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GUANO
ОглавлениеAunque por su naturaleza orgánica no puede incluirse propiamente en la minería no metálica, su aprovechamiento obliga a técnicas extractivas que asimilan esa actividad a la minería. Utilizado el guano ya en el Perú prehispánico, donde se habían formado enormes depósitos con las deyecciones de guanayes (Phalacrocorax bougainvillii), piqueros (Sula variegata) y pelícanos (Pelecanus thagus), fue llevado a Europa por Humboldt en 1804, y en 1824 se hicieron los primeros ensayos del producto para su utilización como abono. Hacia 1840 se inició su explotación en el Perú, en especial en las islas Lobos de Tierra y Lobos de Afuera, en el norte, frente al departamento de Lambayeque, y en las islas de Chincha, frente al departamento de Ica, a unos 180 kilómetros al sur del Callao535. Había, por cierto, covaderas a lo largo de toda la costa del Pacífico y en África, pero la abundancia de lluvias en las regiones tropicales, al eliminar los compuestos fosfóricos y nitrogenados del guano, le hacía perder su calidad de abono, lo que no ocurre en la costa peruana por sus condiciones hidrológicas. Las formaciones más antiguas producían el llamado guano colorado, que en las islas Chincha se extraía de capas de entre siete y 25 metros. En la isla Lobos de Afuera se explotaron capas de más de 60 metros536. Es un polvo impalpable, de color rojizo, anaranjado o gris, sin ninguna estructura orgánica y de olor poco penetrante. El guano blanco o nuevo, tiene, al contrario, un intenso olor amoniacal y restos de plumas y huesos.
Pronto el interés despertado en el Perú por el guano se extendió a Chile, y, como antes se ha indicado, por ley de 31 de octubre de 1842 se declaró de propiedad nacional todas las guaneras existentes en la costa de la provincia de Coquimbo, en el litoral del desierto de Atacama y en las islas e islotes adyacentes. Dispuso esa ley que los buques nacionales o extranjeros que sacaren guano “de cualquiera de los puntos comprendido en la demarcación” anterior —que, como se puede observar, no era especialmente precisa— caería en comiso, con la carga que se hallare a su bordo. Por último, se autorizó al Presidente de la República para gravar el guano, por el término de cinco años, con un derecho de salida, para remitirlo al extranjero por cuenta de la nación o para ponerlo en remate por un plazo no superior a cinco años. Hacia 1862 la sociedad chilena Torres y Cía. inició la explotación del guano rojo en Mejillones. Los problemas entre Chile y Bolivia por el litoral llevaron a la paralización de esa faena en 1864, cuando se había construido un camino de la playa al morro, se contaba con una máquina resacadora de agua y trabajaban allí 70 peones con 62 animales y tres carretas537. Una ley de 26 de diciembre de 1863, dictada como consecuencia de las indicadas fricciones con el gobierno boliviano, dispuso que las guaneras de propiedad del Estado solo podrían explotarse mediante contratos de arriendo celebrados por el gobierno con uno o más particulares, a quienes se concederían por partes dichos depósitos para que los trabajasen con sujeción a las normas de un reglamento. Los contratos no podrían exceder de cinco años y el precio mínimo sería de dos pesos con 50 centavos por tonelada de 920 kilos538.
Las gestiones del chileno Aniceto Vergara Albano y del francés Henri Arnous de Rivière, que actuaba en representación de Jean Lucien Arman, armador e interesado en la explotación del guano de Mejillones, ante el presidente boliviano Melgarejo, llevaron a un singular resultado: Chile y Bolivia concurrirían juntos para otorgar a Arman la concesión que le permitiera extraer hasta un millón 500 mil toneladas métricas de guano, más los minerales metálicos, de la península de Mejillones entre los grados 23 y 24 de latitud sur. Entre el 1 de enero de 1868 y el 1 de enero de 1870 el contratista debía exportar 30 mil toneladas anuales, y desde 1870 en adelante, 40 mil toneladas al año hasta completar el millón y medio. Arman pagaría cinco pesos chilenos por tonelada, que se repartirían por mitad entre Chile y Bolivia. A este último país, Arman le haría un adelanto de 200 mil pesos. El contrato consultaba la entrega de terrenos para edificios, oficinas y para la nueva población de Mejillones539.
El 25 de enero de 1867 el gobierno boliviano decretó la fundación formal de la villa, conocida después como San Luciano de Mejillones, que en abril de ese año comprendía un malecón, un pequeño muelle, cinco casas, 45 carpas y unos 300 operarios. El 12 de abril zarpó a Europa el primer buque con 500 toneladas de guano de la concesión Arman540. Sin embargo, los largos periodos de inactividad de la empresa eran un claro indicio de que la explotación no era rentable por la calidad del producto, es decir, por el bajo porcentaje de nitrógeno o de fósforo en comparación con los guanos peruanos.
