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Ayuno-oración-limosna

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Después, claro, el ayuno está íntimamente relacionado con la oración. Cuanto más ayune de cosas, pues más abierto estoy a la oración. Yo no digo que la expresión que voy a usar ahora mismo sea perfectamente exacta, pero a mí muchas veces se me ocurre. Se me ocurre, porque lo he leído en una serie de santos que decían estas cosas: «Si tuviéramos menos deseo de comida material, tendríamos más hambre del Pan Eucarístico». Cuando estamos suficientemente saciados de las satisfacciones naturales, parece normal que no sintamos el deleite del Espíritu de la Eucaristía y, cuando un individuo, va prescindiendo de los gustos que puede encontrar en el mundo, siempre encontrará cosas agradables, porque las hay, pero vamos, él prescinde de lo que puede, pues me parece normal que sienta el gusto, el sabor, sensible también, de la Comunión, de la Eucaristía. El ayuno, en este sentido, es fruto de la oración. Simplemente, si me dedico a hacer oración, me quito un montón de gustos, eso está claro.

Y el ayuno, tiene un sentido de la misericordia respecto de los demás, porque es evidente, que cuanto menos coma yo, más puedo dar de comer a los demás. Y esto no sólo porque se puede materializar con cierta facilidad, pues tengo la comida. La historia de san Pío X en esta faena, se cuenta muchas veces. Lo que pasa es que entonces algunas personas, como mi hermana, dicen: «Pero la santa era su hermana que se lo consentía». Cuentan, por lo menos cuando estaba de párroco, que iba un pobre y le daba lo que había para comer y llegaba la hermana, tranquila de que tenía la comida hecha, y ahí no había comida, ni hecha, ni sin hacer, es que había desaparecido todo. Claro, san Pío X se la había dado al primer pobre que se había encontrado. Bueno, y mi hermana dice: «La santa era su hermana que aguantaba semejante rollo continuamente», y bueno, pues puede que los santos fueran los dos.

Entonces, no es sólo por esta materialización, es que, naturalmente el ayuno me lleva a un género de vida, en el que podemos en primer lugar vivir pobres, con lo cual podemos dar más, eso es evidente; y, en segundo lugar, podemos dar un testimonio que hace que los demás se pongan a dar también. Y, lo mismo sucede en las demás cosas, claro está. Si yo estoy haciendo por gusto, viendo un rato la televisión por gusto, recalco lo del gusto, porque si estoy viendo en la televisión una cosa que me parece que necesito verla, para ayudar al prójimo, entonces no hay ayuno que valga, pero si estoy dejando de ver aquello, quiere decir que tengo un rato más, o para rezar pidiendo por el prójimo, o para atenderle, la cosa está clara. Es decir, el ayuno tiene una relación inmediata con la oración y con la limosna.

Revisad un poco, cuando sea, pero antes de que empiece la Cuaresma: ¿de qué cosas podría yo ayunar? Y otra vez, con los mismos dos aspectos: ¿de qué cosas podría, veo ya que podría, prescindir?; y segundo, ¿de qué cosas puedo? Y entonces Dios nos irá iluminando para que ejercitemos lo que podemos, que quizás de momento sea muy poco, y estemos abiertos y vayamos recibiendo mucho más. Esto es lo que aparece en todos los santos.

El hechizo de la misericordia

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