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4. LA ERA DEL ECOZOICO CONTRA LA ERA DEL ANTROPOCENO

La visión del mundo imperante, mecanicista, utilitarista, antropo- céntrica y sin respeto alguno por la Madre Tierra y por los límites de sus ecosistemas solo puede llevar a un peligroso callejón sin salida: acabar con las condiciones ecológicas que nos permiten mantener nuestra civilización y la vida humana en este esplendoroso planeta. Este fenómeno lo denominan los científicos como la era del antro- poceno. Con ello se pretende denunciar que el gran peligro para la supervivencia de la especie humana y de la biosfera es el propio ser humano, ultra-agresivo e irresponsable.

Ahora bien, como todo tiene dos vertientes, veamos la vertiente prometedora de la crisis actual: el alborear de una nueva era, la del ecozoico. Esta expresión fue sugerida por Brian Swimme, uno de los principales astrofísicos actuales, director del Centro para la Historia del Universo, del Instituto de Estudios Integrales de California.

Vivíamos bajo el mito del progreso, pero lo entendíamos, de manera distorsionada, como control humano sobre el mundo no humano, al objeto de conseguir un pib cada vez mayor. La forma co- rrecta consiste en entender el progreso en sintonía con la naturaleza y midiéndolo en términos del funcionamiento integral de la comunidad terrestre. El Producto Interior Bruto no puede hacerse a costa del Producto Terrestre Bruto. Ahí radica nuestro pecado original.

Olvidamos a menudo que nos encontramos dentro de un proceso único y universal –la cosmogénesis– diverso, complejo y ascendente. De las energías primordiales llegamos a la materia, de la materia a la vida, de la vida a la conciencia, y de la conciencia a la mundialización. El ser humano es parte consciente e inteligente de este proceso. Es un acontecimiento ocurrido en el universo, en nuestra galaxia, en nuestro sistema solar, en nuestro planeta y en nuestros días.

La premisa central del ecozoico consiste en entender el univer- so como el conjunto de las redes de relaciones de todos con todos; entender también que los humanos somos, esencialmente, unos seres de intrincadísimas relaciones; y entender la Tierra como un superorganismo vivo que se autorregula y no deja de renovarse. Dado el ímpetu productivista y consumista de los humanos, este organismo está enfermando y volviéndose incapaz de «digerir» todos los ele- mentos tóxicos que venimos produciendo en los últimos siglos. Por el hecho de ser un organismo, no puede sobrevivir en fragmentos, sino en su integridad. Nuestro desafío actual consiste en mantener la integridad y la vitalidad de la Tierra, cuyo bienestar es el nuestro.

Pero el objetivo inmediato del ecozoico no consiste simplemente en reducir la devastación en curso, sino también en alterar el estado de conciencia responsable de tal devastación. Cuando surgió el ceno- zoico (nuestra era hace 66 millones de años), el ser humano no tuvo en él influencia alguna. Además, nuestros ancestros apenas acababan de emerger en el proceso evolutivo. Actualmente, en el ecozoico, son muchas las cosas que tienen que ver con nuestras decisiones: por ejemplo, si preservamos una especie o un ecosistema o si, por el contrario, los condenamos a desaparecer. Los humanos co-pilotamos el proceso evolutivo.

Positivamente, lo que la era ecozoica pretende, a fin de cuentas, es alinear las actividades humanas con las demás fuerzas que actúan en todo el planeta y en el universo entero, para alcanzar un equilibrio creativo y, de ese modo, poder garantizar un futuro común. Lo cual implica un modo distinto de imaginar, de producir, de consumir y de dar significado a nuestro paso por este mundo. Un significado que no nos viene dado por la economía, sino por el sentimiento de lo sa- grado frente al misterio del universo y de nuestra propia existencia. Es decir, de la espiritualidad.

Pero las personas están incorporándose a la era ecozoica, la cual, como es fácil deducir, está llena de promesas, abriéndonos una ven- tana hacia un futuro de vida y de alegría. Necesitamos hacer una convocatoria general para que se generalice en todos los ámbitos y plasme la nueva conciencia.

La Tierra está en nuestras manos

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