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EJERCICIOS, PRÁCTICAS Y CONCEPTOS TEÓRICOS

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Como sabemos por nuestra experiencia, transformar los modos de vincularse con la escritura, la lectura y el estudio no es una tarea simple; por el contrario, pone en juego un conjunto complejo de aspectos que inciden, en mayor o en menor medida, en nuestras prácticas.

Ciertamente, el ejercicio constante de la escritura y la lectura, así como el ensayo de diversas maneras de organizar el estudio son aspectos fundamentales. Estas conforman, pues, una parte importante del trabajo. Ahora bien, tal como las entendemos, estas prácticas no implican la reiteración mecánica de una forma estandarizada –escribir, por ejemplo, una y otra vez un texto breve que responda al formato “respuesta de parcial”–, sino un proceso de reformulación y transformación paulatina, de revisión y reflexión sobre las palabras, las estructuras lingüísticas y las formas enunciativas que hilvanan esos textos. Y hay en ello un aspecto que, como ya hemos sugerido, es relevante: las ideas que tengamos sobre la escritura, sobre la lectura y sobre el estudio tienen efectos materiales. Esto significa que no solo es importante la ejercitación; también es importante, a medida que se avanza, ir horadando esas ideas que representamos en el apartado anterior: “no puedo escribir”, “me cuesta estudiar porque no tengo memoria”, “nunca voy a entender esto”, “con leer una vez me alcanza”.

Es por ese motivo que a las cuestiones que queremos trabajar en este manual nos acercamos primero mediante aproximaciones teóricas. Creemos, en este sentido, que conocer ciertos conceptos –sobre el discurso y sus procesos, sobre las secuencias textuales, sobre aspectos lingüísticos– permite pensar mejor las propias prácticas de escritura, de lectura y de estudio. De esta manera, es posible introducir algunas explicaciones y, como uno de sus efectos, comenzar a desarmar ese imaginario de “falencia individual” que suele circular como si fuera una verdad evidente.

Las nociones teóricas valen aquí en tanto cumplen esa función explicativa, y se podrá observar a lo largo de los diferentes capítulos que abrevamos en perspectivas y conceptos heterogéneos. Tal heterogeneidad también se debe a que buscamos ejercitar y pensar tipos de prácticas relacionadas pero distintas: reflexionar sobre las prácticas de escritura requiere movilizar una mirada teórica y conceptual diferente de la que sustenta el trabajo sobre los modos de lectura o con los dispositivos de estudio. Pero también hay otra causa: los discursos son complejos e involucran dimensiones diversas: entraman elementos lingüísticos, producen/reproducen imágenes y representaciones, adquieren cierto prestigio o lugar canónico dentro de un campo, expresan decisiones argumentativas, acarrean sentidos y expresiones cuyo origen es ignorado por quien enuncia.

Veamos desde esta perspectiva una cuestión que resulta especialmente importante a lo largo del manual: la cuestión del sujeto y sus relaciones con lo dicho. Esta cuestión atraviesa distintas dimensiones de lo discursivo, que buscamos aquí aprehender poniendo a funcionar conceptos de procedencia dispar. Se trata de nociones cuya distinción resulta operativa a los fines de este volumen. Por un lado, trabajamos con la noción de enunciador, que –tal como aquí la entendemos– remite a una figura que se construye internamente a cada texto, que se desprende del modo en que el sujeto se presenta a través de sus palabras. Por otro lado, retomamos la noción de autor para referirnos a una posición en cierto campo, tradición o disciplina (por caso, Ferdinand de Saussure en la lingüística, Émile Durkheim en la sociología, Sigmund Freud en el psicoanálisis). Así, si el enunciador es un elemento interno al texto, una imagen que el discurso proyecta, el autor se ubica en los bordes del texto: allí donde el discurso aparece organizado en instituciones, trayectorias, publicaciones.

También sería posible, por último, remitir la producción textual, aunque no en todos los casos, a cierta persona, encarando a partir de ello una reseña biográfica más personal. En este manual nos interesa trabajar con los dos primeros conceptos: el de enunciador en tanto imagen del sujeto que enuncia y el de autor en tanto posición en un campo.

Planteábamos, además, que la heterogeneidad teórica también está motivada por los requerimientos del aprendizaje/enseñanza para los distintos tipos de prácticas de las que nos ocupamos. Y esto se hace patente si pensamos desde este punto de vista un concepto que divide aguas entre teorías sobre el sujeto, el lenguaje y el discurso: la categoría de intención. Al respecto, en estas páginas se podrá observar que en las actividades de lectura nos ocupamos de desplazar esta categoría: de la pregunta espontánea por qué quiso decir el autor nos movemos hacia un ejercicio que busca detenerse en los elementos, rasgos, enunciados y trazos presentes (o ausentes) del texto. Cuando nos centramos en operaciones de escritura, en cambio, nos proponemos generar una reflexión previa a la puesta por escrito –instancia de planificación–, una búsqueda de las formas y sentidos que mejor se avienen al problema a tratar y al género discursivo, una reflexión posterior –revisiones y autocorrección–. En ese sentido, contamos con que haya una intención que oriente el proceso de producción textual: un papel activo y una mirada más consciente del estudiante-escritor respecto de sus prácticas escriturarias.

Manual para estudiar textos académicos

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