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¿DESDE CUÁNDO HA EXISTIDO

EL CÁNCER?

Es legítimo que nos preguntemos si el cáncer es una enfermedad contemporánea y de los tiempos modernos, o que tal vez se haya visto incrementada en nuestros días debido al ajetreo y el estrés, a toda la contaminación que va aumentando, con los tubos de escapes de los coches, con el agujero de ozono, con el calentamiento global, con los móviles, con las antenas de telefonía... Pero lo cierto es que el cáncer siempre ha estado con nosotros. Desde el inicio.

¿EXISTE EL CÁNCER EN LOS ANIMALES?

De hecho, el cáncer no es patrimonio exclusivo de los humanos, y por ello buena parte de los organismos pluricelulares (formados por más de una célula) pueden tener cáncer o un trastorno que se le asemeje. Por ejemplo, las plantas pueden tener tumores que suelen estar causados por virus y se deben, al igual que ocurre en un tumor humano, a células que proliferan sin control.

También otros animales, además de nosotros, pueden tener cáncer, desde una serpiente a un elefante, desde un canguro a un oso, desde nuestro precioso gatito a nuestro fiel perro. No se salva ni el tiburón. Lo que suele suceder es que los animales en libertad en su medio salvaje suelen morir a causa de sus depredadores, entre ellos el hombre, antes de que haya tiempo suficiente para que el cáncer se desarrolle en sus cuerpos. En cambio, tanto nuestros animales domésticos como los de los zoológicos viven muchos más años y, en este mayor periodo de vida, tienen tiempo para desarrollar una tumoración, y hasta ocurre en muchas ocasiones que nuestros animales de compañía acaban desarrollando los tumores de sus «amos», e incluso se ha llegado a hallar cáncer de pulmón en aquellas mascotas que tienen dueños con el hábito tabáquico al ser fumadores pasivos.

¿EXISTE ALGÚN ANIMAL RESISTENTE AL CÁNCER?

Es interesante conocer que, al parecer, sí existen algunos animales más resistentes que otros a desarrollar cáncer. El caso más conocido es el de las ratas topo peladas, que viven en el subsuelo casi ciegas y poseen un genoma altamente resistente diseñado para enfrentarse a un ambiente tan inhóspito.

Otro caso interesante de cáncer animal de reciente interés es el detectado en el diablo de Tasmania, un pequeño marsupial que habita en esta isla al sur del continente australiano y popularizado por un dibujo animado de la Warner Bros. al que bautizaron como Taz. Resulta que dicho marsupial está en peligro de extinción porque se trata de un mamífero muy violento, hasta el punto de que los individuos de una manada se atacan entre ellos mordiéndose en el rostro, y de este modo, a mordiscos, se transmiten entre ellos un cáncer muy agresivo que les ocasiona unos tumores faciales que les conllevan la muerte, por lo que su población se ha diezmado en un 80 %. Vamos, que la infección zombi por esas tierras ya ha empezado.

¿ES CIERTO QUE AHORA HAY «MUCHO MÁS CÁNCER QUE ANTES»?

Si volvemos a los humanos, la impresión general es que ahora hay «mucho más cáncer que antes», o eso suele decirse. Una afirmación que se puede analizar de muchas maneras:

AHORA SE DIAGNOSTICA MUCHO MÁS CÁNCER

QUE HACE UNAS DÉCADAS

Hasta hace poco la palabra cáncer era tabú y se usaban términos para referirse a ella que la calificaban como una enfermedad fea y penosa. Lamentablemente, es algo que hoy en día sigue sucediendo, pues los medios de comunicación continúan usando frecuentemente expresiones del tipo «una larga enfermedad», cuando lo cierto es que el Alzheimer, por poner un ejemplo, también es una larga enfermedad.

Por suerte, en la actualidad cada vez se habla más directamente de cáncer, y en buena medida ello se debe a que algunas personalidades y famosos de la prensa han tenido la valentía de contar públicamente que tenían un determinado tipo de cáncer, lo cual es bueno, por una parte, porque contribuye a normalizar dentro de lo que cabe esta enfermedad, pero, por otra, al darle más visibilidad, crea la sensación subjetiva de que se producen más casos que antes.

Pero es que esto, además, es cierto: verdaderamente hay más diagnósticos de cáncer hoy en día porque vivimos mucho más tiempo, y es frecuente que, por ejemplo, en el sur de Europa, se alcancen edades medias superiores a los ochenta y cinco años entre la población.

Pues bien, como nuestra esperanza de vida se ha alargado, de la misma manera hay más probabilidades de que se produzcan errores en las maquinarias que controlan las funciones celulares.

Dicho de un modo coloquial: tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, pero asimismo hemos de ser conscientes de que si el cáncer está más presente en nuestra sociedad es porque existen entre nosotros millones y millones de supervivientes de esta enfermedad, que constituyen una población de personas que no existía hace unas pocas décadas.

