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3. EL PARADIGMA PLANETARIO

La globalización conlleva un fenómeno más profundo que el eco- nómico-financiero. Implica la inauguración de una nueva fase de la historia de la Tierra y de la humanidad. Para entenderlo, el filósofo de la ciencia Thomas Kuhn y el físico cuántico Fritjof Capra introdu- jeron en el debate el problema del cambio de paradigma. Y es que, evidentemente, estamos cambiando de paradigma civilizacional.

Con lo cual queremos decir que está naciendo otro tipo de per- cepción de la realidad, con nuevos valores, nuevos sueños, nuevas formas de organizar los conocimientos, nuevos tipos de relación social, nuevas formas de dialogar con la naturaleza, nuevos modos de experimentar la Realidad Última y nuevas maneras de entender al ser humano en el conjunto de los seres.

Este paradigma naciente nos obliga a efectuar progresivas trave- sías: conviene pasar de la parte al todo, de lo sencillo a lo complejo, de lo local a lo global, de lo nacional a lo planetario, de lo planetario a lo cósmico, de lo cósmico al misterio, y del misterio a Dios. La Tierra no es simplemente la suma de lo físico, lo vital, lo mental y lo espiritual.

Por supuesto que contiene todas estas dimensiones articuladas entre sí, formando un sistema complejo, lo cual nos permite percibir que todos somos interdependientes.

El destino común ha sido globalizado. Ahora, o cuidamos de la hu- manidad y del planeta Tierra, o no tendremos ya futuro alguno. Hasta hoy podíamos consumir sin preocuparnos por el agotamiento de los bienes y servicios naturales; podíamos hacer el uso que quisiéramos del agua potable, sin conciencia alguna de su extrema escasez, tal como fue experimentada entre los meses de febrero y abril de 2015 en las grandes ciudades del sur de Brasil; podíamos tener todos los hijos que quisiéramos, sin temor alguno al exceso de población; podíamos hacer la guerra sin miedo a que se produjera una absoluta catástrofe para la biosfera y para el futuro de la especie humana... Pero ya no nos está permitido pensar y vivir como antes. Tenemos que cambiar, como condición para nuestra supervivencia en la biosfera.

Para la consolidación de este nuevo paradigma es importante superar el fundamentalismo de la cultura occidental, actualmente mundializada, que pretende detentar la única visión de las cosas válida para todos. La realidad, sin embargo, desborda todas las repre- sentaciones, porque está llena de infinitas virtualidades que pueden hacerse realidad de otras maneras, no precisamente occidentales.

Por otra parte, el peligro que corremos nos proporciona la opor- tunidad de reorganizar de una manera más justa y creativa la hu- manidad y toda la cadena de la vida. Tal creatividad está inscrita en nuestro código genético y cultural, porque solo nosotros hemos sido creados como creadores y copilotos del proceso evolutivo.

El efecto último será una Tierra multicivilizacional, caracterizada por todo tipo de culturas, modos de producción, símbolos y cami- nos espirituales, todos ellos acogidos como expresión legítima de lo humano, con derecho de ciudadanía en la gran confederación de las tribus y los pueblos de la Tierra.

Por eso debemos mirar hacia delante, hacer acopio de todas las señales que nos orientan hacia un desenlace feliz de nuestra peligrosa travesía y gestar una atmósfera de bienquerencia y de fraternidad que nos permita vivir mínimamente felices en este pequeño planeta, escondido en un rincón de una galaxia de tamaño medio, dentro de un sistema solar de quinta categoría, pero bajo el arco iris de la buena voluntad humana y de la benevolencia divina.

Las inspiradas palabras del ex Presidente de la República checa, Vaclav Havel, nos desafían: «La tarea política central en los próximos años consistirá en la creación de un nuevo modelo de coexistencia entre las diversas culturas, pueblos, etnias y religiones, formando una única sociedad interconectada».

La Tierra está en nuestras manos

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