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capítulo VII

Del conocer al pensar

El cielo dura eternamente; la tierra permanece.

Eternos y permanentes porque no buscan en sí mismos la razón de su existencia.

Por eso perduran.

Es así que el hombre sabio se coloca en el último lugar y sin embargo es el primero.

No se busca a sí mismo, por eso sobrevive.

Es a causa de su desinterés que su propio interés se realiza.

Comentario:

Pongamos en claro algunas ideas con relación a la naturaleza del ser humano. Lao Tzu cree que el conocimiento es un aspecto interesado de la racionalidad, es decir, a través del conocimiento se busca la manipulación, el uso redituable. A menudo intentamos conocer cómo funciona algo para poder utilizarlo, manejarlo según nuestro deseo. Esta misma actitud la ejercemos incluso con el prójimo.

El conocimiento pretende ser acabado y concluyente para poder anticiparse en el tiempo, es decir, evitar cualquier sorpresa. “Si conozco una máquina o una persona a la perfección podré anticiparme en el tiempo y decir cómo reaccionará ante cierto estímulo. Podré incluso obrar anticipadamente, estas palabras y actitudes corresponden al conocimiento.

Conocer es recabar datos para armar una enciclopedia. El conocedor es un hombre de acción pero de poca interacción con la vida. ¿Qué conocimiento se puede tener cuando todo está en constante cambio y movimiento? Obviamente ninguno. El conocimiento es una ficción de la que Lao Tzu ya nos ha hablado. Debemos tomarlo como un sector de oscuridad que nos servirá para arribar a un área de mayor claridad. La claridad viene de la mano del pensamiento. El pensamiento permite libertad y creación, se mueve constantemente por el tiempo pero mora en el presente.

El movimiento del pensamiento no es interesado, no busca conclusiones ni usos redituables. A diferencia del conocimiento, el pensar no genera opuestos, no separa ni juzga sino que contempla activamente la armonía. No busca interferir en la naturaleza.

En el pensamiento hay acción más creatividad, hay movimiento libre y acción por la vida a través del presente. El pensador es el único capaz de combinar y crear nuevas perspectivas.

Ahora bien, si uno no busca razones, permanece lejos del conocimiento y perdura. El hombre sabio piensa activamente, pero deja de lado el conocimiento interesado. No busca conocerse a sí mismo pues sabe que este conocimiento es una ficción que desemboca en el deseo.

Según Lao Tzu, dejar de lado el conocimiento permite vivir el presente y mantener una actitud desinteresada. Cuando se vive desinteresadamente, lo que significa no estar constantemente pendiente del deseo, la rueda gira, el movimiento natural provee lo necesario y el propio interés se realiza.

Tao Te Ching - Anotado, comentado e ilustrado

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