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UNA GRAN (Y GORDA) VERDAD

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Sin duda ya sabes que Estados Unidos es la nación industrializada con más personas con sobrepeso en el mundo. A nadie le gusta padecer sobrepeso, y quienes lo sufren han probado ya una dieta tras otra para ponerlo bajo control. A pesar de esos sinceros intentos, hoy los estadunidenses pesan más que nunca. En 1960, 31% de los adultos en Estados Unidos registraban sobrepeso, y 13% obesidad. Hoy en día, nada menos que 70% de ellos registran sobrepeso, y más de un tercio pertenecen a la categoría de la obesidad, con muy altos riesgos de salud.

Subir medio kilo o un kilo entero al año se ha vuelto la norma, un efecto secundario aceptado y esperado del envejecimiento. Sin embargo, subir de peso por motivo de la edad no es inevitable, sino una señal de desequilibrio en tu estilo de vida externo (exceso al comer y muy poca actividad física) y tu entorno físico interno, específicamente el hormonal. Esos kilos de más que demasiadas personas dan por descontados son muy peligrosos, porque te exponen a graves problemas de salud que limitan la posibilidad de que te sientas bien y funciones mejor, desde alta presión arterial, enfermedades del corazón y diabetes hasta apnea del sueño, artritis y complicaciones hormonales como el síndrome de ovarios poliquísticos, que puede dificultar el embarazo. El exceso de peso te expone también a desarrollar ciertos tipos de cáncer, como los de mama, colon y vesícula.

Hay varias causas de la epidemia de obesidad, pero los carbohidratos procesados que constituyen la dieta básica de la mayoría de los estadunidenses son la principal de ellas. Los alimentos muy procesados contienen “obesógenos” —sustancias tóxicas que nos engordan— y azúcares ocultos que enganchan al cerebro, interfieren en el azúcar en la sangre, energía y estado de ánimo y nos hacen desear más de lo mismo. Después de observar a miles de pacientes —incluida mi esposa, Chelsea, quien perdió esos obstinados 5 últimos kilos, balanceó sus hormonas y recuperó su esbeltez gracias a la dieta cetogénica— y luego de experimentar yo mismo el programa (que me hizo adelgazar más que nunca), puedo afirmar con certeza que el modo más rápido de bajar de peso y no volver a subir nunca es reducir radicalmente los carbohidratos, al menos por un tiempo, para que incineres las profundas e inalcanzables reservas de grasa de tu cuerpo. La dieta cetogénica es el único método específicamente diseñado para cumplir esa meta.

El secreto de la efectividad de mi dieta cetogénica es una combinación óptima de macronutrientes: altas cantidades de grasas sanas, proteínas moderadas y muy pocos carbohidratos. La idea de comer grasas para bajar de peso podría parecer contraintuitiva, pero los estudios demuestran que los tipos de grasas correctos te ayudan a perder hasta la grasa más renuente. Mi dieta cetogénica se basa en grasas sanas, como las del aguacate, el aceite de coco, el aceite de oliva y el salmón. Estas grasas son buenas para el corazón y el cerebro, y muy sabrosas además.

Mi dieta cetogénica es más baja en carbohidratos que la mayoría de los planes alimentarios bajos en ese factor. Es superbaja en carbohidratos, de los que se consumen 30 gramos al día. Sin los cereales ni las frutas y verduras con almidones de los que el organismo suele depender para disponer de combustible, tu cuerpo empieza a utilizar grasas en tres o cuatro días. Entras en cetosis y quemas lo que has acumulado en tu vientre, muslos o espalda.

Este estado metabólico es altamente restaurador y desencadena una cascada de cambios saludables:

■Tu cuerpo libera menos insulina, lo que hace que ocurran dos cosas: que almacenes menos grasa y que tu nivel de azúcar en la sangre se normalice, lo cual disminuye el riesgo de diabetes.

■El nivel de triglicéridos y colesterol malo (LDL) baja, mientras que el de colesterol bueno (HDL) sube, factores que protegen la salud de tu corazón.

■Tu capacidad natural para combatir el cáncer mejora, porque el azúcar es el combustible que las células cancerosas necesitan para sobrevivir. Los estudios indican que la dieta cetogénica muy baja en carbohidratos puede reducir tumores y matarlos de hambre.

■El funcionamiento de tu cerebro se optimiza, ya que las mitocondrias —minúsculos órganos en las células que transforman el combustible en energía— desempeñan mejor su trabajo. De hecho, nuevas y prometedoras investigaciones señalan que, en vista de que la cetosis mantiene en funcionamiento los centros de energía del cerebro, es probable que proteja de devastadores trastornos neurológicos como el mal de Alzheimer y de Parkinson y la epilepsia, e incluso de dolores de cabeza, traumatismos cerebrales y desórdenes del sueño.

La dieta Keto

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