativo la mano al mentón.

—¿Piensa que el doctor Nolan tiene algo que ver con esto? De estar vivo todavía, desde luego no creo que estuviera de acuerdo con la actuación del CdC y K-Corp todo este tiempo.

—Usted lo ha dicho, general, de estar vivo. Desapareció sin dejar rastro en cuanto empezamos a imponer nuestro poder. Ser el diseñador del sistema tiene sus ventajas. Al principio pensamos que se ocultaba bajo la identidad de Alexander. Encajaba que Nolan encabezara la Rebelión. Pero como pudimos comprobar, el aspecto envejecido de Alexander era un acto ilegal de transformación física del avatar. Quién sabe qué razones tuvo el líder de la insurgencia para ello. ¿Una forma de buscar el respeto de antaño en un mundo sin ancianos? Nolan es el único con su edad al que se le permitió la entrada a este mundo.

—Pero señor —Ax intenta atar cabos— si Nolan ya era un anciano cuando se dio el Gran Apagón de la Realidad, después de ocho años sin tener noticias de él aquí… Eso son veinticuatro años en la Tierra. Es indudable que estará muerto.

—No necesariamente. Como bien sabe, en animación semisuspendida y con la estimulación adecuada de los biobots, nuestros cuerpos envejecen mucho más lentamente. Conservamos aquí idéntico aspecto a cuando llegamos, y nuestros cuerpos físicos, aunque habrán envejecido inmersos en las cápsulas de desconexión, lo habrán hecho por lo menos a la mitad de tiempo que el paso real de los años. Aunque claro, es solo teoría.

—Pues si me lo permite, señor, no descartaré ninguna hipótesis en la investigación de este misterioso avatar civil, incluyendo una posible conexión con el doctor Nolan. Tal vez, si damos con uno, eso nos lleve hasta el otro. Si Nolan es un peligro por su conocimiento de los pilares de este universo, tal vez el tal Roy sea una forma de llegar hasta él. No imagino razón de más peso por la que Alice decidiera hacerse visible arriesgándolo todo.

—Estupendo Ax, su pensamiento estratégico y analítico ha dado frutos una vez más. Se pondrá en contacto con nuestro centro de seguimiento para que le informen de todo lo conseguido hasta ahora. Ya le aviso de que no será mucho. El arquitecto sabe mejor que nadie cómo esconderse en su propio edificio.

—Ya lo suponía, señor, por eso estaba pensado en otras vías esto… —Ax duda un momento mientras intenta dar con las palabras adecuadas—. Otras vías… menos convencionales.

—Sorpréndame de nuevo, general.

—Sé que cree firmemente en la superioridad de nuestra élite y que detesta todo lo que está por debajo de ella, pero escuche, los hunters que recorren la galaxia en busca de fortuna se encuentran entre los mayores conocedores de los secretos que esconde este espacio digital. Cualquier dato, por nimio que sea, que puedan suministrarnos, valdrá más que cualquier información que tengamos actualmente en nuestro poder.

Klauss se remueve en su sillón con una incomodidad manifiesta.

—Me está poniendo a prueba, general. Desde que llegamos aquí, he castigado severamente a todo el que ha osado insinuar la misma propuesta para luchar contra los rebeldes. Piratas, ermitaños, mercenarios… hunters. Como bien dice, toda esa escoria residual no merece existir. Pero también tiene razón en lo que respecta a la importancia y excepcionalidad del tema que nos incumbe ahora mismo.

Se mantiene en silencio unos tensos segundos en los que intenta controlar su soberbia y ego desmedidos.

—Está bien, está bien, puede tratar de conseguir ayuda de los hunters para dar con los fugitivos y de paso encontrar algún indicio del paradero de Nolan que, con un poco de suerte, será una lápida en un remoto lugar. Pero dígame, ¿cómo pretende poner de su lado a unas sabandijas que hemos estado aniquilando una por una desde que este mundo es mundo?

Ax mira con determinación a Klauss.

—Señor, le aseguro que los tendré comiendo de mi mano si me da carta blanca en esto.

Klauss se vanagloria mentalmente una vez más de albergar bajo su mando a tan eficaz y entregada mano derecha.

—Claro que tiene carta blanca, general, claro que la tiene.

CORAZONES BINARIOS

El sol resbala vencido y perezoso entre las Torres Gemelas pintando de tonos anaranjados el atardecer. A Roy le gusta observar ese momento desde la ventana de su apartamento en N-Manhattan. Lejos de resultar placentera, la escena le deja siempre una sensación de extrañeza y misterio…

Te regalo el fin del mundo

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