Читать книгу Tao Te Ching - Anotado, comentado e ilustrado - Lao Tzu - Страница 14
Оглавлениеcapítulo V
La transformación propia
Ni el cielo ni la tierra muestran benevolencia.
Tratan las cosas del mundo como si fueran perros de paja.
Tampoco el sabio es benevolente.
Trata a las personas como si fueran perros de paja.
El espacio entre el cielo y la tierra es como un fuelle, exhala vacío sin cesar.
Cuanto más se lo mueva, tanto más exhalará.
Más se habla de él y menos se lo alcanza.
Es mejor mantenerse en el centro.
Comentario:
Lao Tzu evoca en este capítulo el ritual de los “perros de paja”. Los primeros taoístas utilizaban animales de paja o papel en sus sacrificios a la naturaleza. Se creía que esos animales simbólicos atraían las malas influencias, por eso, posteriormente los muñecos eran quemados. A través de la acción del fuego (que representa a Tao) se suponía que dichas influencias eran eliminadas produciendo una “transformación”.
Las personas también son tratadas por el sabio como seres en transformación. Poseen malas influencias y deben transformarse. El fuego era un medio para llegar al equilibrio y al vacío, una manera de transformar lo malo y llevarlo a la armonía del centro.
El maestro nunca muestra benevolencia, sólo se limita a dar el ejemplo con su acción. Se puede beber de su sabiduría pero no esperar de él ningún tipo de favor o benevolencia. Lao Tzu no se dedica a “dar de comer en la boca”, es un guía indirecto, lo único que hace es dar señales. Habla de vida pero sostiene que lo mejor es no hacerlo.
Este capítulo del Tao Te Ching nos deja el siguiente mensaje: no esperes que un maestro te transforme, toma las riendas de tu vida y transfórmate tú mismo.
Dejar de depender y tomar partido por nuestra vida es ya una transformación. Implica someterse al cambio dejando de lado costumbres que nos han sido impuestas. Cuando esta transformación tiene lugar, ya se ha dado un paso hacia Tao, hacia la propia vida. A medida que se avanza, Lao Tzu recomienda mantenerse en el centro. Es interesante notar que el taoísta no impone, no da órdenes, no dice “debes mantenerte en el centro” como harían las religiones organizadas. Sólo señala lo que cree pertinente dejando que el lector guíe su propia experiencia. En este sentido, el Tao Te Ching enseña la libertad.