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2. LA REALIDAD ES SIM-BÓLICA Y DIA-BÓLICA

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Sí, podemos ir más lejos y afirmar: dia-bólico y sim-bólico son principios estructuradores de la naturaleza y del cosmos, de los comportamientos sociales y de la misma naturaleza humana.

En el lenguaje de la ecología se constata, por ejemplo: la naturaleza tiene características de asociación, de interdependencia, de solidaridad y de complementariedad; en una palabra, de cosmos (= armonía y belleza). Al mismo tiempo, tiene características de parasitismo, concurrencia, oposición, antagonismo y destrucción; en una palabra, de caos (=desequilibrio y desorganización).

De la biografía de la Tierra conocemos las inimaginables violencias que se dieron con espantosas exterminaciones en masa. En los últimos 570 millones de años, después de la aparición de los vertebrados, se dieron cerca de 15 devastaciones biológicas en masa. Dos de ellas exterminaron cerca del 90% de la vida de las especies. La primera, con el resquebrajamiento de la Pangea (el continente único originario) y la consecuente formación de los continentes. El fragor fue tan avasallador que la vida animal, terrestre y marítima casi desapareció. Se terminaba el paleozoico.

La segunda sucedió hace 65 millones de años. Se dieron cambios profundos en los climas y en el nivel de las aguas oceánicas. Juntamente con eso un asteroide, de tamaño presumible de 9.6 kilómetros de diámetro, habría chocado con la Tierra, produciendo una catástrofe formidable de fuego, de maremotos, de residuos lanzados al aire, al punto de provocar una noche prolongada de años, infestada de gases venenosos y asesinos. Perecieron los dinosaurios después de 130 millones de años de dominio soberano sobre todas las especies y en todo el planeta. Desapareció el 50% de la vida en la Tierra y el 90% de la vida en el mar. Terminó la era mesozoica. He aquí la presencia devastadora de lo dia-bólico en la naturaleza y en la Tierra.

Existen analistas provenientes de la biología y de la cosmología que sospechan que es inminente otra devastación en masa. Estaría en curso hace ya dos millones de años con los glaciares que, notoriamente, diezmaron vidas vegetales y animales. Pero después del neolítico irrumpió un meteoro, peligroso y amenazador: el ser humano, el homo habilis et sapiens. Con su tecnología, altamente energívora, especialmente hoy, acelera el proceso de exterminación a niveles casi incontrolables. ¿ Será posible evitar el colapso ecológico? Este es el desafío ético y político que se nos plantea. Podemos evitar la amenaza con sabiduría, autocorrección, veneración y compasión. Nuestro libro cree en este proceso de rescate del ser humano y de la Tierra.

Vamos a dar un ejemplo más de la bipolaridad en la naturaleza y en la Tierra. Es sin duda fascinante y tranquilizador caminar en una selva virgen y primitiva, captar la unión de las plantas, detectar los parásitos en los troncos, identificar los grandes árboles, los arbustos, los bambúes y las gramíneas; disfrutar del frescor del aire, de los matices del verde, de la sinfonía de los ruidos, de la filtración de los rayos solares y de la sombra bienhechora. La armonía del ecosistema nos invade y alimenta nuestro centro personal. Es una experiencia de lo sim-bólico.

Sin embargo, si conocemos un poco de biología y de botánica, podemos imaginar la lucha reñida que se traba en el reino vegetal. Las plantas se sobreponen unas a las otras y luchan por garantizar su lugar al sol. En función de ganar espacio, promueven guerras químicas en el subsuelo, con emisión de venenos, inhibidores y bacterias, oponiendo plantas y raíces a otras plantas y raíces. Se intenta vencer al contrincante y eventualmente eliminarlo. Ésta es la acción de lo dia-bólico.

Lo que parecería, a primera vista, cooperativo, asociativo y solidario, aparece ahora como competitivo, biofágico y destructor. Se da ahí la coexistencia tensa y dramática de lo sim-bólico con lo dia-bólico.

Lo que dijimos de la selva, podemos extenderlo a toda la naturaleza. Es madre generosa y al mismo tiempo madre voraz. Es sabia (en ella se dan regularidades y armonías, la articulación de la parte y del todo), y a la vez demente (crueldad en la reproducción cuando el macho muere, como en el caso de la mantis religiosa, extinciones en masa, cataclismos destructores). Produce de todo y también todo lo devora. En ella hay vida y muerte en abundancia. Trillones de partículas y haces energéticos brotan del vacío cuántico en cada fracción mínima de tiempo. Se producen millones de espermas, un sin número de óvulos, flores por millones y semillas incontables. La mayoría desaparece y muere en el momento mismo de nacer.

¿Cómo se ha de entender ese fenómeno de vida y de muerte? ¿Fenómeno dia-bólico y sim-bólico?.

Históricamente, una línea de interpretación ha privilegiado el polo sim-bólico de la naturaleza, es decir, lo cósmico (que viene de cosmos= orden y belleza). Ve la naturaleza cono madre-naturaleza, productora fecunda, nutridora generosa, regeneradora inteligente, creadora sabia de equilibrio y de armonía. El lema es: “la vida vivifica la vida”. Otra interpretación ha enfatizado el polo dia-bólico, es decir, el caótico (que viene de caos= desestructuración). Resalta en la naturaleza la lucha entre las especies con la victoria del más adaptable, la violencia de las bacterias, de animales como el tiburón, y la implacable virulencia de los volcanes y huracanes. El lema es: “tu muerte es mi vida”.

Ambas corrientes hicieron históricamente fortuna. En cierto modo, dividen hasta hoy las opiniones. Inciden en la cultura, en las actitudes de pesimismo u optimismo cultural, político, económico y ecológico. Ante el futuro, producen escenarios de esperanza o de tragedia, según se acentúe más lo sim-bólico o lo dia-bólico.

Encontramos la misma polarización de lo dia-bólico/ sim-bólico en el ser humano, que es, simultáneamente, sapiens y demens. Es portador de inteligencia, de “amorización”, de propósito. Y al mismo tiempo muestra locura, exceso, violencia e impiedad. Profundicemos un poco más en esta cuestión, que deberá fundamentar nuestras reflexiones a lo largo de todo el libro.

El vuelo del águila

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