Las dificultades financieras de Arman obligaron a Arnous de Rivière a contratar con Henry Meiggs y Jesse Wetmore —que había tenido a su cargo las obras realizadas en Mejillones— la extracción y embarque del guano. Gracias a la acción de los empresarios norteamericanos, la actividad de Mejillones recibió un fuerte impulso y entre el 31 de julio y el 23 de septiembre de 1867 habían entrado en la bahía siete buques, cinco de los cuales cargaron guano. Para hacer frente a su delicada situación económica, Arman formó el 12 de febrero de 1868 la Société Anonyme des Guanos de Mejillones, con un capital de 15 millones de francos, constituido por las concesiones de guanos y minas, más los materiales, construcciones e instalaciones541. El fracaso de la iniciativa impulsó a Arnous de Rivière a arrendar la explotación de la concesión, pero el 5 de diciembre de 1868 Chile y Bolivia le entregaron a Henry Meiggs la explotación del guano, actividad de la que se retiró en agosto de 1871542. Aunque el gobierno de Chile mantuvo su esperanza en el éxito de la producción del abono, los resultados económicos no fueron positivos. Al iniciarse el año 1879, se puso en práctica un mecanismo destinado a interesar en la búsqueda de covaderas. En efecto, la ley de 17 de enero de dicho año estableció en su artículo 1° que a los descubridores de covaderas en el territorio del país se les concedería la mitad de las utilidades líquidas que reportare el Estado en su explotación, hasta la suma de 100 mil pesos. Asimismo, dispuso esa ley que la explotación de los depósitos se concedería por lotes o en su totalidad, y que la adjudicación se haría en licitación pública, según las reglas establecidas en ella para asegurar el conocimiento sobre las guaneras y la publicidad de las licitaciones543.
La guerra y, más tarde, el auge salitrero, dejaron de lado la explotación de las covaderas, no obstante la existencia de varias en la costa de Tarapacá.
238 Fernando Silva y Juan Eduardo Vargas (eds.), Historia de la República de Chile, I, p. 636 y ss.
239 Fernando Silva Vargas, “Comerciantes, habilitadores y mineros: Una aproximación al estudio de la mentalidad empresarial en los primeros años de Chile republicano (1817-1840)”, en vv.aa., Empresa privada, Escuela de Negocios de Valparaíso, Santiago, 1977, p. 50.
240 Luz María Méndez Beltrán, La exportación minera en Chile 1800-1840. Un estudio de historia económica y social en la transición de la Colonia a la República, Editorial Universitaria, Santiago, 2004, p. 152.
241 Manuel Llorca-Jaña, “Exportaciones chilenas de cobre a Gales durante el siglo XIX: su impacto en las economías chilena y galesa”, en RHSM, 21, No 1, enero-junio 2017, pp. 27-62.
242 Leland R. Pederson, La industria minera del Norte Chico, Chile. Desde la Conquista a 1963, RIL editores, Santiago, 2008, p. 123.
243 Silva Vargas, “Comerciantes”, en op. cit., pp. 41-42.
244 Pederson, op. cit., pp. 214-215.
245 Aunque se ha afirmado que de no haberse producido el pánico financiero británico en 1825 las referidas empresas habrían tenido éxito, el imprudente manejo interno de ellas, que en parte puede conocerse en los archivos chilenos, obliga a poner en duda esa sugerencia. Cfr. Sharron P. Schwartz “Redes de migración y la transnacionalización del capital social: la migración de Cornualles hacia el litoral del Pacífico”, en RHSM, 21, No 1, enero-junio 2017, pp. 70-72.
246 Sobre esta y otras empresas instaladas con escasa fortuna en Chile, cfr. Claudio Véliz, “Egaña, Lambert and the Chilean Mining Association of 1825”, en HAHR, 55, No 4, pp. 637-663; Fernando Silva Vargas y Juan Eduardo Vargas Cariola (eds.), Historia de la República de Chile, I, p. 639. Sobre la especulación bursátil que en Londres llevó a la constitución, entre 1824 y 1825, de más de 600 empresas, en su mayoría sociedades de hecho, de las cuales 22 tenían por objeto la explotación de yacimientos mineros en México y América del Sur, Ricardo Rees Jones, Carlos Lambert y la innovación tecnológica en la industria del cobre de Chile durante el siglo XIX, Librería y Editorial Ricaaventura E.I.R.L., Santiago, 2016, pp. 10-15.
247 Gabriel Salazar Vergara, Labradores, peones y proletarios. Formación y crisis de la sociedad popular chilena del siglo XIX, Ediciones Sur, Santiago, 1985, pp. 198-200.
248 Carlos Lambert al directorio de la Chilean Mining Association, 14 de noviembre de 1825, en Silva Vargas, “Comerciantes”, op. cit., p. 60. Los “anglochilenos” eran los miembros de la Anglo-Chilean Mining Association.
249 M. Angélica Illanes O., Chile Des-centrado. Formación socio-cultural republicana y transición capitalista 1810-1910, LOM Ediciones, Santiago, 2003, pp. 204-211; Luis Valenzuela, “Gregorio Ossa y Cerda y ‘Ossa y Escobar’. Un banco de avío minero, c. 1855-1884”, en RHSM, 13, No 2, 2009, pp. 43-89. Algunos antecedentes sobre los comienzos de Agustín Edwards en los negocios mineros en Ricardo Nazer Ahumada, “La fortuna de Agustín Edwards Ossandón, 1815-1878”, en Historia, 33, 2000, pp. 372-374.
250 Silva Vargas, “Comerciantes”, en op. cit., p. 65.
251 Illanes, op. cit., pp. 198-204.
252 Rodolfo Oroz, “Vocabulario minero”, en Boletín de la Academia Chilena de la Lengua, XV, cuaderno XLVII, 1964, p. 62.
253 Luis Valenzuela, “Gregorio Ossa y Cerda”, en op. cit., pp. 49-50.
254 Luis Ortega Martínez, “Del auge a la crisis y la decadencia: la minería del cobre entre 1875 y 1925”, en Luis Ortega Martínez, Milton Godoy Orellana y Hernán Venegas Valdebenito, Sociedad y minería en el Norte Chico, 1840-1930, Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Universidad de Santiago de Chile, Santiago, 2009, p. 25.
