Читать книгу Nirliit - Juliana Léveillé-Trudel - Страница 18

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Son muchos los blancos que prueban la sal de vuestra piel, olvidando incluso la envidia que os tienen y vuestros Ski-Doo, perdonándoos todo ese dinero ganado sin hacer nada, para hundirse en el vientre de vuestras hijas. Cuanto más jóvenes, más atractivas. Los policías no pueden hacer nada porque ellos también sucumben. ¿Acaso no es Mathieu el nuevo miembro de la policía regional de Kativik? Mathieu y Aida. Aida, apenas dieciocho años, la muchacha más guapa de Salluit, Aida, la esperanza del pueblo, que ha sido aceptada en el CÉGEP* Marie-Victorin. Aida abandonará el pueblo a finales de verano. Aida, por favor, no te enamores, no quiero insultar tu inteligencia ni tu encanto, pero por lo general los hombres de veintisiete años que demuestran interés por las chicas de tu edad no son trigo limpio.

A veces ocurre lo contrario, a veces las chicas del norte quieren probar a toda costa la piel de los hombres del sur, las chicas quieren bebés de ojos azules, a los que llamarán Sébastien o Patrick en recuerdo de Sébastien o Patrick, que fueron al norte un par de meses, que fueron a reparar unas cuantas casas y a concebir unos cuantos hijos. Las chicas suelen merodear por el hotel y los campamentos. Antoine está aterrorizado, atrincherado en su habitación de hotel a doscientos cincuenta dólares por noche, Antoine, el arquitecto, los ojos de un azul que solo habéis visto en los huskies. Las chicas hacen cola delante de su hotel y llamarían a su puerta si les permitieran entrar. Antoine piensa en su novia, a la que ha dejado en Quebec.

Gaétan no piensa en su mujer, que se encuentra en Boucherville, pero el viejo ingeniero ya no está en edad de tener hijos. Todas las noches regresa tranquilamente sin probar el exotismo nórdico y sin que las chicas se alineen delante de su casa. Se conforma con oír hablar a sus jóvenes compañeros de sus conquistas y con dar su opinión sobre cuestiones genéticas.

«A los inuit les viene bien, ¿sabes?, cuanta más sangre blanca tengan, más mejorarán. A mí me parece que ya se ve».

Gaétan se inclina ante esos grandes señores de las obras: gracias por esparcir vuestro esperma a los cuatro vientos con tanta generosidad a fin de que la raza mejore, gracias por transmitir vuestra preciada sangre a vuestros numerosos vástagos, a los que nunca os molestaréis en conocer; no os preocupéis de si sus madres tienen o no suficiente dinero para pagar la leche y los pañales; mientras ellos posean vuestro maravilloso bagaje genético, todo va bien.

Sábado por la mañana, Coop, sección de las papillas de cereales. Saana y Maggie deambulan frente a los estantes; la primera, dubitativa ante la etiqueta del bote que aferra; la segunda, ocupada con su biberón, sorprendida en flagrante delito de «ricura». Maggie en mis brazos. Los bebés inuit son calentitos, han sido concebidos para resistir a las bajas temperaturas. Pequeña alegría del sábado; Sébastien o Patrick, a miles de kilómetros de distancia, se lo está perdiendo, Sébastien o Patrick jamás volverá a ver esta tundra rebosante de vida y de niños, allá él.

* Siglas de Centro de Enseñanza General y Profesional. Institución preuniversitaria o técnica.

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