Читать книгу El Amo de los Miedos 1 - Malvina Soledad Pereira - Страница 6
ОглавлениеOráculo del Agua
Descendencia maldita el germen del mal. Devastación, es la hora. Oscuridad, la mano de Gendrüyof. Muerte, de las cenizas de los Siete surgirá Uno. Sangre, el ocaso de los Pueblos. De las sombras se levantará la bestia de ojos de fuego el terror de las naciones, de los Siete surgirá Uno. El que beberá su poder de fuentes oscuras. Escuchen, Lhëunamen habla. Es la hora del Tamtratcuash.
Oráculo de la Cabeza
Esta es la palabra de Lhëunamen, el Primero. Llegó el tiempo de la Revelación. Ya camina por la tierra el Hijo del Eclipse sus pasos vacilan, peligra, necesita la Luz. La simiente de Schor y Kohrim, el Elegido. El Último de los Patriarcas. En él residirán la derrota y la victoria. Y en sus dominios resurgirán los poderes ancestrales. De la Dinastía Hermosa y Bendita será El Elegido descendiente de Îredimor. El que liberará a su pueblo del Juramento y de la mano de Gendrüyof. De todas las naciones hará una sola y traerá la paz.
Oráculo del Árbol
Del Eclipse y del Fuego será la Luz cuyo fulgor inmanente iluminará el sendero del Elegido. Y en sus manos prodigiosas germinará el Lamento de Trïmo. Si la Luz se apaga, se apagará también la Esperanza. Lhëunamen habla, escuchen. Será en tiempo de apostasía y alianzas truncas. De reyes jóvenes y bestias abominables. Luz verdadera, Luz hermosa. Mi Luz Predilecta. Ella renunciará a su gente y permanecerá oculta para iluminar al Último de los Patriarcas.
Así hablaba el Gran Hacedor a través de los Oráculos. Dos se habían materializado en reinos ermagacianos, y uno en el reino Gydox. Pero de los tres, el que más repercusión había causado era el Oráculo del Agua, porque describía nada más ni nada menos que la llegada del tan temido Tamtratcuash.
El Oráculo del Agua, o el Oráculo del Lyeguron como se llamaba realmente se hallaba en el pequeño reino ermagaciano de Xinär. El Lyeguron era el río más grande y, tal vez, el más sagrado de toda la Tierra Conocida. Solo sus aguas purificaban del crimen más terrible y repudiado: asesinar a un rey.
Su origen se remontaba a la Primera Edad, la llamada Edad de los Dioses, y según contaba la leyenda se había formado de las lágrimas que derramara Äirlyth la Fecunda, cuando daba a luz a su hijo Lyeguron, Señor de las Aguas, mientras sus hermanos mayores eran devorados por Gendrüyof el Desterrado.
Raudamente los eruditos de Xinär enviaron las aves mensajeras con las noticias del Oráculo del Lyeguron a las Majestades Supremas. Pero cuál no sería su sorpresa al recibir, con la misma rapidez, la respuesta de la Gran Ermagacia. Los Monarcas, reclamando un Cónclave en Xinär, ya estaban en camino junto a Erma-Mindylaisïr. Según lo enunciado, la vida del Heredero Supremo estaba en peligro. Mientras desde el reino Gydox también había partido una embajada hacia Xinär, encabezada por los Reyes y los Príncipes.
En el pequeño reino de Xinär todo era preparativos y confusión. Nadie entendía bien la razón de la embajada gydox, pero esperaban ansiosos la llegada de los dos contingentes reales para aclarar de una vez, los motivos de la demandada reunión. Era la primera vez que las Majestades Supremas iban a pisar el suelo de Xinär. A decir verdad eran contadas las veces que abandonaban la Gran Ermagacia.
Si tan solo hubieran sabido que los cielos ya no eran un medio seguro para enviar información de tanta relevancia, se habrían evitado tal vez, las innumerables desgracias que sobrevinieron tras la culminación del Cónclave. Pero ya el tablero estaba dispuesto, y las piezas comenzaban a moverse instigadas por el dictamen de los tres Oráculos.