Читать книгу La bordadora de sueños - Lía Villava - Страница 16
ОглавлениеPadre
Tú tan sólo te moriste y a nosotros nos dejas huérfanos de sueños.
La ausencia se instala en lo cotidiano, se sienta en el sillón de orejas y fuma lentamente contaminando el espacio de la desazón.
Ya no abres tu casita feliz, vestido de sonrisa, extendiendo con tu mano la jícama de bienvenida, te llevaste contigo, los «¿qué te ofrezco, güerita?».
Cerraste el periódico sobre la mesa, ya tus ojos no lo leen.
El cajero del súper te extraña, nosotros también.
Y tu mujer come sola, se le atraganta la pregunta, «¿te tomaste tus medicinas, Fernando?», nadie le responde, el silencio se instala, habita el dolor que se apoltrona a sus anchas.
Eres una imagen más de las tantas de familia que con amor coleccionaste.
Se nos fue el padre, el marido, el hermano, el amigo, el abuelo de la selva impenetrable, el señorón a todo dar, a veces molesto de cargar con su vejez que nunca previó.
Te busco en las estrellas de la noche y te saludo «hola, papucho», en una ocasión nos respondiste y luego, la nada.
Mis piernas no saben apoyarse en la ausencia, mi hijo vuela a las dos semanas de tu muerte, nuestra muerte, algo en nosotros también murió y Arturo se lleva de equipaje la pena, para abrirla poco a poco en su nueva vida.
Y mi mascota fallece también, después de diez años de compañía, de recibirme feliz por el simple hecho de verme; y ya no la miro, se ha ido contigo, son tantas despedidas que apenas me reconozco en medio de tanto dolor. Ya no me cobijan tus ojos azules, ni volverán a leer mi libro inédito que tanto te gustó, se queda inmóvil en tu buró, esperando que regreses.
Siento que la muerte me observa de frente e intento darle la vuelta, pero reaparece, callada, fría, tiesa.
Mi hermana que vive cerca, está lejos, nos asusta tanto dolor y pasé a ser «la grande» sin desearlo.
No quiero ver a nadie, no soy buena compañía, algunos creen que mi pena es contagiosa y marcan sus distancias.
Me pregunto ¿qué será de mí cuando falte mi madre?, ¿quién me dará la receta del pavo de Navidad?, ¿quién nos dejará los mensajes escritos a mano?
Amores que se van, a no sé dónde. Y entre tantas pérdidas quisiera que se perdieran los recuerdos dolorosos, tirarlos al fondo del mar y encontrar una botella flotando que me indique hacia dónde seguir.
Mientras, sobrevivo atada a la fe, la niña abandonada se aferra a sus amores que la sostienen y que aún no se desilusionan.
Y me dejo llevar por la vida, ésa que fluye aun cuando siento que la mía está detenida.