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3. RUEDO IBÉRICO Y EL SILENCIAMIENTO DE LA «CULTURA DEL EXILIO»

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En 1978 se presentan en Barcelona y Madrid los nuevos libros publicados por la editorial en España, entre otros el que escribimos sobre las elecciones de junio de 1977101 —único estudio sobre el tema— y, en abril de 1979, el último número (61-62) de Cuadernos de Ruedo Ibérico, la revista mítica del antifranquismo. En 1980, Ruedo Ibérico publica otros siete ensayos que reflejan las últimas corrientes de pensamiento en Europa. En 1982, la editorial tiene que cerrar y liquidar sus fondos: 30 toneladas de libros guillotinados en París…

Puede que haya habido aquí un error de estrategia: después de un debate interno, el haber optado por una introducción discreta en el mercado editorial en 1977, en un contexto en el que la normalización se había hecho sobre el papel pero distaba mucho de haberse realizado en las prácticas. Pero aquí interviene también el rechazo tácito de la cultura del exilio, otro silencio en torno a la memoria colectiva, del que será víctima más de un insigne representante de esta cultura (el cantautor Paco Ibáñez, el novelista y dramaturgo Agustín Gómez Arcos, entre otros).

El silencio de los medios es casi total cuando salen los libros de Ruedo Ibérico: ningún artículo de conjunto sobre este evento político-cultural, poquísimas reseñas, ninguna en el caso del libro nuestro que, obviamente, iba a contracorriente pero sin llegar a ser polémico. Los discursos de la calle era un estudio que se limitaba a un análisis semiológico de la propaganda de calle, en la línea de las Mitologías de Roland Barthes, pero que denunciaba la banalización del discurso político y la homogeneización de los contenidos y formas discursivas. En cambio, mi siguiente libro sobre el consultorio radiofónico de Elena Francis publicado en 1982 —más ameno aunque no menos crítico— será celebrado por la prensa (una página en El País, una entrevista a todo color en Cambio 16). Ha terminado la Transición… Pero no deja de ser revelador del mecanismo de filtrado operado por los medios en el período anterior.

¿Cómo explicarlo? En 1979 estamos en la consolidación de la democracia, Ruedo Ibérico aparece como un factor de mala conciencia, las luchas antifranquistas ya no tienen su lugar en la reciente memoria democrática. En esta nueva etapa, 1978 es el año cero, el de la Constitución, un texto derivado de unas elecciones en las que fueron prohibidos los partidos republicanos y los de extrema izquierda tuvieron que disfrazar su identidad… El «exceso» de espíritu crítico ya no es de recibo. Ocurrirá lo mismo con el voluminoso número monográfico de Cuadernos de Ruedo Ibérico dedicado a las elecciones y a la Constitución…

Ruedo Ibérico se ve fagocitado por la disolución de las identidades. El nuevo consenso pasa por el silenciamiento del pasado, desalojado por un partido de «centro» (UCD) que es un ovni político, un engendro ideológico, un engaño consentido, ¿puede que un mal necesario? Esta homogeneización de lo ideológico se refleja en el debate público, con la centralización del debate en temas de urgencia vinculados con la joven y frágil democracia. Desaparecen poco a poco los debates de sociedad, sin hablar de los de fondo, que han ido a parar a las mazmorras informativas.

Transición y democracia en España

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