255 Pierre Vayssiere, Un siècle de capitalisme minier au Chili, 1830-1930, Centre National de la Recherche Scientifique, Centre Régional de Publications de Toulouse, Paris, 1980, p. 63.
256 Antonio Dougnac Rodríguez, “Proyección de las Ordenanzas de Minería de Nueva España en Chile (1787-1874)”, en REHJ, XXI, 1999, pp. 140-144.
257 Miguel Cruchaga, Estudio sobre la organización económica y la Hacienda Pública de Chile, II, Editorial Reus, S.A., Madrid, 1929, pp. 192 y 196.
258 Cruchaga, op. cit., p. 70. Coincide con tal planteamiento Luis Ortega Martínez, Chile en ruta al capitalismo. Cambio, euforia y depresión 1850-1880, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2005, p. 194.
259 J. M. Gillis, The U.S. Naval Astronomical Expedition to the Southern Hemisphere, during the Years 1849-’50-’51-’52, Washington, A. O. P. Nicholson, Printer, MDCCCLV, I, p. 262.
260 Pederson, op. cit., p. 215.
261 Rafael Sagredo Baeza y Miguel Ángel Puig-Samper Mulero, editores, Imágenes de la Comisión Científica del Pacífico en Chile, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Editorial Universitaria, Santiago, 2007, pp. 207-219.
262 Ortega Martínez, Chile en ruta al capitalismo, p. 200.
263 Pederson, op. cit., p. 214.
264 Ortega Martínez, Chile en ruta al capitalismo, p. 193.
265 Pederson, op. cit., p. 216.
266 Dougnac Rodríguez, op. cit., p. 150.
267 Eugenio Chouteau, Informe sobre la provincia de Coquimbo, Imprenta Nacional, Santiago, 1887, p. 233.
268 Benjamín Vicuña Mackenna, La edad del oro en Chile, Ediciones Ercilla, II, Santiago, 1932, pp. 131-143.
269 Rees Jones, op. cit., pp. 102-103.
270 Charles Darwin, Viaje de Valparaíso a Copiapó, Editorial Universitaria, Santiago, 2011, p. 40.
271 La “Noticia general de los minerales del Norte de Chile en su estado actual, en que se proponen algunos medios de mejorarlos” fue publicada en el periódico El Telégrafo, de Santiago, de 6,10 y 17 de agosto y 14 de septiembre de 1819. Cfr. Rees Jones, op. cit., pp. 66-67.
272 Vayssiere, op. cit., p. 38.
273 Sharron P. Schwartz, op. cit., p. 78.
274 El Copiapino, 2 de mayo de 1846.
275 Modesto Bargalló, La minería y la metalurgia en la América Española durante la época colonial, Fondo de Cultura Económica, México, 1955, p. 87. En cursiva en el original.
276 Pederson, op. cit., p. 131.
277 Chouteau, op. cit., p. 235.
278 Víctor Jerez Bravo, Álbum histórico de la Escuela Universitaria de Minas de Copiapó, 1857-1950, Escuela Nacional de Artes Gráficas, Santiago, 1950, pp. 36-39; Guillermo Rojas Carrasco, El Liceo de Hombres de Copiapó. Su historia, Nascimento, Santiago, 1929, pp. 8-9.
279 De esa labor hay una fotografía en Sagredo y Puig-Samper, op. cit., p. 205.
280 Ignacio Domeyko, Mis viajes. Memorias de un exiliado, Ediciones de la Universidad de Chile, I, Santiago, 1978, pp. 429-430.
281 Darwin, op. cit., p. 41.
282 Vayssiere, op. cit., pp. 42-43.
283 Bargalló, op. cit., p. 92; Álvarez Gómez, op. cit., p. 72. Una fotografía de canchamineros trabajando en Chañarcillo en 1863 en Sagredo y Puig-Samper, op. cit., p. 218.
284 Oroz, op. cit., p. 70.
285 Vayssiere, op. cit., p. 63.
286 Vayssiere, op. cit., p. 64.
287 Benjamín Vicuña Mackenna, El libro de la plata, Imprenta Cervantes, Santiago, 1882, pp. 118-119.
288 Vayssiere, op. cit., p. 41.
289 Jorge Iribarren Charlín, La metalurgia en Chile en la época precolombina, Departamento de Ciencias Sociales, Universidad de Chile, Sede La Serena, 1974, p. 2.
290 Vayssiere, op. cit., p. 44; Ernesto Greve, Historia de la amalgamación de la plata, Imprenta Universitaria, Santiago, 1943, pp. 49-50 (este trabajo se publicó originalmente en RChHG, 102, 1943).
291 Pederson, op. cit., p. 152.
292 Pederson, op. cit., pp. 148-155.
293 Gilliss, op. cit., I, p. 263.
294 De acuerdo con los cálculos de Lambert, se necesitaba de una a 10 unidades de mercurio para obtener una unidad de plata, de manera que los costos de la amalgamación en Chile podían llegar a ser 10 veces más altos que en otras partes. Cfr. Vayssiere, op. cit., p. 46.
295 Greve, op. cit., pp. 54-55.
296 Greve, op. cit., p. 56.
297 Pederson, op. cit., pp. 230-231.
298 Gilliss, op. cit., I, p. 264.
299 Pederson, op. cit., pp. 231-232.
300 Vayssiere, op. cit., p. 45.
301 Ricardo Nazer Ahumada, José Tomás Urmeneta. Un empresario del siglo XIX, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 1994, p. 34.
