Читать книгу El cuerpo duradero - Luis Antonio Cifuentes Quiñones - Страница 19
El cuerpo como umbral en los estados psicológicos intermedios
ОглавлениеAdemás del esfuerzo muscular, existe otra clase de estados psicológicos, denominados por Bergson “estados intermedios”, en los cuales se manifiesta la misma “ilusión de la conciencia” en el momento de evaluarlos. Nos detendremos un poco en ellos porque se encuentran entre los esfuerzos superficiales y los sentimientos profundos; también se involucran en ellos contracciones musculares y sensaciones periféricas de una manera muy particular.
Uno de estos hechos es la atención y en su análisis aparece el cuerpo de forma peculiar. Bergson, de acuerdo con Ribot (1889), observa que, sin ser un fenómeno exclusivamente fisiológico, la atención se acompaña de movimientos que, más que causas o efectos de ella, son inseparables de este fenómeno y “lo expresan en extensión” (E, p. 67). Bergson señala dos aspectos interesantes, una vez ha citado a Fechner (1860), con su descripción del sentimiento muscular vinculado a la atención, y a Ribot, describiendo el fenómeno de la atención voluntaria. El primero: aunque esta última consistiera en la exclusión voluntaria de otras ideas extrañas para concentrarse en la que nos interesa, entra en ella, sin embargo, “un factor puramente psíquico”; hecha la exclusión, “creemos todavía tener conciencia de una tensión creciente del alma, de un esfuerzo inmaterial que crece” (E, p. 68). El segundo: “analizad esta impresión y no encontraréis en absoluto otra cosa que el sentimiento de una contracción muscular que gana en superficie o cambia de naturaleza, la tensión deviniendo presión, fatiga, dolor” (E, p. 68). De ese modo se va, pues, de la tensión del alma a la tensión corporal, en la que se exterioriza la atención. Es importante destacar que Bergson indica que, al concentrar la atención, esos elementos superficiales, es decir, los movimientos musculares, son “coordinados” por la idea especulativa “más o menos reflexiva de conocer” (E, p. 68). Así, la tensión del alma, aunque inseparable de las tensiones musculares propias de la atención, es, como dice Bergson, un factor básicamente especulativo y, por lo mismo, de carácter cualitativo. ¿Cómo se da esta relación? Lo veremos cuando establezcamos la síntesis de la conciencia y expliquemos el factor cualitativo por el dinamismo interno.
Bergson no observa diferencia entre la atención y la emoción, puesto que ambos estados están ligados a movimientos musculares, solo que la última está coordinada por “la idea irreflexiva de actuar” (E, p. 68). Muy vinculadas a la tensión muscular que las acompaña, las emociones violentas no se reducen a esas sensaciones orgánicas, como querría W. James. Más cercano de las descripciones de Darwin (1890) pero yendo más allá, Bergson piensa que en una emoción violenta como la ira entra ese factor psíquico, sin duda irreductible, y esta vez, de acuerdo con Darwin, aunque sea “la idea de golpear o de luchar” (E, p. 69). Esta idea práctica le imprime a los diversos movimientos “una dirección común”. Ahora bien, y aquí es más agudo el análisis, en la medida en que la conmoción orgánica se va haciendo más profunda, podemos hablar de una “intensidad creciente” de la emoción (E, p. 69). La mayor cantidad de superficies interesadas no se separa de la intensidad emocional; esto autorizaría a la conciencia, léase reflexiva, a medir el estado emocional por el número de esas superficies. Este aspecto de la emoción es de gran interés, porque, al ser un estado intermedio, existe una especie de dependencia entre los movimientos musculares que forman parte de ella y la idea práctica, como elemento psicológico irreductible. Entonces, la agudeza de las emociones se puede evaluar por el número de las conmociones periféricas que las acompañan; ahora bien, su profundidad no depende solo de este aspecto, digamos, cuantitativo, puesto que es muy importante la idea práctica que marca esa dirección de las conmociones y de la reacción automática que el organismo comienza coordinado por esa idea. Esta intensidad alcanza profundidad gracias a la mayor “conmoción” [ébranlement] del organismo o al aumento en las superficies interesadas en forma de tensión: “Eliminad en fin toda huella de conmoción orgánica, toda veleidad de contracción muscular: no quedará de la cólera más que una idea, o, si os empeñáis en hacer de ella una emoción, no le podréis asignar una intensidad” (E, p. 69).
En esta descripción vemos, sin duda, cómo el cuerpo en realidad funciona como una superficie o, mejor, como una especie de umbral por el que pasan los movimientos de afuera hacia adentro y de adentro hacia fuera; pero, todavía más, aquel llega a ser factor de profundización y, por ello, marca la intensidad con los movimientos musculares. También es factor de exteriorización de la sensación, como en el caso de la atención. Sin el cuerpo, no se podría hablar de intensidad, aunque no la determine en ‘magnitud’. Los movimientos en la superficie del cuerpo y las correspondientes conmociones orgánicas crecientes son de orden cuantitativo, pero, en la medida en que se van profundizando y entran en el orden de la sensación interna, activan cambios de naturaleza en el terreno de las emociones.
Bergson cala más en ese aspecto psicológico irreductible de la emoción:
Poco a poco, y a medida que el estado emocional pierda su violencia para ganar en profundidad, las sensaciones periféricas cederán el lugar a elementos internos: ya no serán nuestros movimientos exteriores, sino nuestras ideas, nuestros recuerdos, nuestros estados de conciencia en general los que se orientarán, en más o menos gran número, en una dirección determinada. (E, p. 70)
Ahora bien, por más que esto suceda, la intensidad de este tipo de emociones agudas es inseparable de la multiplicidad de estados simples que la acompañan. En esto se asemejan las emociones violentas y los sentimientos profundos ya examinados que parecen bastarse a sí mismos. Esta multiplicidad constitutiva de la intensidad es percibida por la conciencia de manera confusa, pues no se trata de una multiplicidad discreta.