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DE LORNA SMITH BENJAMIN A LA INFANCIA INFELIZ
ОглавлениеEl camino seguido en la preparación y redacción de este libro debe estar ya suficientemente claro. El primer paso lo dio Lorna Smith Benjamin, quien, en el curso de sus investigaciones sobre el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos graves de la personalidad17 en pacientes adultos, había reconstruido con gran intuición clínica y con un profundo estudio de la literatura anterior las circunstancias particulares de la infancia que experimentaron estos pacientes. Circunstancias diferentes entre sí, pero bien relacionadas con el desarrollo de los correspondientes trastornos de la personalidad en la medida en que pueden vincularse de manera sumamente natural dentro de estructuras significativas (aquellas que en su texto se denominan «resúmenes interpersonales») a los síntomas descritos en el DSM -IV como característicos de esos trastornos y descifrados por ella en términos interpersonales. Basándome en mi experiencia clínica en los últimos treinta años –desde Palermo18 a Barcelona19 y desde Roma a Cagliari– en contacto con niños maltratados o que habían sufrido abusos y sus familias, yo mismo di el segundo paso. En él verifiqué la validez y el realismo de esas descripciones y la presencia, en los niños expuestos a las situaciones descritas por Benjamin, de comportamientos sintomáticos muy parecidos al punto de vista clínico (como en el SASB) del adulto con el correspondiente trastorno de la personalidad.
El primer capítulo de La cura delle infanzie infelici, que nos muestra la presentación y el análisis de situaciones clínicas encontradas en Roma en el Centro Aiuto al Bambino Maltrattato e alla Familes, me permitió reconstruir una tipología de este tipo de infancia que corresponde sustancialmente a lo que «reconstruyó» Benjamin.
La hipótesis que naturalmente se deriva de estas observaciones, y a la que este libro está especialmente dedicado, es que es posible tratar a los niños que se ven envueltos en tales situaciones y así evitar el desarrollo de trastornos de la personalidad que podrían ser la consecuencia natural, años más tarde, de estas situaciones.
Lo que el lector encontrará en los siguientes capítulos es, de hecho, sólo el tercer paso de este camino basado en la detallada crónica de las etapas terapéuticas llevadas a cabo con algunos niños que provenían, al principio del tratamiento, de alguna de las difíciles situaciones caracterizadas por importantes niveles de maltrato físico o psicológico y que habían sido diagnosticados como antisociales (caso de Hillary y Michele), TLP (caso de Diego), paranoicos (caso de Ruggero y Ludwig) y esquizofrénicos (caso de Pamela). Sin embargo, cabe destacar que desde el punto de vista de Benjamin, estamos hablando de graves trastornos de la personalidad relativamente teóricos y, desde el punto de vista de las «infancias infelices», de situaciones traumáticas igual de graves en intensidad y duración. De hecho, es muy diferente la evolución de los casos de los que nos ocupamos aquí a los de aquéllos en los que el niño traumatizado –incluso gravemente–tiene figuras suficientemente protectoras junto a él o cuando la situación traumática tiene una duración determinada y salidas espontáneamente positivas.20