302 Rees Jones, op. cit., pp. 67-68.
303 Pederson, op. cit., pp. 141-142.
304 Vayssiere, op. cit., pp. 48-49.
305 Pederson, op. cit., p. 218.
306 Fernando Silva y Juan Eduardo Vargas (eds.), Historia de la República de Chile, I, p. 639.
307 Silva Vargas, “Comerciantes, habilitadores y mineros”, en op. cit., p. 65.
308 L[uis] Joaquín Morales O[caranza], Historia del Huasco, Imprenta de la Librería del Mercurio, Valparaíso, 1896, p. 229.
309 Benjamín Vicuña Mackenna, El libro del cobre y del carbón de piedra en Chile, Imprenta Cervantes, Santiago, 1883, pp. 201-204.
310 Silva Vargas, “Comerciantes, habilitadores y mineros”, en op. cit., pp. 61-62.
311 Pederson, op. cit., p. 221; Luis Valenzuela, op. cit., p. 45, nota 2.
312 Méndez Beltrán, La exportación minera, p. 105.
313 Valenzuela Enríquez, Mineros, p. 73. Otra modalidad de provisión de leña a un fundidor en escritura de venta de 2 de agosto de 1828 de Bernardo Solar a Carlos Lambert de escorias de cobre en Guamalata, en ANH, NLS, 73, fs. 241.
314 Pablo Camus Gayán en “Los bosques y la minería del Norte Chico, s. XIX. Un mito en la representación del paisaje chileno”, Historia, 37, II, 2004, pp. 289-310, examina esta materia, con énfasis en la construcción idealizada de un paisaje de bosques de grandes árboles, destruido en Atacama y Coquimbo por los mineros.
315 Darwin, op. cit., p. 54.
316 Chouteau, op. cit., p. 44.
317 Luis Valencia Avaria, “Memorias íntimas de don Pedro Félix Vicuña Aguirre”, en BAChH, 24, 1943, p. 152.
318 Adolfo Ibáñez Santa María, “División de la propiedad agraria en Panquehue, 1858-1980”, en Historia, 17, Santiago, 1982, p. 33.
319 Nazer, op. cit., pp. 120-123.
320 Ibáñez Santa María, op. cit., pp. 33-36.
321 Rees Jones, op. cit., pp. 213-214.
322 Octavio Astorquiza, Lota, Imprenta y Litografía Universo, Valparaíso, 1942, p. 24. Algunos datos biográficos sobre Smith en Méndez Beltrán, La exportación minera, pp. 170-171.
323 Pedro Pablo Figueroa, Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile. Don Jorge Rojas Miranda, Imprenta del Comercio, Santiago, 1897, p. 18.
324 Valenzuela Enríquez, Mineros, p. 25
325 Illanes, op. cit., p. 215 y nota 397.
326 Domeyko, op. cit., II, p. 785.
327 Silva Vargas, “Comerciantes, habilitadores y mineros”, op. cit., p. 61.
328 Méndez Beltrán, La exportación minera, pp. 48-49.
329 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 121.
330 Darwin, op. cit., p. 59.
331 Pederson, op. cit., pp. 237-239.
332 Sobre la exportación de plata por Valparaíso, cfr. Méndez Beltrán, La exportación minera, pp. 144-148.
333 Pederson, op. cit., p. 225.
334 Describió este fenómeno el naturalista alemán Eduard Poeppig, quien tuvo la oportunidad de presenciar en Talcahuano el arribo de un buque británico cargado de cobre de Atacama que había experimentado ese accidente. Cfr. Eduard Poeppig, Un testigo de la alborada de Chile (1826-1829), Empresa Editora Zig-Zag, S.A., Santiago, 1960, pp. 288-289.
335 P. J. Bakewell, Minería y sociedad en el México colonial. Zacatecas 1546-1700, Fondo de Cultura Económica, México, 1984.
336 Luz María Méndez Beltrán, “El comercio entre Chile y el puerto de Filadelfia en los Estados Unidos de Norteamérica 1818-1850. Estudio comparado binacional”, en RChHG, 162, 1996, pp. 83-86. Otros casos de contrabando de metales en Méndez Beltrán, La exportación minera, pp. 60-61.
337 Aracena, op. cit., pp. 165-168; en Churumata y El Toro tuvo inversiones, a partir de 1846, José Tomás de Urmeneta. Cfr. Nazer Ahumada, op. cit., pp. 84-85.
338 Chouteau, op. cit., pp. 91-93.
339 Robustiano Vera, La colonia de Magallanes y Tierra del Fuego (1843 a 1897), Imprenta de la Gaceta, Santiago, 1897, pp. 176-177.
340 Mateo Martinićć Beros, “La minería aurífera en la región austral americana (1869-1950), en Historia, 36, 2003, pp. 220-222.
341 Vicuña Mackenna, La edad del oro en Chile, p. 54.
342 Sobre las cifras de la emigración chilena a California, Gilberto Harris Bucher, Emigrantes e inmigrantes en Chile, 1810.1815. Todo revisitado, todo recargado., Editorial Punta Ángeles, Universidad de Playa Ancha, Valparaíso, 2012, p. 33 y ss.
343 Vicuña Mackenna, La edad del oro, p. 92, nota 1.
344 Vicuña Mackenna, La edad del oro, p. 78 y ss.
345 José Díaz, Rolf Lüders y Gert Wagner, Chile 1810-2010. La República en Cifras, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2016, p. 146.
