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capítulo VI

En torno a nuestra naturaleza

El valle y el espíritu del valle nunca mueren.

Ambos forman la madre secreta.

La puerta de la madre secreta

es la raíz del cielo y de la tierra.

Sutil, ininterrumpidamente, permanece, perdura.

Se usa pero nunca puede ser consumida.

Comentario:

“¡Tonto, la senda no es ni esta ni aquella!”

Omar Khayyam

El valle y el espíritu son los dos elementos que conforman nuestro plano: el Yin y el Yang, femenino y masculino, negativo y positivo, frío y caliente, inferior y superior, etc. Como opuestos complementarios conforman la madre secreta: nuestra naturaleza, aquello que nos rodea. Cuado Lao Tzu se refiere a la puerta de la madre secreta sugiere que hay que entrar en el Yin (oscuridad) para alcanzar el Yang (luz). ésta es una forma de decir que juzgar mala o buena una cosa es solo una ficción. Lo malo de la vida puede al final mostrarse como bueno. Aquello que hoy juzgamos bueno, mañana, seguramente, se revele como malo y viceversa. Es un paso inevitable, debemos entrar en la oscuridad para poder luego alcanzar la luz. La oscuridad viene de la mano de la razón, el conocimiento y el juicio que elige entre una u otra alternativa. Lao Tzu recomienda no juzgar. Cuando juzgamos separamos y nos separamos, en forma absoluta. No tenemos en cuenta que nuestro plano está en continuo cambio y movimiento: cuando lo malo se torna bueno, los juicios caen. Juzgando creemos poder detener la rueda y el movimiento; pero esto es imposible, el cambio naturalmente siempre perdura.

Lao Tzu sugiere que tenemos la posibilidad de usar la naturaleza. Pero se trata de usar sin interferir, esto significa contemplar activamente para aprender. En este uso la naturaleza podría revelarse como un verdadero maestro. Pero nosotros no vemos al maestro, no vemos la naturaleza como un posible fin sino sólo como un medio para conseguir bienes. La explotamos, intentamos sacar partido a través de ella, aprovechamos vilmente su gratuidad. Esto mismo hacemos por extensión con el prójimo.

Quizá la clave sea relacionarnos con la naturaleza por medio de la sensibilidad y el pensamiento y no por medio del deseo. Una relación tal implicaría un amor recíproco, ningún miembro estaría subordinado y el equilibrio sería completo.

Tao Te Ching - Anotado, comentado e ilustrado

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