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LAS TRAMPAS DE LOS MONITORES

Serinyà (comarca del Pla de l’Estany), principios de julio de 2015. Mientras desayunábamos, los monitores comentaban cómo iban las colonias. Clara dijo que este año estaba mucho más en forma, porque en las reuniones de la noche se iba más al grano y podían dormir más. Yo le comenté: «Esto es que no has caído en la ilusión de Superman». Todos me miraron extrañados, y les dije que esta era una de las tres trampas en que puede caer un equipo de monitores. Las otras dos: la trampa del mercenario y la espiral de complicidades.

La ilusión de Superman se da cuando un equipo de monitores se cree con fuerzas ilimitadas y alarga innecesariamente las veladas de noche, cuando los niños están ya durmiendo. Pero pronto llega el cansancio, y con él baja la calidad de las actividades y de las relaciones humanas. La trampa del mercenario consiste en reducir el tiempo dedicado a los niños y en ir alargando el tiempo para estar con otros monitores: es más cómodo tratar informalmente con gente de tu edad que hacer de educador. Pero, tal como dice en lenguaje rural del siglo I el evangelio de Juan, «el buen pastor da la vida por las ovejas; el mercenario [...] ve venir al lobo, abandona a las ovejas y huye» (Jn 10,11-12). Y en la espiral de complicidades queda atrapado aquel monitor que no advierte a otro de las cosas que podría mejorar... porque sabe que él mismo podría mejorar, pero no quiere ser advertido. Hacen falta confianza y humildad para evitar esta espiral.

A pesar de las tres trampas, es realmente loable el trabajo entusiasta, desinteresado, abnegado y generoso de la gran mayoría de monitores que educan a nuestros niños en el tiempo libre. Volviendo a Serinyà: a mediodía de ese día de colonias tocaba piscina. Cuando iba a lanzarme al agua, llena de niños y niñas, vi que Marc, un monitor, esperaba un rato fuera. Le pregunté por qué y me dijo que, cuando se metía en al agua, muchos niños se le cogían del cuello y le costaba disfrutar del baño. En efecto, al poco, dentro de la piscina, Marc tenía a seis o siete niños agarrándosele del cuello. ¡No se puede ser un monitor simpático!

Por cierto, las trampas de los monitores son aplicables a otros equipos de trabajo: conviene reconocer los límites físicos y mentales de sus miembros; es bueno para todos centrarse en el servicio que presta la organización y no en la comodidad o el interés particular de cada uno; y ayuda al equipo ser capaces de formular y recibir críticas constructivas.

De hecho, cuando una persona o un equipo humano están progresando en el camino del bien, siempre aparecen impedimentos u obstáculos que pueden desbaratar estos progresos. Lo dice Ignacio de Loyola en el lenguaje de los buenos y malos espíritus del siglo XVI:


En las personas que van intensamente purgando sus pecados y en el servicio de Dios, nuestro Señor, de bien en mejor subiendo [...] entonces propio es del mal espíritu morder, tristar y poner impedimentos inquietando con falsas razones para que no pase adelante; y propio del bueno dar ánimo y fuerzas, consolaciones, lágrimas, inspiraciones y quietud, facilitando y quitando todos impedimentos para que en el bien obrar proceda adelante (Ejercicios espirituales 315).


Adelante, pues, monitores: ¡ojalá que os inspire el buen espíritu!


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Son unos seres extraños de entre 18 y 25 años que se hacen llamar monitores de esplai, jefes scout. Les reconoceréis porque pringan todas las tardes de sábado en los caus montando ginkanas, pierden los fines de semana haciendo excursiones y desperdician la Semana Santa entera y quince días de julio yendo de campamentos. Y todo sin cobrar nada y con una pasión que no puede ser buena para la salud. La broma hace décadas que dura, y no son cuatro chiflados: se trata de unos cuantos miles. Se ha procurado hacer burla de ellos como «chiruqueros» idiotizados, se les ha hecho saber que se han acabado las utopías, y que la gracia de hoy día es ser famoso, pero ellos insisten en que no [...] Alguien les debería detener antes de que se les ocurra cambiar el mundo de verdad (C. CAPDEVILA, «Entusiasme sospitós» [Entusiasmo sospechoso], en Avui, 30 de mayo de 2009).


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• En los diferentes equipos humanos en que participas, ¿en cuál de las tres trampas crees que cae más a menudo la gente? ¿En cuál de las tres trampas caes más a menudo tú?

• Cuando te sientes muy identificado con una organización, ¿qué recursos tienes para evitar quemarte?

• ¿Qué espacios/momentos existen en los equipos donde colaboras para que la gente pueda «decirse las cosas» sin generar resentimiento y evitar así la espiral de complicidades?

Signos de una presencia

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