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¿ES EL CÁNCER SENSIBLE

A LAS HORMONAS?

Las hormonas son mensajeros celulares. Moléculas que producidas desde las glándulas endocrinas van por el torrente sanguíneo hasta los órganos diana donde tendrán sus efectos.

Respecto a estos órganos, algunas hormonas actúan a nivel local, cerca de donde son producidas, y este fenómeno se llama paracrino, en vez del término endocrino clásico.

En cuanto a su composición, las hormonas son en su mayor parte proteínas formadas por cordones de aminoácidos que las diferencian unas de otras. Las alteraciones de las hormonas provocan un amplio abanico de enfermedades humanas.

Tal vez entre las hormonas más conocidas se destaca la insulina, producida por las células beta del páncreas, que regula el metabolismo y uso de la glucosa en sus órganos diana, como los músculos y la grasa corporal. Siguiendo con nuestro ejemplo, cuando la insulina se altera, esto es, cuando en su caso se produce una pérdida de actividad, la enfermedad que dicha alteración provoca es la diabetes.

Una de las actividades de las hormonas es determinar el grado de «diferenciación» celular, es decir, recordarle a una célula de un tejido cuál es su trabajo específico en ese órgano para que no se desvíe del camino marcado. Pues bien, en el caso del cáncer, las células tumorales van por un camino torcido, no realizan su ocupación específica, están «desdiferenciadas» (son las modificaciones de forma y función de las células al ser cultivadas en medios artificiales o naturales), por tanto, parece claro que las alteraciones hormonales influyen en el desarrollo del cáncer debido a este motivo. Pero es que, además, las hormonas, en un contexto normal, también regulan la frecuencia de división de las células: unas inducen más proliferación y otras, menos.

Ya hemos visto que las células tumorales crecen todo el día, así pues, y por esta razón, los cambios de la acción de las hormonas también pueden asociarse con el proceso de carcinogénesis.

HORMONAS Y ONCOLOGÍA

En el campo de la oncología son especialmente importantes dos tipos de hormonas: los estrógenos y los andrógenos.

LOS ESTRÓGENOS Y EL CÁNCER DE MAMA

Son las hormonas que contribuyen a dar el aspecto y las funciones femeninas. Las glándulas mamarias son especialmente sensibles a las hormonas, que determinan, en la adolescencia, cuándo han de desarrollarse las mamas, cómo cambian durante el ciclo menstrual y el embarazo y cómo vuelven a metamorfosearse en la vejez. Por todo esto, el cáncer de mama es un tumor con un importante grado de hormona-dependencia, en particular de los estrógenos.

En este sentido, hay tumores de mama estrógeno-dependientes cuyos análisis de laboratorio determinan que son receptores de estrógeno positivos y que suelen darse en pacientes con buen pronóstico, lo que nos lleva a respirar un poco más tranquilos. Se trata de tumores de mama en los que, aunque crecen impulsados por la hormona, su proliferación aún conserva vestigios de normalidad. Además, tenemos un arma específica para combatirlos: fármacos hormonales como los antiestrógenos (un ejemplo sería el tamoxifeno), que son altamente efectivos en estos casos y, además, tienen pocos efectos secundarios para la mujer.

Sin embargo, puede ocurrir que un tumor que era positivo para el receptor de estrógenos se «negativice», y también existen tumores de mama que ya de entrada no son sensibles a los estrógenos. Es decir, se trata de cánceres de mama que crecen de forma independiente a las hormonas. En estos, los fármacos antiestromales no tendrán efectos positivos y, por tanto, pueden asociarse con peor supervivencia, si bien es preciso matizar que algunos de estos casos son positivos para el oncogén HER2, y entonces pueden recibir una terapia alternativa basada en inhibidores de esta molécula.

LOS ANDRÓGENOS Y EL CÁNCER DE PRÓSTATA

El caso del cáncer de próstata en hombres es muy similar. Aquí las hormonas clave son los andrógenos, responsables de «masculinizar» nuestro cuerpo, órganos y células, controlando también su grado de diferenciación y proliferación.

El órgano diana más estudiado de un andrógeno como la testosterona es la próstata. Una excesiva acción de la testosterona puede provocar la aparición de la hiperplasia benigna de próstata (HBP), una tumoración benigna similar en estructura a los miomas uterinos de las mujeres y que se debe a que son células prostáticas que crecen demasiado, pero aún no han llegado al punto de volverse locas.

El siguiente paso y alternativo sería un cáncer de próstata hormonodependiente, en el que las células ya son malignas, pero cuyo crecimiento aún depende de la testosterona.

En estos casos, de forma similar a como ocurría con el cáncer de mama, el uso de compuestos contrarios a la hormona, es decir, de fármacos antitestosterona, será indicado para tratar estos tumores de próstata, y la experiencia ha demostrado que con ellos se consigue un buen nivel de supervivencia.

Pero ocurre, al igual que vimos en el cáncer de mama, que algunos tipos de tumores pueden volverse insensibles a estos fármacos, o también puede ocurrir que ya desde la casilla de salida eran inmunes a estos: son los tumores de próstata andrógeno-independientes, que suelen estar asociados a un peor pronóstico y ante los que se deben explorar otras opciones de tratamiento.

¿PUEDEN SUFRIR TUMORES LAS PROPIAS GLÁNDULAS

ENDOCRINAS?

En efecto, y antes de acabar este capítulo, quisiera comentar que ciertamente las glándulas endocrinas que producen hormonas pueden verse ellas mismas afectadas por tumoraciones.

Entre los tumores endocrinos cabe destacar:

• Tumores de los órganos productores de células de la reproducción (gónadas), como es el caso de los de testículos y ovarios.

• Cáncer de tiroides y paratiroides.

• Cáncer de la glándula suprarrenal.

• Tumores neuroendocrinos, que pueden surgir prácticamente en cualquier localización debido a que durante el desarrollo como embriones las células que los originan se distribuyen por todos los tejidos. Estos últimos reciben nombres tan estridentes como gastrinoma, insulinoma, glucagonoma, somatostatinoma... Ideales para un crucigrama de nivel alto.

Hablemos de cáncer

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