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El 4 Esquinas,
tambo y tentaciones criollas

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El almacén 4 Esquinas debería ser declarado monumento nacional: todo lo que nos identifica como habitantes de esta parte del mapa se recrea y preserva en este bellísimo almacén que es como una caja fuerte de los sabores y sentires criollos. Dentro de la tendencia de recuperar estos espacios, el 4 Esquinas es una joya en la vitrina de boliches camperos que nos recuerdan que aún el progreso no ha podido con las estanterías repletas de aperos, quesos y botellas. Acá se promueve la sobremesa y la felicidad se comparte. Un tambo ovino es el eje de las actividades y la causa por la cual se ven en el mostrador hormas de queso de oveja y dulce de leche del mismo animal. El aroma atrae y completa la visión. A falta de uno, son varios los caminos que llevan hasta el almacén, que se ubica en la ruta provincial 74, en el km 231, a 28 kilómetros de Tandil. Aquí hay cuatro caminos que dan nombre al almacén y al tambo. Flores, plantas, colores y aromas, mesas y sillones cómodos destacan la entrada; una vez dentro, el tiempo se detiene y todo se resuelve con dejar que nuestros sentidos tomen la iniciativa, hacer poco y disfrutar mucho.

“La gente empieza a buscar estos espacios para recuperar nuestras raíces. Acá trabajamos para que la gente vuelva a la comida casera, hacemos nuestros almuerzos campestres con productos locales, fomentamos la sobremesa, la comida lenta, no nos va eso de comer rápido. En el salón tenemos mesas grandes: acá venís a compartir, a hablar y a disfrutar de la buena comida”, cuenta como si fuera el primer párrafo de un manifiesto, Romina Somi, quien, junto con su marido, Fabián Bugna, llevan adelante el almacén que sorprende por su calidez, su orden y una inteligente forma de conservar lo viejo dentro de un concepto tan encantador y actual. El almacén tiene ochenta años, pero parece que fue inaugurado ayer.

“Mi padre comenzó a trabajar aquí, y nosotros seguimos su legado. Hace veinte años que estamos acá. Con Fabián siempre deseábamos tener un espacio donde poder integrar el tambo y la gastronomía; el almacén es ideal”. Romina detalla el proceso desde que un sueño se anota en un cuaderno hasta que se vuelve realidad: el estado actual del almacén es el resultado. La ecuación de por qué este lugar es tan especial es simple: Romina y Fabián son jóvenes y se han criado acá, aman lo que hacen y saben que no hay mejor escudo contra el fracaso que apostar por el trabajo y los productos locales. El tambo ovino que tienen les permite ofrecer queso tipo manchego, fresco, feta, ricota, pero también dulce de leche, helado y hasta jabón de oveja. Pocos lugares en la Argentina tienen estos beneficios.

Todos los días son días patrióticos en el 4 Esquinas, porque detrás de las pecheras de salames, hormas de queso, piezas de jamón crudo y chistorras, en el fondo de toda esta elegancia natural de alimentos nacidos en la unión del trabajo y la tradición, se persigue un objetivo: recuperar la esencia de estos almacenes, brindar un servicio al hombre de campo, pero con la mirada puesta en la gastronomía. Acaso ya se pueda hablar de una nueva cocina pulpera o almacenera en la Argentina, y si esta denominación nos es permitida, acá estaría una de sus fuentes. “Buscamos revalorizar la comida casera hecha con productos locales; todo es fresco, usamos corderos, lechones y verduras de la zona, al igual que vendemos nuestros productos del tambo. También empleamos gente de Azucena”, reflexiona Romina. Azucena es un pueblo que está a pocos kilómetros del almacén. Es el destino ideal para caminar luego de la sobremesa.

“El almacén es un poco el alma de mi padre. Nosotros intentamos se­guir con lo que él inició. Le puso mucho amor. Nos sentimos orgullosos de que estos espacios no mueran, y por eso lo mantenemos con vida, y está muy bueno que la gente venga a conocerlo. Ya no quedan muchos lugares así; en un momento fueron muy importantes, y ahora de la mano de la gastronomía están recuperándose. Acá la gente venía no solo a comprar sus provisiones y a tomar una copa, sino también a buscar la correspondencia, a hacer una llamada telefónica, incluso venían a buscar medicamentos”, rememora Romina. El 4 Esquinas es una base anímica. Los autos y camiones que pasan por la ruta se detienen a buscar su ración de jamón crudo, su tabla de picada o la porción exacta del queso que los habilite a seguir viaje. Como los pueblos que viven cerca del mar, los boliches de ruta tienen una atmósfera especial: la vida se pone en pausa.

Romina no podría estar en otro lugar que no sea este; pez en su mar, atiende, conversa con clientes, prepara las picadas, sonríe y descorcha los vinos. “La mujer no aparecía mucho en estos lugares, pero cuando lo hacía quedaba en la historia, como las grandes pulperas; hoy la mujer maneja de una manera única este tipo de trabajos”, reconoce Fabián. La fuerza y la sensibilidad femeninas son esenciales para la recuperación de espacios como estos. Él se dedica al tambo y al campo; las tareas están repartidas y la división es perfecta. Ambos saben que el futuro para que estos almacenes puedan continuar creciendo es la gastronomía. Por eso hicieron un salón donde organizan sus almuerzos campestres, curados por el chef Daniel Eleno, de Tandil. “El último menú fue paté casero, tabla de picadas, queso de oveja, jamón crudo casero, chorizo, carnes con papitas rústicas y, de postre, helado hecho con leche de oveja y frutos rojos. Luego hacemos sobremesa con mate y pastelitos”.

El país, con todo lo que esa palabra significa, se siente aquí. Las horas no pasan y el reflejo dorado del sol baña las mesas de este almacén único, tan exquisito. El ruido de los motores, en la ruta, lo envuelven en un sueño del que cuesta desprenderse. Los puntos cardinales de la felicidad no quieren irse de un lugar así.

A un costado del almacén está el tambo donde pacientemente trabaja Fabián con sus ovejas y vacas, ordeñándolas para producir quesos de gran calidad. La experiencia del 4 Esquinas se completa llevando una importante variedad de quesos para seguir disfrutando en casa. Imperdibles el queso feta, el pecorino, halloumi, manchego y el 2 leches. El dulce de leche de oveja es una opción correcta. También ofrecen salazones y dulces de la campiña tandilense. Es el lugar adecuado para gastar nuestro dinero sin culpas. + info: @tamboovino4esquinas

Tandil tiene un abanico de caminos que llevan a pueblos y rincones bellísimos. María Elena Valdez es guía de turismo y es pionera en turismo rural. Conoce mejor que nadie todos los rincones de Tandil. “Te invitamos a descubrir las virtudes de los que­sos y salames artesanales, allí donde se producen. Desde el corral a la mesa”. Hace circuitos en caravana de autos para conocer a los pequeños productores de la campiña. Gran experiencia. + info: @atypicostandil / @elenatandil

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