Antes, si tenías un cáncer te morías en un año y en paz. Ahora existen casos de tumores en los que la curación es completa y el tumor solo es un mal recuerdo o una cicatriz de treinta años atrás.

OTRO ASPECTO QUE HA CAMBIADO CON EL TIEMPO:

EL ESPECTRO DE LA TUMORACIÓN

Con el espectro de la tumoración, nos referimos a la frecuencia relativa de unos tipos de cánceres respecto a otros, así como su impacto en la mortalidad.

Un ejemplo: el cáncer de pulmón no existía en Europa hasta que empezó a importarse el tabaco de las Américas, y la mujer no enfermaba de cáncer de pulmón hasta que la liberación femenina condujo a que también fumaran, al igual que hacían los hombres. Este último tipo de cáncer de pulmón comenzó a producirse en Estados Unidos en 1945, al finalizar la Segunda Guerra Mundial, y en España en 1976, con la llegada de la democracia, constituyendo, tal vez, la única consecuencia negativa de esta.

En un ejemplo contrario, hay también tumores que experimentaron un pico de afectados que luego fueron desapareciendo, como es el caso del mesotelioma, esto es, el tumor de la membrana que recubre los pulmones, y que se considera una «enfermedad profesional» porque está directamente relacionado con el uso de asbesto (amianto) en la construcción y ciertos trajes especiales ignífugos, de manera que cuando dejó de usarse este material empezó a decrecer este tumor.

Otro ejemplo más: en el oeste de China se experimentó un pico de cáncer de hígado hace unos años. La causa era una toxina de una seta que causaba una mutación específica en un protector inactivándolo. En cuanto se detectó, se dejó de consumir esa seta, y desapareció este tipo de tumor.

Pero, claro, este tipo de medidas no siempre son fáciles de tomar: ¡a ver quién es el valiente que se atreve a cambiar las conductas humanas!

Un último caso interesante es el del cáncer de cuello uterino (cáncer de cérvix), que fue el gran asesino de mujeres jóvenes durante muchas décadas. Pues bien, hoy en día el cribaje ginecológico hace que se detecte de forma precoz, con lo cual se pueden extirpar las pocas células malignas que haya antes de que sus efectos sean devastadores, con la consiguiente curación de las pacientes.

De la misma manera, con un poco de suerte la vacunación contra el virus del papiloma, causante del cáncer de cuello uterino, conducirá eventualmente en un futuro no muy lejano hasta su total extinción.

LA VISIBILIDAD DEL CÁNCER

En los hombres la elevada frecuencia de cáncer de próstata se asocia a la edad avanzada, y en realidad se dice que, si hiciéramos una autopsia a todo hombre mayor de noventa años, encontraríamos un cáncer de próstata, pero lo que ocurre, simplemente, es que su «huésped» ha muerto por otra enfermedad. ¿Por qué vemos entonces más cáncer?

En resumen, por muchos motivos, pero principalmente porque la población en los países occidentales ha envejecido y es una población de supervivientes a las enfermedades infecciosas, desnutrición y muertes violentas que lamentablemente siguen asolando otras regiones de nuestro planeta.

De hecho, si hablamos en términos de la historia humana, podemos contemplar en preciosos cuadros de pintores clásicos cirujanos practicando extirpaciones de tumores en los siglos xviii y xix e, incluso si nos adentramos en la Edad Media, podemos ver en algunas de estas obras de arte deformidades en senos de mujeres correspondientes a tumores de mama, o en el cuello de algunos hombres ulceraciones que reflejan la existencia de cáncer de esas zonas, así como también podemos comprobar cómo practicaban sangrías para extraer la «mala sangre» que según ellos los causaban.

Y, si vamos más allá y seguimos retrocediendo en esta máquina del tiempo hasta llegar al poderoso Egipto de los faraones, veremos también que en algunas momias se pueden apreciar tumoraciones que quizá fueron la causa de la muerte de esas personas.

Los tumores humanos, en conclusión, al igual que si fueran carne comestible, no pueden conservarse mucho tiempo, por eso el paso de centenares de años va borrando sus huellas en el pasado; sin embargo, si empujamos a fondo la palanca de la máquina del tiempo y nos vamos a un pasado aún más remoto hasta examinar los restos presentes en alguna cueva, encontraremos sorpresas. Como unas muescas en un hueso que no son restos de mordeduras de fieras o vestigios de canibalismo, sino los agujeros dejados por las metástasis óseas en el esqueleto de uno de aquellos cavernícolas. El cáncer ha estado con nosotros desde el inicio de los tiempos, es más, desde que nos sentamos alrededor de aquella primera hoguera.

Hablemos de cáncer

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