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I Origen y Conceptualización de los Paraísos Fiscales 1. INTRODUCCIÓN: LA NOCIÓN ANTROPOLÓGICA DE PARAÍSO

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El recurso a la noción de “Paraíso” constituye uno de los tópicos más ampliamente utilizados en la literatura universal y el arte. Como señalan Ramón, Azpelicueta y Serra (2015), con el término “paraíso” se hace referencia al anhelo de una vida más placentera, incluso el desarrollo de la civilización se podría fundamentar en la búsqueda de ese Paraíso Perdido en la forma de un mundo mejor.

En el término paraíso se mezcla tanto la tradición bíblica como la mitología o las religiones orientales. Desde la degradación de las Edades de los hombres de la mitología clásica a la expulsión veterotestamentaria o la promesa neotestamentaria, de las islas de los Inmortales de China al sid de la tradición celta o la figura del jardín paradisíaco. Este simbolismo cultural suele construir en torno a él historias de carácter iniciático en las que el personaje heroico hace frente a multitud de dificultades para alcanzar el conocimiento o un tesoro material (Albert 2003, pp. 283-284).

La pérdida del paraíso o de un mundo idílico donde no existe el sufrimiento como consecuencia del pecado, o bien la recompensa de los Bien-aventurados en el judaísmo, Cristianismo y el Islam (Choza y Wolny 2014), manifiesta una aspiración universal (Chevalier 1999) la idealización mitológica de un lugar sin males. De este modo, tanto la nostalgia del pasado como el anhelo del futuro genera elementos míticos de un impulso atávico en el ser humano que de forma natural se siente atraído por esta conceptualización a mitad de camino entre lo mitológico y lo religioso.

Una tradición ingente configura la noción de paraíso con una serie de caracteres comunes. San Isidoro en sus Etimologías (XIV, 3, 2) señalaba: “El paraíso es un lugar situado en tierras orientales, cuya denominación, traducida del griego al latín, significa “jardín”1; en lengua hebrea se denomina Edén, que en nuestro idioma quiere decir “delicias”. La combinación de ambos nombres nos da “el jardín de las delicias”. Allí, en efecto, abunda todo tipo de arboledas y de frutales” (San Isidoro, p. 999). Se configura como un lugar en Asia, cerrado e inaccesible, con una temperatura siempre constante (sin frío ni calor)”.

Muy similar es la configuración del paraíso islámico o Djanna como lugar cercado “compendio de todos los placeres a los que el hombre puede aspirar y máxima promesa de felicidad” (Silva Santa-Cruz, 2011, p. 39). Interpretaciones religiosas que son coincidentes con la etimología del término paraíso que ofrece la Real Academia Española de la Lengua, procedente del avéstico “jardín cercado” o “cercado circular” aplicado a los jardines reales.

De esta forma, el paraíso se conforma en un tópico literario y cultural universal. Una denominación que tiene en su propia etimología una capacidad seductora que lleva a imaginar “islas afortunadas” o “jardines de ensueño”. Una noción del paraíso como topos literario, cultural e incluso religioso es la que determina el ámbito sugerente de la construcción económico-política del “paraíso fiscal”. Se construye así un potente reclamo para inversores extranjeros que en ocasiones ven coincidir tal denominación con islas lejanas en climas cálidos alimentando un anhelo ancestral común a toda la humanidad desde Homero y la isla de Circe a Tomás Moro y la isla Utopía.

Esta noción medieval lleva a identificar en los nuevos territorios americanos y particularmente en las islas caribeñas y pacíficas, que encajan especialmente con la concepción europea de paraíso. Cristóbal Colón (1880 p. 44) escribía a los Reyes católicos cómo “San Isidro y Beda y Strabo, y el maestro de la historia escolástica, y San Ambrosio y Scoto, y todos los sanos teólogos conciertan que el Paraíso terrenal es en el Oriente”… lo que le conduce a afirmar respecto América “porque creo que allí es el Paraíso Terrenal adonde no puede llegar nadie”. Y (1880 p. 49) “yo muy sentado tengo en el ánima que allí donde dije es el Paraíso terrenal” o de nuevo (1880 p. 52) “tengo asentado en el ánima que allí es el Paraíso terrenal”, fundamentado en las muchas riquezas y el clima suave.

De hecho, el descubrimiento de América reúne buena parte de los elementos del viaje mítico en el sentido que señala Wollfzettel (2005, p. 11), según el cual el mito tiene más elementos estructurales que folclóricos, fundamentado en el viaje como desprendimiento del mundo familiar, la iniciación, la aparición y superación de los sucesivos obstáculos finalizando con la revelación y el regreso con el enriquecimiento del viajero (material, intelectual o moralmente) y una nueva visión del mundo.

Esta configuración de los viajes y la búsqueda o el descubrimiento del Paraíso tiene su paralelismo con el origen histórico de los actuales paraísos fiscales y particularmente identificables con algunos de ellos. Tomemos en este sentido como ejemplo característico la evolución histórica de los Paraísos fiscales originales

En busca del paraíso perdido: Los paraísos fiscales hoy

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