Читать книгу Anuario de Arbitraje 2021 - Mª José Menéndez Arias - Страница 24
I. Introducción
ОглавлениеEn el año 1945 fue creada la Organización de las Naciones Unidas a partir de las cenizas de la II Guerra Mundial y la división existente entre los países vencedores y vencidos, con el objetivo de promover la paz mundial, el diálogo y la cooperación internacional. Desde entonces, la ONU siempre ha abogado por promover el progreso y desarrollo económico y social. Como consecuencia de los grandes cambios en nuestra forma de vida y como sociedad, el concepto de desarrollo ha ido cambiando a lo largo de los años2 y3.
Actualmente, el interés de dicha organización internacional se focaliza en la sostenibilidad del desarrollo. Es decir, en la satisfacción de las necesidades que tenemos actualmente como sociedad sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer las suyas en el futuro, garantizando así el correcto balance entre crecimiento económico, cuidado del medio ambiente y bienestar social.
Por tanto, el desarrollo sostenible consiste en mantener el equilibrio haciendo un adecuado uso de los recursos de los que disponemos hoy, para no comprometer las necesidades del futuro. Esta idea se puede extrapolar a diferentes ámbitos: ambiental (teniendo como meta la preservación de la biodiversidad sin tener que renunciar al progreso social y económico), social (logrando la cohesión y estabilidad de la población) y económico (procurando que los objetivos expuestos sean rentables)4.
Sobre la base de estas premisas, nacieron los llamados Objetivos de Desarrollo Sostenible (en adelante, “ODS”). Éstos se gestaron en la Conferencia de la ONU sobre el Desarrollo Sostenible (también llamada “Río+20”) la cual tuvo lugar en el año 2012 en Río de Janeiro. Los mismos se concibieron como un conjunto de objetivos de carácter internacional relacionados con los retos ambientales, económicos y políticos a los que nos enfrentamos actualmente y cómo resolverlos de una forma sostenible.
Los ODS estuvieron inspirados en los Objetivos de Desarrollo del Milenio (en adelante, “ODM”), los cuales tenían como objetivo luchar contra la pobreza y el hambre a nivel mundial, así como fomentar la educación de calidad y otros aspectos necesarios para el desarrollo sostenible5.
Finalmente, en el año 2015, los líderes mundiales aprobaron una lista de 17 Objetivos como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible a nivel mundial. Como señala la Agenda: “Tal vez seamos la primera generación que consiga poner fin a la pobreza, y quizás seamos también la última que todavía tenga posibilidades de salvar el planeta. Si logramos nuestros objetivos, el mundo será un lugar mejor en 2030”6.
Estos objetivos se traducen en un compromiso conjunto e internacional de cada país para movilizar los medios que sean necesarios para la consecución de los objetivos. Si bien es fundamental la constitución de alianzas para crear sinergias, también, dado que cada país enfrenta retos específicos en su búsqueda del desarrollo sostenible, se concedió plena soberanía a cada uno de ellos sobre sus recursos y medios económicos7.
Los conceptos más repetidos en los 17 ODS son: igualdad, sostenibilidad y alianzas. En aras de aclarar su significado, cabe puntualizar que el término “igualdad” tiene un carácter marcadamente amplio pues contrariamente a lo que se puede creer, no se refiere sólo a la igualdad entre sexos, sino también a la de países y de oportunidades. Si existe plena igualdad, nos encontraremos en el escenario idóneo para la realización plena del potencial humano. En cuanto a la locución “sostenibilidad”, hace referencia a que los objetivos deben perdurar en el tiempo, ya que serán la herencia que les dejemos a las futuras generaciones. Finalmente, el concepto “alianzas” hace alusión a la necesidad de la creación de lazos entre los países y dentro de ellos, con el objetivo de obtener una colaboración eficaz a todos los niveles8.
Paralelamente a los ODS, se encuentran los criterios ESG, los cuales están ligados al concepto de “inversión socialmente responsable”.
Los albores de los criterios ESG se remontan al año 2005, cuando fueron creados los Principios para la Inversión Responsable (PRI, por sus siglas en inglés). Principios que nacieron en el año 2005 cuando Kofi Annan (Secretario General de la ONU de aquel entonces) convocó a los inversores institucionales más importantes e influyentes del mundo para que colaboraran en la creación de los seis principios fundamentales de la inversión responsable. Posteriormente, éstos fueron publicados por la ONU en el año 20069.
Básicamente, los criterios ESG, responden a las siglas formadas Enviromental, Social y Governance. Abordan diversas cuestiones tales como el cambio climático, la energía nuclear, la sostenibilidad ambiental, la promoción de la diversidad, el respeto a los Derechos Humanos y la protección de consumidores. Con la finalidad de promocionar el cumplimiento de estos criterios, las empresas que cumplan con los mismos percibirán beneficios, entre ellos, un ahorro en costes de energía y agua, además de una preferencia por parte de las Administraciones Públicas y la posible creación de alianzas con otras empresas que cumplan con los ESG.
En definitiva, iniciativas como los ODS y los ESG están contribuyendo al desarrollo sostenible, pero todavía hay mucho por hacer. Es de vital importancia que nuestra generación sea plenamente consciente de que el futuro de la humanidad y de nuestro planeta está en nuestras manos. Por este motivo, son muchas las organizaciones, instituciones y empresas que se han sumado a esta causa, entre las que se encuentra la comunidad internacional arbitral que defiende a ultranza estos objetivos.