346 Vayssiere, op. cit., p. 18.
347 Memoria sobre las minas de Arqueros, del ingeniero Jorge Osorio, administrador de la mina Mercedes, 11 de noviembre de 1881, en Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 141.
348 Sobre los detalles del descubrimiento del mineral de Arqueros, Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 100-114.
349 Nazer Ahumada, op. cit., p. 82.
350 Gilliss, op. cit., I, p. 264.
351 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 122, nota 1; Tornero, op. cit., p. 418.
352 Salazar Vergara, op. cit., p. 200.
353 Manuel Concha, Crónica de La Serena desde su fundación hasta nuestros días, 1549-1870, Universidad de Chile, La Serena, Editorial Universitaria, Santiago, 1979, pp. 178-180.
354 Chouteau, op. cit., p. 126.
355 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 115.
356 Sobre Rodeíto y Arqueros, Chouteau, op. cit., pp. 110-126.
357 Sobre Condoriaco, Chouteau, op. cit., pp. 144.
358 Chouteau, op. cit., pp. 145-151.
359 Francisco Marcial Aracena, Apuntes de viaje. La industria del cobre en las provincias de Atacama y Coquimbo, los grandes y valiosos depósitos carboníferos de Lota y Coronel en la provincia de Concepción, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, pp. 22-23.
360 Oriel Álvarez Gómez, Atacama de plata, Ediciones Todamérica, Santiago, s.f., pero 1980, pp. 14-18; Luis Riso Patrón, Diccionario Geográfico de Chile, Imprenta Universitaria, Santiago, 1924, p. 6.
361 Sus antecedentes biográficos en Gabriel Guarda O.S.B., La sociedad en Chile austral antes de la colonización alemana, 1645-1850, Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2006, p. 253.
362 Carlos María Sayago, Historia de Copiapó, Editorial Francisco de Aguirre, S.A., Buenos Aires, 1973, pp. 450-453; Álvarez Gómez, op. cit., p. 154. Sobre Bernardino Codecido y la Empresa Unida de Amalgamación de Copiapó, Illanes, op. cit., pp. 218-227.
363 El descubrimiento de Chañarcillo ha sido referido muchas veces, con detalles a menudo contradictorios y fantasiosos, por diversos autores, como Sayago, op. cit., pp. 465-475; Benjamín Vicuña Mackenna, El libro de la plata, cit., pp. 154-170; José Joaquín Vallejo, en texto incorporado por Vicuña Mackenna a su obra citada, pp. 157-167; Roberto Hernández, Juan Godoy y el Descubrimiento de Chañarcillo, Santiago, 1898, y Oriel Álvarez Gómez, Atacama de plata, cit., pp. 41-46.
364 Sayago, op. cit., pp. 474-475.
365 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 185-186.
366 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 166.
367 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 186 y nota 1.
368 Sergio Martínez Baeza, “Un libro registro de pertenencias del mineral de Chañarcillo (1837-1850)”, en BAChH, 122, I, 2013, pp. 23-119.
369 Álvarez Gómez, op. cit., p. 57.
370 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, p. 366.
371 Recaredo Santos Tornero, Chile Ilustrado. Guía descriptivo del territorio de Chile, de las capitales de provincia, de los puertos principales, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, pp. 372-375.
372 El informe de Figueroa, de 19 de mayo de 1882, en Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 548-553.
373 Luis Valenzuela, op. cit., pp. 60-62.
374 Luis Valenzuela, op. cit., p. 66.
375 Una lista de 18 máquinas de amalgamación, según El Copiapino de 20 de marzo de 1851, con el nombre de los dueños y el número de tinas, trapiches, hornos y operarios de cada una en Illanes, op. cit., p. 249.
376 Tornero, op. cit., p. 369.
377 Enrique Espinoza, Geografía descriptiva de la República de Chile, Imprenta y Encuadernación Barcelona, Santiago, 1897, pp. 122-124.
378 Paul Treutler, Andanzas de un alemán en Chile, 1851-1863, Editorial del Pacífico, S.A., Santiago, 1958, p. 115-116. Fotografía de una calle de Tres Puntas en 1863 en Sagredo y Puig-Samper, op. cit., p. 206.
379 Salazar Vergara, op. cit., pp. 205-212.
380 Treutler, op. cit., pp. 118-119.
381 Álvarez Gómez, op. cit., p. 127.
382 Tornero, op. cit., 376-377.
383 Riso Patrón, op. cit., p. 902.
384 Tornero, op. cit., pp. 378-379.
385 Joaquín Fernández Abara, Regionalismo, liberalismo y rebelión. Copiapó en la guerra civil de 1859, RIL editores, Santiago, 2016, pp. 305-313.
386 Maurice Flamant y Jeanne Singer-Kerel, Crisis y recesiones económicas, Oikos-tau ediciones s.a., Barcelona, 1971, pp. 23-37.
387 Carmen Gloria Bravo Quezada, La Flor del Desierto. El mineral de Caracoles y su impacto en la economía chilena, Ediciones de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2000, p. 23.
388 Trata en detalle los antecedentes del descubrimiento de Caracoles y los juicios a que dio lugar, modificando las versiones más difundidas, Patricio A. Espejo Leupin, El barón de la Rivière. Caballero de ingenio del gran mundo. (Vida de un bretón que transformó el desierto de Atacama), RIL editores, Santiago, 2016, pp. 237-274.
