Читать книгу Nirliit - Juliana Léveillé-Trudel - Страница 22
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ОглавлениеZarpamos a bordo del F/V Tallurunnaq, el viejo Tiivi al timón, con ademanes seguros y el semblante sereno, los ojos entornados oteando el horizonte. Tres horas hasta la bahía Déception, que no tiene nada de decepcionante. Un cielo sin nubes y un mar terso como un espejo. Unos cuantos caribús en las montañas, una o dos focas bajo el agua, y tú. ¿Tú? Salimos del fiordo rumbo al estrecho de Hudson y la caja torácica se me parte por la mitad para dejar que entre el viento del norte. Hacerse al mar en el Ártico te abre desde dentro. La brisa se me mete por debajo del abrigo y me infla a tope. Me gustaría seguir hasta el Paso del Noroeste. En la cubierta del F/V Tallurunnaq sueño con Amundsen. Tiivi no sabe a qué hora regresaremos.
«Vosotros, los blancos, estáis obsesionados con el tiempo».
Detesto los «vosotros», pero me gusta Tiivi. Tiivi y sus numerosos descendientes, su sabiduría, el hecho de que traiga almejas para todo el pueblo cuando regresa de la pesca. Su compañía me sienta bien, me distrae del agua oscura en la que no puedo evitar buscarte. Circularon historias, sabes, cuando te fuiste, toda clase de historias. Algunas bonitas, como que te habías marchado lejos con un amante apuesto y rico que te había convencido para que lo dejaras todo por él. Otras no tan bonitas, historias de navajas y de blancos, de varios blancos que supuestamente te habían desollado como a una vulgar foca. El ser humano es igual en todas partes, preferimos creer que el culpable no es de los nuestros. Los investigadores registraron los bajos de las casas, los congeladores, hicieron un montón de preguntas; los habían enviado ex profeso por ti, como en las películas. Las mujeres estaban muertas de miedo, ¿sabes, Eva?, ya no querían salir solas, como si un lobo hambriento rondara por el pueblo. Malos tiempos.
No te encuentro, ni en el fiordo, ni en el estrecho, ni en la bahía, y al final regresamos, no recuerdo a qué hora, eso carece de importancia. Tiivi y yo en la cubierta del F/V Tallurunnaq. Tiivi nació en un iglú. Tiivi vio morir a sus hermanos y hermanas en una época en la que solo los más fuertes tenían posibilidades de sobrevivir. Tiivi abraza cariñosamente a su nieto, que juega con su iPhone, y me pregunta si se me ha caído algo al mar. Sí, una hermosa mujer de aproximadamente un metro sesenta y cincuenta y cuatro kilos, pero no digo nada.