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Capítulo 2

Las ventajas de la dieta cetogénica

Las notables maneras en que la cetosis puede transformar tu salud

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Ahora que ya sabes un poco acerca de cómo funciona mi Dieta Keto, te compartiré lo que hace por tu salud. Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Cuando oyes la palabra “dieta”, es muy probable que pienses en “pérdida de peso”. Punto. Sin embargo, los estudios médicos comprueban que la dieta cetogénica no sólo te ayuda a perder peso muy rápido, sino que también favorece la salud de tu cerebro, equilibra tus bacterias gastrointestinales, reduce la inflamación, combate el cáncer, balancea tus hormonas y muchas cosas más. Cuando digo que esta dieta puede dar resultados que ninguna otra dará, sé lo que digo. Docenas de estudios han revelado que este método es muy poderoso para transformar tu salud.

La Dieta Keto se cuece aparte porque, en esencia, trata a tu cuerpo como ninguna otra: te pone en cetosis, así que dejas de quemar azúcar como fuente de energía y empiezas a quemar grasas. Ésta es la analogía que suelo usar con mis pacientes: supongamos que quieres formar una fogata que arda despacio, emita calor constantemente y dure mucho tiempo. Tienes tres opciones como combustible: leña, troncos o carbón. La leña enciende pronto y arde rápido; los troncos arden más tiempo una vez que encienden, algo que tardan en hacer. Pero el combustible que arderá de manera más prolongada, estable y satisfactoria es el carbón. El problema es que es también el más difícil de encender.

Lo mismo sucede con tu cuerpo. Puedes usar como fuente de energía tres tipos de combustible. Los carbohidratos son como la leña; “encienden” pronto y te dan energía al instante, pero arden rápido, así que tu energía se desploma un par de horas después de que los ingeriste, lo que te provoca hambre y antojos. Las proteínas son como los troncos; te dan una energía más sostenida que los carbohidratos, pero la mejor fuente de combustible son las grasas. Ellas son el carbón de tu cuerpo: la fuente de energía más estable y duradera. Y el único modo de lograr que tu cuerpo queme grasas, aparte de ayunar total o parcialmente, es consumir una dieta cetogénica rica en nutrientes y que te satisfaga. La proporción de altas grasas y bajos carbohidratos de mi Dieta Keto fuerza a tu cuerpo a buscar combustible en sus reservas de grasa persistente, un cambio fisiológico tan beneficioso como el ejercicio en términos de la variedad de efectos que puede tener en tu cuerpo.

Lamentablemente, necesitamos con urgencia un rescate dietético. En la década de 1960, los médicos empezaron a recomendar una dieta baja en grasas como el camino hacia una mejor salud, mientras que en la de 1990 el Departamento de Agricultura de Estados Unidos transmitió al público ese mismo mensaje bajo la forma de una pirámide de los alimentos: una dieta sana, indicaba esa pirámide, debía cimentarse en un sólido fundamento de pan, cereal, arroz y pasta, y tan pocas grasas como fuera posible. Con base en esa mentalidad de que las grasas eran malas, cambiamos todas las grasas sanas que habían impulsado al cuerpo y cerebro de la gente durante miles de años —cosas como el caldo de huesos, las carnes de animales alimentados con forraje, el aguacate y el coco— por carbohidratos, carbohidratos y más carbohidratos. Para prueba, visita el supermercado de tu localidad y recorre sus pasillos. ¿Qué ves ahí? Es factible que al menos la mitad de la tienda esté repleta de carbohidratos: cereales, galletas saladas, pasta, salsas, aderezos para ensaladas, pan, galletas dulces, caramelos y refrescos. Estos atestados anaqueles son el epicentro de la presente epidemia de obesidad, el lugar donde se originó la mayoría de los actuales problemas de salud de Estados Unidos.

La diabetes es un buen ejemplo. Se trata de una de las diez afecciones más comunes en Estados Unidos. Casi diez por ciento de la población de ese país —más de 30 millones de personas—1 padece esa enfermedad, lo que la expone a toda suerte de graves y adicionales problemas de salud, como enfermedades del corazón, derrame cerebral, insuficiencia renal, pérdida de la vista y muerte prematura. Más de la mitad de las amputaciones que se practican en esa nación son atribuibles a la diabetes. Ésta causa literalmente pérdida de vidas y extremidades. Y 84 millones de personas más tienen cifras de azúcar en la sangre que las ubican en la escala prediabética, personas que podrían desarrollar en cualquier momento la versión íntegra de ese mal. Esto me trastorna. En 1958, sólo 1.5 millones de individuos tenían diabetes.2 Ahora, más de 100 millones de adultos estadunidenses viven con prediabetes o diabetes y enfrentan las graves consecuencias de salud del exceso de glucosa en el cuerpo.

Deb McFeely, de San Diego, estaba a punto de ser una de ellos. A sus 59 años de edad, su médico le dijo que su azúcar en la sangre era alta. No mucho después de haber recibido esa inquietante noticia, ella se enteró de Keto360, el programa que desarrollé con mis colegas Jordan Rubin y los doctores Jason Olafsson e Isaac Jones y que constituye el fundamento del amplio método que despliego en este libro. Preocupada por su salud, Deb decidió probar esta dieta.

En el primer mes, perdió 6 kilos, además de 20 centímetros de grasa, 13 de ellos en la cintura, 2.5 en cada muslo y 1 en cada brazo. “He estado a dieta la mayor parte de mi vida adulta y éste es el régimen más fácil y eficaz que he seguido hasta ahora”, dice. “Esta dieta es tan saciadora que a veces tengo que recordar que debo comer, y es raro que se me antoje el azúcar. Además, duermo mejor. Antes despertaba mucho durante la noche y me sentía exhausta todo el día; ahora duermo tan bien que mi energía es muy alta.”

No obstante, el momento de la verdad llegó cuando Deb volvió a ver a su médico. “Me dijo que el azúcar en mi sangre se había revertido por completo; mis cifras estaban de nuevo en la escala normal”, recuerda. “Fue un gran momento. Estoy envejeciendo y mi salud es muy importante para mí, pero creí que no podría hacer nada para modificar el azúcar en mi sangre. Dejar de lado el azúcar y el pan y comer más verduras y grasas sanas ha restaurado mi salud. Ya puedo ponerme otra vez los jeans entallados que usaba hace cinco años. Esto no es sólo una dieta; yo la veo como una receta para vivir.”

La dieta Keto

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