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EL COMERCIO DE GANADO

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Si el comercio por mar resultaba difícil de controlar, mucho más lo era el terrestre. Uno de los artículos más activos de importaciones clandestinas era el ganado traído desde el otro lado de la cordillera, aprovechando su abundancia en las pampas argentinas. Sin embargo, es preciso distinguir entre las importaciones en la zona centro y norte del país y las internaciones al sur del Maule.

Respecto de las primeras, Claudio Gay escribía a comienzos de la década de 1860 que “se ha introducido en todo tiempo un pequeño número de ellos (bueyes) de las pampas de Buenos Aires”, especialmente en las provincias del norte. Agregaba Gay que los bueyes de Argentina, más grandes y largos, costaban tres o cuatro pesos menos que el ganado nacional, pero debían ser engordados después de su internación. La mortalidad de los animales debido al viaje a través de la cordillera hizo que muchos hacendados renunciaran a este tráfico, aunque se mantuvo el comercio en Copiapó con animales traídos desde San Juan, donde eran engordados antes de hacer el cruce de los Andes555.

De acuerdo a las estadísticas oficiales, el valor aduanero del ganado argentino aumentó de menos de 10 pesos por cabeza antes de 1853 a más de 20 pesos entre 1855 y 1867. Luego, retornó a las magnitudes anteriores y después de 1874 volvió a subir hasta a más de 30 pesos cada uno por el resto de la década. La aplicación de un gravamen a la internación de ganado experimentó cambios conforme a los precios vigentes. El impuesto existente fue abolido en 1813 y repuesto en 1832 a razón de cuatro pesos por cabeza. La escasez de ganado producida con motivo de las exportaciones a California durante la fiebre del oro, hizo que se derogara nuevamente este gravamen en 1853. Este derecho no aparece mencionado en la tarifa de avalúos de 1863, y desde 1879 se especifica que su importación está libre de derechos556.

En el sur, en cambio, el tráfico de ganado transandino era muy activo y lo realizaban tanto las diversas parcialidades indígenas como los chilenos de la frontera. Hay que tener presente que durante el periodo estudiado la red de resguardos aduaneros en la cordillera solo se extendía hasta el paso del Planchón, a la altura de Talca, es decir, hasta la zona bajo el control del gobierno argentino en la banda oriental de los Andes. Más allá de ese boquete, el tráfico escapaba al control de las autoridades.

El origen de este comercio estuvo en la captura de ganado cimarrón en las pampas argentinas por parte de los indios ranqueles y otros, los cuales, ante el agotamiento de ese recurso, optaron por recurrir al robo de ganado, atacando las estancias de los criollos, en los llamados malones557. Las autoridades rioplatenses intentaron sin mucho éxito reprimir por la fuerza las depredaciones de los indios, al mismo tiempo que solían negociar con ellos la entrega de raciones de animales y otros artículos (los llamados “vicios”), bien a cambio de mantener la paz con ellos, bien por el pago de servicios militares. El excedente de ese ganado, y del que criaban los propios indios, era objeto de comercio por parte de los mapuches, pehuenches y otros grupos que lo arreaban a través de los pasos cordilleranos hasta la Araucanía, donde los animales se reponían del viaje. Posteriormente eran vendidos a los chilenos de la frontera558.

Un informe sobre el territorio de Arauco a fines de la década de 1860 observa que “la venta de ganado [es] el principal ramo de comercio al que se dedican los indios” y que la mayoría de los vacunos presentan características propias del argentino puro o mestizado, y solo minoritariamente las del chileno559.

Este tráfico también se realizaba directamente con la región de la Laja, tanto por comerciantes chilenos que se internaban al otro lado de los Andes como por los indígenas que vendían los animales en los puestos fronterizos. El coronel argentino Manuel José Olascoaga informaba haber visto animales con las marcas de estancieros argentinos en algunas haciendas chilenas, sin que ello generara escrúpulo alguno entre los compradores560.

Al no existir un control sobre el comercio de ganado a través de la cordillera del centro y sur del país, no hay un registro del mismo en las estadísticas comerciales. Los testimonios, empero, concuerdan en que era muy superior a las internaciones desde Argentina que se realizaban más al norte y que se registran en el siguiente gráfico:

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