389 José Victorino Lastarria dio numerosas informaciones sobre el descubrimiento de Caracoles en Caracoles. Cartas descriptivas sobre este importante mineral dirigidas al Sr. D. Tomás Frías, Ministro de Hacienda de Bolivia, Imprenta de la Patria, Valparaíso, 1871. Vicuña Mackenna relató el hallazgo con su conocida amenidad, bien condimentada, como de costumbre, con su imaginación, en El libro de la plata, pp. 367-385. Lo esencial está en Bravo Quezada, op. cit., pp. 39-40.
390 Bravo Quezada, op. cit., p. 42.
391 Bravo Quezada, op. cit., pp. 50-52.
392 Citando unas cuentas del administrador de las Deseadas en Antofagasta, sostuvo Vicuña Mackenna que para la venta, embarque y aparta de los metales entre los socios se gastó en 1873 la suma de 545 mil 974 pesos, de los cuales 494 mil 820 correspondieron a fletes, en op. cit., p. 399, nota 1.
393 Bravo Quezada, op. cit., pp. 73-80. La fuerza del espíritu especulativo surgido en la sociedad chilena quedó demostrada con claridad a propósito de la sociedad A. Paraf y Cía., formada por Alfredo Paraf, Uldaricio Prado, Eduardo Mac-Clure y Miguel Cruchaga para aprovechar el invento del primero de un sistema para extraer oro de especies minerales nuevas de ese metal. Después de numerosos ensayos realizados en 1876 y 1877, muy positivos algunos y negativos otros, quedó de manifiesto que el sistema Paraf era una ingeniosa estafa. Pero, entretanto, se realizaron numerosas compraventas de acciones de la empresa. Así, por ejemplo, en octubre de 1876 Juan Valdivieso Amor compró cuatro acciones Paraf en cinco mil pesos, y en abril del año siguiente vendió una de ellas en 47 mil 500 pesos, y media acción en 24 mil pesos. Muchos antecedentes sobre esta ruidosa estafa en Alegato por parte de don Adolfo Ortúzar en la causa que sigue con don Juan Valdivieso Amor sobre la nulidad de un contrato de compraventa de una acción Paraf, y sobre perjuicios causados por dolo, Imprenta de “Los Tiempos”, Santiago, 1880.
394 Espejo Leupin, op. cit., pp. 256-266.
395 El detalle de la operación en Bravo Quezada, op. cit., pp. 79-81.
396 Bravo Quezada, op. cit., pp. 99 y 100.
397 Espejo Leupin, op. cit., p. 269; Greve, op. cit., p. 249. Entre sus nuevos dueños, por sí o por intermedio de sociedades, estuvieron Jerónimo Urmeneta, Salvador Izquierdo, José Cerveró, Manuel Montt Toro, Juan Stewart Jackson, José Santos Ossa y Luis Pereira Cotapos.
398 Juan Ricardo Couyoumdjian, René Millar y Josefina Tocornal, Historia de la Bolsa de Comercio de Santiago, 1893-1993. Un Siglo del Mercado de Valores en Chile, Editorial Universitaria, S. A., Santiago, 1993, p. 42.
399 La lista de las sociedades anónimas con su fecha de constitución y su capital nominal en pesos en Bravo Quezada, op. cit., anexo 1.
400 Bravo Quezada, op. cit. p. 105. Es necesario tener presente que estas cifras, basadas en las proporcionadas por Alberto Herrmann y Felipe Labastié, se alejan mucho, por exceso, de las dadas por Díaz, Lüders y Wagner, que siguen al Anuario Estadístico de la República de Chile.
401 Las Descubridoras fueron vendidas en 1872 por Díaz Gana y entre sus nuevos dueños, por sí o por intermedio de sociedades, estuvieron Jerónimo Urmeneta, Vicente Izquierdo, José Cerveró, Manuel Montt Toro, Juan Stewart Jackson, José Santos Ossa y Luis Pereira Cotapos.
402 Luis Valenzuela, op. cit., p. 66.
403 Bravo Quezada, op. cit., pp. 110-111.
404 Bravo Quezada, op. cit., pp. 121-122.
405 Díaz, Lüders y Wagner, op. cit., pp. 146-150.
406 Chris Evans y Olivia Saunders, “El mundo del cobre en el siglo XIX: Una introducción”, en RHSM, 21, No 1, enero-junio 2017, p. 11.
407 Melville Davies, “Transporte terrestre y la industria del cobre y fundición de Australia del Sur, 1845-1870”, en RHSM, 21, No 1, enero-junio 2017, pp. 109-131.
408 Un cuidadoso y sugerente análisis de las fundiciones de cobre en Gran Bretaña y en Chile, materia a la que esta obra, por su naturaleza, alude de manera muy general, en Luis Valenzuela, Tres estudios sobre el comercio y la fundición de cobre en Chile y en el mercado mundial, 1830-1880, Caligrafía Azul, Santiago, 1995.
409 Fernando Silva Vargas y Juan Eduardo Vargas Cariola (eds.), Historia de la República de Chile, I, pp. 637-638.
410 Sayago, op. cit., p. 424.
411 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 263-264; Ricardo Cortés-Monroy Castillo, “El conquistador Pedro Cortés de Monroy y su descendencia. Trayectoria de un linaje de más de cuatro siglos en Chile”, en REH, 36, 1991-1992, p. 205.
412 Aracena, op. cit., pp. 66-67; 103-106.
413 Aracena, op. cit., p. 104.
414 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 261-263.
415 Rodulfo Amando Philippi, Viaje al Desierto de Atacama, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2008, p. 22.
416 Aracena, op. cit., p. 74.
417 Aracena, op. cit., pp. 76-81.
418 Sobre Waters, Sharron P. Schwartz, op. cit., pp. 77-79.
419 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 293-296; Riso Patrón, op. cit., p. 151, Aracena, op. cit., pp. 109-110.
