Читать книгу Revelaciones del Popol Vuh - José Napoleón Mariona - Страница 37
ОглавлениеCAPÍTULO 15
Y el tercero que se ensoberbeció, que era el segundo hijo de VUCUB-CAQUIX, que se llamaba CABRACÁN (esto es dos piernas) decía: yo soy el que destruyó los cerros.
Y así mismo HUN-AHPU y XBALANQUE decían que vencieron al CABRACÁN y HURACÁN, CHIPA-CACULHA y RAXACACULHA dijeron los que hablaron a HUN-AHPU y XBALANQUE, que el segundo hijo de VUCUB-CAQUIX también sea destruido: esto mandé porque no es bien lo que hace sobre la faz de la tierra, porque se pasa a mucha grandeza, y no debe ser así: alagadlo, y llevadlo allá hacia donde nace el sol. Esto dijo HURACÁN a los dos muchachos. Está bien, dijeron ellos, ¿no está bien esto que vemos, por ventura?
NO ventura, ¿no es el primero vuestra grandeza, tú CORAZÓN DEL CIELO, no soy primero?
Esto dijeron los muchachos, que respondieron a lo que les dijo HURACÁN, y estando actualmente CABRACÁN meneando los montes, apenas los meneaba un poco, dando golpes con los pies en la tierra: luego se desgajaban los pequeños y grandes montes, y siendo entonces encontrado por los dos muchachos le preguntaron ¿adonde vas muchacho? No voy a parte alguna, dijo él, aquí estoy solo derribándolos.
Y entonces el CABRACÁN le dijo a HUN-AHPU y XBALANQUE: ¿a qué venís, no os conozco, ni sé qué es vuestra venida; cómo os llamáis? No tenemos Nombre, dijeron ellos, solo somos tiradores de cerbatana, y cazadores de liga por los montes, somos pobres y no tenemos cosa alguna, andamos por los montes grandes y chicos; allá en el nacimiento del sol vimos un gran cerro, y es muy fragante su dulzura, y es tan alto, que se sube sobre todos los cerros, y así no hemos podido, como es tan alto, coger pájaro alguno; y si así es verdad que tú derribas los cerros, dijo HUN-AHPU y XBALANQUE, ahora nos ayudarás.
Es verdad eso, dijo CABRACÁN.
¿Habéis visto ese cerro que decís? ¿Adonde esá? Y lo veré, y lo echaré abajo, ¿adonde lo visteis?
Allá, dijeron ellos, está donde el sol nace.
Está bien, dijo CABRACÁN,ea, tomad camino, no ha de ser así sino que tenemos de coger en medio de nosotros; uno irá a la mano derecha, y otro a la mano izquierda, porque llevamos nuestras cerbatanas, y si hubiere algún pájaro, le tiraremos, y así iban alegres tirando a los pájaros (y esto es advertir que cuando tiraban, no era barro el bodoque, sino que solo con el soplo derribaban los pájaros)
e iba maravillado el CABRACÁN; entonces los muchachos sacaron fuego, y se pusieron a asar los pájaros en el fuego; y a un pájaro le untaron «TIZATE», tierra blanca le pusieron.
Este le daremos, dijeron ellos, porque venciéndolo, ha de caer en la tierra y en la tierra ha de ser enterrado, (es grande sabio el criador) cuando fueron sacadas a luz las criaturas:
esto dijeron ellos los dos muchachos; y entre sí dijeron: mucho deseó en su corazón comerlo CABRACÁN, y entonces le daban vueltas sobre el fuego al pájaro, y fuese sazonando; ya estaba amarrillo, y le chorreaba el pringue a los pájaros, y les salía el olor muy fragante, y el CABRACÁN estaba deseoso de comerlos, y la boca se le hacía agua, y la baba se le caía y la saliva por la fragancia, que de los pájaros salía.
¿Qué comida es esta vuestra? que de verdad es muy suave su olor que siento, dadme un poco. Esto dijo, y entonces se le fue dado un pájaro a CABRACÁN para su destrucción, y luego se acabó el pájaro, y entonces se fueron y llegaron al nacimiento del sol, adonde estaba aquel grande cerro,
y ya entonces el CABRACÁN estaba ya desmadejado, y no tenía fuerza en sus manos y pies por aquella tierra que le untaron al pájaro que comió, y ya no pudo hacer cosa alguna a los montes, ni pudo derribarlos,
y entonces los muchachos le ataron las manos atrás, y también los pies, entre ambos a dos, y luego lo arrojaron al suelo, y lo enterraron, y así fue vencido CABRACÁN por solos HUN-AHPU y XBALANQUE.
No es posible contar las obras de estos muchachos aquí en la tierra.