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LOS ANTECEDENTES COLONIALES
ОглавлениеEn las décadas finales del siglo XVIII es posible encontrar referencias y reflexiones sobre la economía del reino de Chile entre funcionarios y comerciantes. Ellas reflejaban las inquietudes propias de los hombres de la Ilustración. Los animaban ideales reformistas que pretendían originar cambios significativos en las condiciones económicas y sociales. Por lo general, tenían una visión crítica de la situación económica y ponían énfasis en las limitaciones que en su desarrollo experimentaban los diversos sectores económicos.
En el Tribunal del Consulado, que agrupaba a los comerciantes, se generaron debates y se expresaron opiniones en materias económicas que muestran el sentir del gremio ante el estado de su actividad y del reino en general. Al mismo tiempo, de esa institución surgieron propuestas para superar las dificultades y deficiencias que limitaban el progreso. Por otra parte, tras esos planteamientos es posible apreciar criterios e ideas económicas producto de la práctica de los negocios y también de las lecturas de obras especializadas en ese campo.
Las repercusiones de las reformas al comercio americano llevadas a cabo por los Borbones fueron el punto de partida de los debates y proposiciones que se expresaron sobre el comercio y la economía del reino desde el último tercio del siglo XVIII en adelante. El reglamento de libre comercio entre España y las Indias de 1778 generó las mayores controversias, y la opinión mayoritaria del gremio y de los funcionarios locales fue bastante crítica respecto de sus implicaciones. A la vista de los efectos que estaba causando la aplicación de esa norma, se escribieron diversos informes en que se exponían los problemas que sufrían los comerciantes y las actividades manufactureras locales786. Más allá de las quejas específicas, predominaba un punto de vista proteccionista, que, junto con hacer notar los trastornos derivados de la apertura comercial, solicitaba apoyo oficial y estímulos especiales a las actividades mercantiles y productivas. Pero también hubo opiniones que defendieron el establecimiento del Tribunal del Consulado y las demás reformas borbónicas, como la del comerciante José de Cos Iriberri, que las veía formando parte de un “nuevo sistema de protección y libertad”787. Este mismo comerciante mostró una especial preocupación por la agricultura y su importancia para el desarrollo económico general, lo que trasuntaría concepciones fisiócratas.
También es posible apreciar la vigencia de las ideas mercantilistas, lo que queda de manifiesto en la especial preocupación que mostraban algunos miembros del Consulado por la fuga de metales preciosos, como consecuencia del déficit de la balanza comercial. En la medida en que el oro y la plata, a partir de aquellas ideas, eran asimilados a la riqueza, su escasez no solo originaba preocupación, sino que se la consideraba como una expresión de pobreza y atraso. Ahí se encontraba otra razón para criticar las consecuencias del reglamento de libre comercio, que había generado el desequilibrio en la balanza comercial cubierto con la exportación de metales preciosos, desequilibrio que, además, originaba una contracción del circulante. Pero, en forma paralela, era posible encontrar en esa misma institución a más de alguno que se identificaba con los principios del liberalismo económico, como ocurre con Anselmo de la Cruz, quien afirmaba que “todo lo que sea restringir la libertad del comercio es introducir una epidemia en el cuerpo político del Estado”788. En todo caso, pareciera que la mayoría de los comerciantes y funcionarios, como el síndico del Consulado, Manuel de Salas, se inclinaba por apoyar soluciones de índole proteccionista para fomentar el desarrollo de las diversas actividades productivas y comerciales789. La influencia del neomercantilismo, en su vertiente hispana, sería la fuente inspiradora de aquellas posturas790.