420 Riso Patrón, op. cit., p. 350.
421 L. Joaquín Morales O., Historia del Huasco, Imprenta de la Librería del Mercurio, Valparaíso, 1896, pp. 227-228.
422 Morales, op. cit., p. 230.
423 Morales, op. cit., p. 236.
424 Morales, op. cit., pp. 232-233.
425 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 113-116.
426 Morales, op. cit., p. 270.
427 Hernán Venegas Valdebenito, “Atacama, de la crisis temporal a la crisis permanente. La minería del cobre en la segunda mitad del siglo XIX”, en RHSM, Año X, No 2, Santiago, 2006, p. 86.
428 Venegas Valdebenito, op. cit., p. 94.
429 Venegas Valdebenito, op. cit., pp. 98-100.
430 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 277-278 y 285-286.
431 Philippi, op. cit., p. 39.
432 Philippi, op. cit., pp. 77-81.
433 Philippi, op. cit., p. 106.
434 Rees Jones, op. cit., p. 201 y ss.; Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 361-363.
435 Aracena, op. cit., pp. 134-135.
436 Tornero, op. cit., p. 449.
437 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 182; Aracena, op. cit., pp. 124-131.
438 Tornero, op. cit., p. 432.
439 Aracena, op. cit., pp. 169-170.
440 Chouteau, op. cit., pp. 204-205.
441 Sobre los trabajos de Urmeneta en Tamaya, Nazer Ahumada, op. cit., pp. 43-48
442 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 217-223.
443 Aracena, op. cit., pp. 143-144; Nazer Ahumada, op. cit., p. 48
444 Sobre la constitución de la Sociedad Chilena de Fundiciones, Nazer Ahumada, op. cit., p. 57, nota 159; sobre su quiebra y su abultada deuda con su habilitador, la casa Gibbs y Cía., el mismo, p. 60.
445 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 85-93.
446 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 122-123. Una descripción del establecimiento y del pueblo de Guayacán en Tornero, op. cit., pp. 453-457.
447 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 248-249.
448 Luis Valenzuela, op. cit., pp. 118-119.
449 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 80-82.
450 Luis Valenzuela, op. cit., p. 114. El estudio de las fundiciones de Guayacán y Tongoy en op. cit., pp. 109-158.
451 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 383.
452 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 385-386.
453 Teresa Pereira, Hernán Rodríguez y Valeria Maino, Casas de campo chilenas. Desde el valle del Elqui hasta el valle del Maipo, RE Producciones Ltda., Santiago, 2004, p. 54.
454 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, pp. 391-413.
455 Tornero, op. cit., p. 475.
456 Pereira, Rodríguez y Maino, op. cit., p. 222.
457 Vicuña Mackenna, El libro del cobre, p. 430; Raúl Silva Castro, “Don Guillermo, don Andrés y don Juan Blest”, en RChHG, 96, enero-junio 1940, p. 157.
458 Vicuña Mackenna, El libro de la plata, pp. 500-501.
459 Díaz, Lüders y Wagner, op. cit., pp. 152-153.
460 Maria Graham, Diario de una residencia en Chile, Andros Impresores, Santiago, 2007, p. 174.
461 Ortega, Chile en ruta, p. 203.
462 Amado Pissis, Geografía física de la República de Chile, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, p. 132; Riso Patrón, Diccionario Jeográfico, p. 877.
463 Pedro Pablo Figueroa, Historia de la fundación de la industria del carbón de piedra en Chile. Don Jorge Rojas Miranda, Imprenta del Comercio, Santiago, 1897, p. 17.
464 Figueroa, op. cit., p. 18. Un informe inglés del año anterior indicaba que Edwards ya fundía sus cobres de Coquimbo en Lirquén con carbón. Cfr. Ortega, Chile en ruta, pp. 205-206.
465 Figueroa, op. cit., p. 15.
466 Francisco Antonio Pinto a Aníbal Pinto, Valparaíso, 28 de enero de 1857, en AJAA.
467 Aracena, op. cit., pp. 235-237.
468 Ortega, Chile en ruta, p. 211.
469 Tornero, op. cit., pp. 617-621.
470 Aracena, op. cit., pp. 221-228 y 231-233.
471 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 57 y 118.
472 Francisco Antonio Pinto a Aníbal Pinto, Valparaíso, 28 de enero de 1857, en AJAA.
473 Nazer Ahumada, op. cit., pp. 119-120.
474 Adolfo Ibáñez Santa María, “División de la propiedad agraria en Panquehue, 1858.1980”, en Historia, 17, 1982, pp. 33-36.
475 Ibáñez Santa María, op. cit., p. 38.
476 Octavio Astorquiza, Lota. Antecedentes históricos, con una monografía de la Compañía Minera e Industrial de Chile, Sociedad Imprenta y Litografía “Concepción”, Concepción, 1929, p. 46.
477 Ortega, Chile en ruta, p. 206.
478 William W. Calver, Judith Hudson Beattie y Jessica Mack, “Mutiny on the Colinda or how some Hudson´s Bay Company coal miners ended up in Chile 1853”, en BAChH, 124, 2015, pp. 139-188.
479 Astorquiza, op. cit., p. 56.
480 Astorquiza, op. cit., p. 50.
481 Ortega, Chile en ruta, pp. 238-239.
482 Astorquiza, op. cit., p. 78.
483 Aracena, op. cit., pp. 271-281.
484 Aracena, op. cit., pp. 262-264.
485 Aracena, op. cit., p. 267.
486 Aracena, op. cit., p. 268.
487 Escritura de constitución de la Compañía Carbonífera de Millongue en Valparaíso, 23 de noviembre de 1872, en BDLG, 1873 (1), p. 552 y ss.
