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Capítulo 1

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Introducción a las parábolas de Jesús

Las parábolas de Jesús están entre las historias mejor conocidas y de mayor influencia en el mundo. Aún si las personas nada conocen sobre Jesús, al menos conocen de sus historias o han sentido su impacto en expresiones como “pródigo” o “buen samaritano”. La importancia de las parábolas de Jesús no se puede subestimar. La vitalidad, importancia y utilidad de la enseñanza de Jesús se destacan de manera especial en sus parábolas. Jesús era el maestro creador de historias, y nada atrae más ni es tan persuasivo como un buen relato. Los niños (y los adultos) no dicen: “Cuéntame los hechos”; ellos quieren un relato. Los relatos son inherentemente interesantes. Toleramos los discursos, pero prestamos atención a los relatos. Los relatos entretienen, informan, incluyen, motivan, autentican, y reflejan existencia. Al crear un mundo narrativo, los relatos crean un universículo irreal y controlado. El autor nos cautiva, y, casi como un dios, nos traslada a su mundo y cuenta la realidad que existe en este mundo narrativo, y qué y por qué sucede.

Los relatos nos permiten ver la realidad, por lo menos la que el autor crea. Allí, en un grado que no podemos imitar en la vida real, podemos discernir motivos, anotar resultados, saber quién ganó y comprender qué es la victoria y el fracaso. La vida fuera de ese mundo prácticamente se detiene; la historia nos cautiva. El relator está en control, de modo que necesariamente hace que consideremos las cosas desde nuevos ángulos, a fin de que no se pueda evadir el mensaje fácilmente. Los oyentes se vuelven cómplices voluntarios, aun si el mensaje es hostil. Desde este “otro mundo” se nos invita a entender, evaluar y, posiblemente, a redirigir nuestra vida. Aparte de la experiencia personal, los relatos son la forma más rápida para aprender. Aprendemos mejor en lo concreto pero, como no podemos recordar fácilmente cientos de hechos concretos, nuestra mente almacena fácilmente lo abstracto. El método al enseñar y predicar está en la repetición de la idea abstracta que ya sabemos, olvidando que otros todavía necesitan aprender lo concreto. Haríamos las cosas mejor, al menos frecuentemente, si vistiéramos lo abstracto con historia y experiencia concretas, como lo hizo Jesús.

El relato nos atrae hacia el mundo narrativo donde hay desarrollo, trama y resolución. Sin la resolución (que con frecuencia es cómo la erudición del NT trata de interpretar las parábolas) nos frustramos y preguntamos: “¿Por qué existe esta historia?” Esperamos algo interesante y perspicaz, quizá único, y por cierto, que valga el tiempo que nos pide el relator. Este tiene una agenda, una intención, y piensa que su relato es importante. De no ser así, nunca se contaría la historia. La intención puede que sea sencillamente el entretenimiento o, enseñar con propósito una verdad, convencer y motivar. Las parábolas no son inherentemente cristianas y no transmiten automáticamente una verdad. Se las puede usar para comunicar una religión, ideología y aun una mentira. Desafortunadamente, aun las buenas historias pueden ser, y son, utilizadas para promover el mal. Entender la verdad en una parábola depende de la verdad propia al contexto que refiere y el grado en que ella se relacione con la verdad y la revele creativamente.

Sin embargo, una parábola no es simplemente una historia. “Parábola”, en su más amplio sentido, refiere una analogía ampliada.1 Por ejemplo, Dios perdona y recibe a los pecadores como un padre amoroso perdona y recibe a un hijo descarriado. Tales analogías, más que nada, son comparaciones o contrastes usados para explicar o convencer. Las parábolas, por su naturaleza, buscan hacer un punto retórico.2 Más aún, algunas parábolas no son del todo historias. Mientras que en castellano “parábola” por lo general es una referencia a una narración corta con dos niveles de significado, las palabras griega y hebrea para “parábola”, como veremos, tienen un significado más amplio y cubren una variedad de formas o géneros literarios.

Las parábolas de Jesús presuponen el reino que buscan revelar.3 Imagine que tengamos solamente los relatos de Jesús, pero ningún sentido de qué refieren. La parábola del pródigo y su hermano mayor nos mueve solo porque sabemos que la narrativa refleja la aceptación divina de los pecadores, y contrasta este recibimiento divino con el frecuente desdén que algunos manifiestan contra los pecadores.