488 Ortega, Chile en ruta, pp. 240-241.
489 Espejo Leupin, op. cit., pp. 274-275.
490 Juan Pablo Couyoumdjian (ed.), Economía sin Banco Central. La banca libre en Chile (1860-1898), Ediciones El Mercurio, Santiago, 2016, p. 99.
491 Mateo Martinić, “La minería del carbón en Magallanes entre 1868-2003”, en Historia, 37, I, 2004, pp. 132-133.
492 Tornero, op. cit., p. 712.
493 Martinić, op. cit., pp. 134-135.
494 Mateo Martinić, Historia de la Región Magallánica, Universidad de Magallanes, I, Punta Arenas, 1992, p. 502.
495 Martinić, “La minería”, p. 138.
496 Martinić, “La minería”, p. 137.
497 La escritura de constitución de la Sociedad Carbonífera de Magallanes, de 26 de diciembre de 1872, en BLDG, 1873 (1), pp. 94-105.
498 Ortega, Chile en ruta, pp. 219-221 y 243.
499 Ortega, Chile en ruta, pp. 214-215.
500 Augusto Bruna Vargas, Evolución histórica del dominio del Estado en materia minera, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1971, p. 34.
501 Cruchaga, op. cit., II, pp. 95-96.
502 Óscar Bermúdez Miral, Historia del salitre desde sus orígenes hasta la Guerra del Pacífico, Ediciones de la Universidad de Chile, Santiago, 1963, pp. 111-115.
503 Bermúdez Miral, op. cit., p. 118.
504 Sobre Gamboni, cfr. Bermúdez Miral, op. cit., pp. 139-142.
505 Roberto Hernández, El salitre (Resumen histórico desde su descubrimiento y explotación), Fisher Hnos., Valparaíso, 1930, p. 47; Bermúdez Miral, op. cit., pp. 143-146.
506 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 162-165 y 253 y ss.
507 En 1858 Pedro González de Candamo obtuvo la rehabilitación de su ciudadanía chilena por acuerdo del Senado, pues había perdido esa calidad por residir más de 10 años en el extranjero sin permiso del Presidente de la República, según lo disponía el artículo 11, No 5 de la Constitución de 1833; cfr. BSS, LO, 1858, p. 283.
508 Hernández, op. cit., p. 45.
509 Fernando Silva Vargas, “Los ferrocarriles salitreros de Tarapacá durante el gobierno de Santa María”, en Estudios de Historia de las Instituciones Políticas y Sociales, Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales, Universidad de Chile, 1, Santiago, 1966, p. 48, nota 10.
510 Guillermo Billinghurst, Los capitales salitreros de Tarapacá, Cámara Chilena de la Construcción, Pontificia Universidad Católica de Chile, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Santiago, 2011, p. 32.
511 Billinghurst, op. cit., p. 35.
512 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 134-136.
513 Hernández, op. cit., p. 45; Billinghurst, op. cit., p. 31.
514 Bermúdez Miral, op. cit., p. 151.
515 Hernández, op. cit., pp. 70-71.
516 Bermúdez Miral, op. cit., p. 167.
517 Bermúdez Miral, op. cit., p. 169.
518 Samuel Ossa Borne, “Don José Santos Ossa”, en RChHG, 71, 1930, p. 57.
519 Ossa Borne, op. cit., pp. 72-73.
520 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 187-189.
521 Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 207.
522 Francisco Puelma a José Santos Ossa, 22 de noviembre de 1868, en Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 216.
523 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 196-202.
524 El contenido de la escritura en Ossa Borne, op. cit., RChHG, 76, 1932, p. 218, nota 1.
525 Hernández, op. cit., pp. 60-66.
526 Bermúdez Miral, op. cit., p. 204.
527 Óscar Bermúdez Miral, “Historia de la Municipalidad de Antofagasta, 1872-1885”, en RChHG, 126, 1958, p. 238.
528 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 207-209.
529 Bermúdez Miral, “Historia de la Municipalidad”, en op. cit., p. 243.
530 Bermúdez Miral, Historia del Salitre, pp. 234-238.
531 Bermúdez Miral, op. cit., p. 286.
532 Bermúdez Miral, op. cit., pp. 291-297.
533 Índice de peticionarios de salitreras de Taltal, Imprenta La Ilustración, Santiago, 1905.
534 Floreal Recabarren R., Antonio Obilinovic A. y Juan Panadés V., Coloso: una aventura histórica, Universidad de Antofagasta, Imprenta Universidad de Antofagasta, 1983, pp. 15-18.
535 Juan Brüggen, “Geología de las guaneras de Chile”, en RChHG, 93, 1938, p. 172.
536 Brüggen, op. cit., p. 175.
537 Espejo Leupin, El barón de la Rivière, p. 120, nota 41.
538 Cruchaga, op. cit., II, pp. 96-97.
539 Espejo Leupin, op. cit., pp. 115-116. El texto del contrato en BLDG, 1867, XXXV, p.
540 Espejo Leupin, op. cit., p. 135.
541 Espejo Leupin, op. cit., p. 167.
542 Sobre el complicado desenvolvimiento final del negocio de Mejillones, Espejo Leupin, op. cit., p. 180 y ss.
543 Cruchaga, op. cit., II, pp. 97-98.