Las parábolas de Jesús se describen como obras de arte y armas en conflictos contra los opositores. Son ambas cosas, y aún más. Desde el día de su relato y hasta el presente, ellas han deleitado e instruido muchas personas, igualmente otras las han considerado un insulto. Con mucha frecuencia, Jesús empleabaparábolas para explicar el reino de Dios, mostrar el carácter divino y señalar las expectativas de Dios respecto de los seres humanos. Con frecuencia, se ha rebatido este mensaje. Se abusaron las parábolas de Jesús y se emplearon con propósitos diversículos (propósitos teológicos antiguos, ideológicos modernos y pastorales). Algunos intérpretes tratan las parábolas como barro que moldean a su antojo. Otros intentan domesticar las parábolas para que siempre sigan reglas prescritas y den significados que podamos tolerar. Ambos métodos están destinados al fracaso. La intención del relator, Jesús mismo, con todo el poder y la creatividad de su enseñanza, debe ser la meta de nuestro trabajo de interpretación. Estas son historias con propósito; el propósito comunicativo de Jesús.4 Hacer algo diferente equivale a reescribir las parábolas de Jesús. La iglesia antigua y moderna con frecuencia vuelve a escribirlas, tratando de crear un nuevo propósito. No trato de encontrar el propósito eclesiástico, psicológico, sociológico, feminista o de cualquier otro tipo de reescritura, sin importar cuán común sea. Mi intención es percibir el propósito de Jesús con sus contemporáneos: sus discípulos y sus asociados judíos.

Sin embargo, estas “simples” narrativas de Jesús, estas gemas de expresión sobre la vida y Dios, han mostrado ser cualquier cosa menos simple, y su propósito no puede percibirse limitadamente. El trabajo de descifrar el propósito de Jesús es a veces difícil. Tenemos las parábolas de Jesús sólo como la iglesia primitiva las recuerda y conforme las comunicaron los evangelistas. Por otro lado, la labor no es tan imposible como algunos sugieren y, a veces, nada difícil. Las parábolas no se deben reducir, reescribir, domesticar, psicoanalizar, hacer teología con contribuciones de cristología o de expiación, descontextualizar o controlar. Hay que dejarlas hablar, y se las debe oír. Algunas parábolas son tan claras como campanas y, aunque podamos discutir matices y trasfondos en largos ensayos, ellas no necesitan tanta explicación sino que se las ponga en práctica. En efecto, ellas dicen: “Deja de resistir y hazlo”, o “créelo”. No necesitamos mucha aclaración para entender el propósito de la parábola del Buen Samaritano. A pesar de numerosos estudios sobre esta parábola, que trataremos en este libro, la parábola llama a vivir el mensaje, no a resistirlo.

Por buscar el propósito comunicativo, o sea, la función de la parábola, no sugiero que podemos hacer un sicoanálisis de Jesús. De hecho, la teoría del acto de hablar es parte de las suposiciones de mi método. La comunicación no tiene solo un sentido abstracto, sino que actúa y busca cambiar las cosas. La pregunta para cada parábola es: “¿Cómo trató Jesús de cambiar las actitudes y los comportamientos mediante esta parábola?”5

Las parábolas de Jesús merecen una nueva audiencia de parte de personas que están listas para aprender y seguir su instrucción. Hay muchos estudios sobre las parábolas, como evidencian aquí las notas y la bibliografía. Pero si hay un área en los estudios del Nuevo Testamento que necesita mayor publicación, aunque sea sorprendente, ésa es las parábolas de Jesús. A pesar de la voluminosa cantidad de material escrito sobre las parábolas, poco hay que relativamente ofrezca a pastores y maestros ayuda buena y comprensiva.6 Muchos solo estudian parábolas escogidas relativas con sus propias necesidades. Considerable cantidad de los estudios disponibles son tan esotéricos o tergiversados por suposiciones de metodología y filosofía que su empleo resulta difícil para los que tratan de encontrar el sentido a las enseñanzas de Jesús. Se ha dado mucha información útil y hay mucho entendimiento pero, al final de cuentas, el juicio respecto de la interpretación moderna de las parábolas de Jesús lo encuentra deficiente. Veremos cada vez más que este es el caso con el análisis de las distintas parábolas.

Comprendiendo las parábolas de Jesús

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